Robin y Nami se encuentran en las calles de Nueva York cuando una fuerte lluvia hace que se refugien bajo el techo de una casa, un extraño sonido llega a sus oídos y deciden averiguar de dónde proviene y quiénes son los causantes de ello. Es así com...
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Sin si quiera mirarme caminó un poco después de tomar su ropa y dándome la espalda comenzó a vestirse, bien, estaba claro que no era un exhibicionista y mientras tanto me hacía la disimulada mirando hacia otros lados; cuando por fin terminó de cambiarse me miró y caminó hacia mi.
-¿No te importa tener tu ropa interior mojada?
-No iba a cambiarme frente a ti.
No te vi muy preocupado por elloantes. -Bien, comprendo eso.
Se sentó y recargó en el tronco de un árbol cerca de la fogata mirando hacia el lago.
-Espera, ahora vuelvo- le dije y él solo me miró sin entender y cerró su ojo, me regresé a mi casa de campaña por una manta para cubrirlo pues de lo contrario podría enfermar.
Justamente me iba acercando y disponiéndome a cubrirlo con la manta cuando abrió su ojo y me preguntó:
-¿Qué crees que haces?
-Te iba a cubrir con la manta, toma seguro tienes frio.
-Estoy bien.
-No, no lo estás, deja tu orgullo a un lado y cúbrete.
Solo me miró, tal vez maldiciéndome por dentro, pero no me importó y a cambio yo le regalé una sonrisa mientras cerraba ligeramente mis ojos. En un susurro casi inaudible escuché que me dio las gracias para después decir en voz alta:
-¡Demonios!, el fuego ya se está consumiendo, debo traer más leña.
-Te acompaño.
-No, será mejor que descanses.
-Descuida, no tengo sueño, seguro te soy de ayuda y vuelves más rápido.
-¿Que insinúas mujer?
-Nada, solo quiero ayudarte.
-No importa lo que te diga, aun así vendrás conmigo, ¿verdad?
-Sí.
-Me lo suponía.
Ninguno de los dos vio el reloj, pero a juzgar por el cielo debían ser cerca de las tres de la mañana, tomó una pequeña lámpara y nos alejamos del "campamento" adentrándonos al bosque; estuvimos caminando un buen rato mientras buscábamos algo de leña, entre más caminábamos más parecían cerrarse los árboles, ocultando la luna y por ende la claridad, para nuestra mala suerte la lámpara comenzó a parpadear y se apagó por completo, él maldijo por lo bajó y comenzó a golpear la lámpara esperando se encendiera de nuevo pero fue inútil, se podía escuchar más claramente el sonido de algunos animales y del agua moverse silenciosamente porque en realidad no había hacia dónde correr, apenas y podía distinguir su silueta en la oscuridad, pero la luna nos acompañaba y, de vez en cuando se escabullía y nos brindaba algo de luz entre las hojas de los árboles, me hubiese gustado seguir contemplando esa escena de no ser porque en este momento teníamos prisa, me quedé mirando un momento el cielo cuando de pronto sentí que me tomaban de la mano, miré en dirección a ella y luego hacia la persona que me la había sostenido.
