Kaylen
Sostengo con fuerza la mano de Roman en tanto nos acercamos al mostrador. Mi corazón está latiendo fuerte, pero no por la razón que esperaba. Estoy híper-alerta a señales de que el pánico está creciendo como una inundación dentro de mí, pero mientras le digo a la anfitriona que nos gustaría estar sentados en la barra, no me ocurre. En cambio, siento el persistente calor en mi vientre por salir con él. Cuando sentí sus duras rasgos, respiré su esencia, y me derretí mientras él sostenía mis caderas en un posesivo agarre. Se ve muy guapo hoy. Se ha cortado el pelo, así que está un poco menos enmarañado pero aún con un estilo desordenado en su forma habitual. Aunque se ve informal, está llevando vaqueros oscuros y un suéter que muestra la amplitud de su pecho y hombros.
Me ayuda a quitarme el abrigo y cuelga ambos en el guardarropa, después sale a trompicones y pone su brazo en mi espalda mientas la anfitriona nos lleva a la barra de sushi. No puedo quitar la sonrisa de mi cara mientras me siento. Estoy aquí con Román . En un restaurante. Somos como una pareja normal.
Le dispara una sonrisa encantadora a la camarera mientras ordena una cerveza, y yo tropiezo con mis palabras mientras ordeno té. Echo una mirada para encontrarlo mirándome, y mis mejillas se calientan. Quizás está esperando a que entre en pánico y me rompa en pedazos. Pero... no lo he hecho hasta ahora, ni siquiera he estado cerca. Entré en esa panadería, e incluso hablé con ese tipo, y aunque mi corazón latía un poco más rápido con las imágenes de cómo sería tener un ataque de pánico justo en el medio de esa tiendita pintoresca, todo parecía manejable. Román estaba justo ahí, e hizo que cualquier miedo se derritiera en el momento que puso su brazo a mi alrededor, y me dejó alimentarlo con un poco de pastel. De hecho, cuando empezó a tocarme, casi olvidé donde estaba. Era como si el mundo entero desapareciera.
Frunzo el ceño. Eso no es bueno.Erik dijo que se suponía que tenía que encarar mis miedos, pero no estoy asustada para nada. He estado diciéndole que las cosas iban mejor de lo que esperaba, que aunque he estado nerviosa durante esas tareas asignadas, no he tenido un solo ataque de pánico. Creí que era increíble, pero cuando se lo conté a Erik en nuestra última sesión, no parecía contenta. Dijo que si quiero alcanzar mis metas, no puedo permitirme el estar cómoda. O confortada.
El cocinero de Sushi se inclina sobre nosotros, subiendo sus cejas, esperando a que le digamos que nos gusta.Román me espera para que diga mis preferencias, y yo me tomo mi tiempo, esperando a que la ansiedad me golpee mientras el cocinero me mira de reojo. Pero la mano de Román está en mi muslo, y es tanta distracción, la forma en que está enviando olas de deseo a través de mí, que olvido que es lo que intento hacer.
—Pareces muy relajada —dice Román , con la esquina de su boca curvada hacia arriba.
—Me gusta estar aquí. Hay simplemente algo tan... lindo... en poder hacer buena comida. —Los ojos de él se estrechan, y su expresión conocedora me hace cambiar el tema a su familia, simplemente para desconcertarlo. No quiero ni pensar la posibilidad de cocinar u hornear para vivir, pero después de hablar con el repostero, no puedo dejar de pensar en eso. Parecía tan relajado, con la harina en su delantal y una mancha de garrapiñada en su camiseta. Parecía celestial; pasar el día haciendo confecciones delicadamente preciosas y luego ver como las personas se deslumbran con mirarlo, como sonreír al probarlo.
Toda mi vida, he estado en un camino diferente. Las personas en mi familia trabajan en negocios. Leyes. Se toman en serio el dinero, lo suficiente para hacerlo ver fácil. Ninguno pasa sus días en una tienda en la calle principal de un pueblito. Nadie soñaría con hacer algo poco remunerado y ordinario, algo que no requiera un graduado. Pero para mí, suena como un sueño. Uno que nunca me he permitido considerar porque mis padres me cortarían en pedacitos si fuera tras él. Y después de todo lo que ha pasado, he asumido que no era realista de todas formas, ya que no podía dejar la casa. Pero ahora, aquí estoy. Con el chico más guapo que nunca he visto, el cual me está mirando como si yo fuera algo especial.