Yo lo valgo y lo voy a demostrar mamà

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Kaylen

Mis venas están azules y rígidas a través de la palma de mi mano mientras golpeo la puerta de mi madre. Se halla sola, lo sé. Max se fue hace unas horas. Hubiese hablado con ella antes, pero ha estado con él casi siempre desde que nos atrapó con Román ayer.

Estaba tan nerviosa que no podía disminuir mis latidos, sin importar cuánto lo intentase. Fue tan humillante. Discapacitada mental. Eso fue lo que me dijo mi mamá, justo en frente deRomán y Max. Cuando se lo conté a Erik hoy, fue la primera vez que vi algo en su rostro más allá de simpatía. —Tú eres todo lo contrario, Kay—dijo con una voz inexpresiva—. Estás tomando el control y tomando sabias decisiones, y eres totalmente capaz de conocer tu propia mente.

Fue exactamente lo que necesitaba escuchar.

—¿Qué?—exclama mi madre.

—Necesito hablar contigo —digo, respirando hondo. Abro la puerta y me encuentro a mi mamá sobre la cama, como si se hubiese despertado de la siesta. Hay una copa de vino vacía sobre su mesa de noche—. ¿Cómo te sientes?

—Me duele la cabeza.

—Lo lamento. No tomará mucho.

Se levanta mientras yo me siento en el borde de la cama. —¿Es sobre lo que pasó ayer?

Asiento. —Quería estar segura de que entendieras.

Rueda sus ojos. —¿Qué hay que entender?

—A mí. Quiero que me entiendas a mí, mamá.

—Estoy escuchando —dice cruzándose los brazos sobre el pecho.

—Estoy yendo a terapia para luchar con mis problemas —le digo—. Los estoy enfrentando. Y quiero que estés feliz al respecto. Me esfuerzo mucho.

Su postura se suaviza un poco. —Me alegro de escucharlo. Es solo que no quiero que se aprovechen de ti.

Respiro profundamente. —Lo sé, mamá, y lo aprecio. He llegado a conocer muy bien a  Román en las últimas semanas. No esperaba enamorarme de él, pero es exactamente lo que pasó.

—Eres una mujer joven e impresionable, y él es un completo jugador —dice despectivamente—. Sabe cómo hacerte sentir cosas. Ha estado con varias de mis amigas, y todas te dirán lo mismo.

—Él no es así, conmigo no —digo calmadamente, aunque duele. Sabe cómo hacerte sentir cosas. Ciertamente, lo sabe. Y da miedo. Una parte de mí le cree, pero la otra está aterrada de que sus sentimientos no sean tan profundos. Sé que le gusto, ahora, pero ¿qué puedo hacer con toda la tentación que hay en el mundo exterior? ¿Cómo puedo mantener su interés cuando hay toneladas de chicas normales, seguras de sí mismas, que amarían tenerlo? ¿Cómo puedo tentarlo si no estoy con él; especialmente cuando sigue viéndome en los peores momentos? Quiero que me quiera porque soy fuerte, no porque me quiera rescatar y proteger.

—Kay, siento decirte esto, pero fue detrás de ti porque yo elegí a Max. Esto se trata de su ego herido.

—Las cosas entre nosotros sucedieron antes de eso, mamá. —En cuanto lo digo, veo una llamarada de ira en sus ojos, y sé que he dicho lo incorrecto. Soy tan estúpida. Básicamente le he dicho que tuve un amorío con el mismo chico que tuvo algo con ella. No es sobre su ego herido. Es sobre el de ella. Abro la boca para decir algo, cualquier cosa, pero levanta una mano.

—No voy a discutir contigo —dice—. Ya he seguido con mi vida. Puedes creerme o no, pero no vamos a pelear por esto.

—Bien —digo tan suavemente como pude—. Porque no va a cambiar cómo me siento. Soy adulta. Lo único que vas a lograr es alejarme de ti si tratas de que no lo vea. ¿Te importa eso?

Alas rotas a traves del cristal (Román Burki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora