Robin y Nami se encuentran en las calles de Nueva York cuando una fuerte lluvia hace que se refugien bajo el techo de una casa, un extraño sonido llega a sus oídos y deciden averiguar de dónde proviene y quiénes son los causantes de ello. Es así com...
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La situación empeoraba, pues cada vez Hancock estaba más metida entre Luffy y Nami; mi amiga ya no podía hacer las cuentas bien o estudiar, pues Hancock siempre la molestaba y la sola presencia de esta chica no solo incomodaba a Nami si no también a los chicos pues interrumpía los ensayos sólo para darle algo a Luffy.
El amor que sentía Nami por Luffy era cada vez más grande y lo demostraban sus incontrolables celos.
A Luffy parecía que realmente le importaba Nami pero nunca había dado indicios de que estuviera realmente enamorado de ella y menos ahora que se la pasaba mucho tiempo con Hancock.
Aunque les pareciera extraño, durante los días de ensayo muchas veces Luffy se perdía en sus pensamientos mientras observaba a Nami trabajar sin que esta se diera cuenta; a veces Hancock tenía que hablarle varias veces para sacarlo de sus pensamientos y lograr su total atención, ¿pero acaso esto era posible?. No lo sabemos, a menos que quizá el tema que estuviera a flote fuera algo con referencia a la comida o más específicamente a la carne.
Lo cierto era que Luffy amaba a Nami y esto lo había descubierto en una de esas tantas ocasiones en las que había estado compartiendo momentos con ella; en ese momento sintió un pequeño golpe en el estómago como si se hubiera encogido de repente, acompañado de una sensación extraña o más bien misteriosa para él; en un principio creyó que quizá algo de lo que había comido le había caído mal, pero más tarde se dio cuenta que eso que sentía no tenía nada que ver con la comida sino con una persona en especial...Nami, pues cada que la tenía cerca su cuerpo era recorrido por una extraña sensación agradable y le obligaba, por alguna extraña razón a tener la necesidad de mirarla, de contemplarla y no perderse ni el más mínimo detalle; tan solo ver su rostro que formaba una linda sonrisa había provocado en él una felicidad en su interior que no había sabido descifrar exactamente pero que lo hacía sentirse feliz, completo.
Cuando ella le hablaba no podía resistir a mirarla a los ojos, esos hermosos ojos castaños que lo envolvían y hacían que se perdiera en sus pensamientos...
Pero de eso ya solo quedaba recordarlo, recordar la sensación que recorría por su cuerpo cuando la tenía cerca, lo agradable que era conversar con ella y verla sonreír; y es que ahora que había llegado Hancock apenas y había podido cruzar palabra con Nami.
Había ocasiones en las que Nami faltaba a los ensayos, a veces porque tenía mucho trabajo que hacer o porque sencillamente creía que no toleraría ver a Hancock estar sobre de Luffy todo el tiempo y temía no poder controlarse o que ni Ace o yo pudiésemos tranquilizarla, pero esta vez Nami había enfermado y por ello había faltado a los dos últimos ensayos y claro que su ausencia era notoria para todos y sobre todo para Luffy quien cada que tenía oportunidad (cuando lograba zafarse del agarre de Hancock) se acercaba a mí para preguntarme si sabía algo de Nami.
-Oi Robin, ¿sabes cómo sigue Nami?
-Creo que está mucho mejor Luffy, hoy mismo iré a verla después del ensayo, si quieres puedes venir conmigo.
