El diablo que tomaba hombres por trofeos

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Capítulo 12


Amanda McComb sostuvo por la mañana una bochornosa llamada con un general, superior del agente Jeremy Trout, de apellido Phillips, para cuando este colgó, la capitana estaba sofocada porque no tenía la menor idea de cuál sería el resultado de la operación planeada por el alcalde, y ahora un alto mando le advertía que estaba obedeciendo órdenes que iban en contra de la investigación solitaria de Trout.

Jeremy estaba justo frente a ella, pegando al escritorio con los nudillos, como un modelo en comercial de relojes.

—Capitán McComb —dijo él poniéndose de pie—, déjeme ponerla al tanto de la situación... anoche mi compañero Andy fue a casa de su oficial desaparecido y efectivamente, un video que él mismo estaba trasmitiendo a su computadora como respaldo nos comprueba que fue liquidado por el asesino transparente.

Amanda se dio vuelta desde su silla giratoria y vio por las persianas entreabiertas.

—Sus hombres pueden correr riesgo allí abajo, señora, es terreno que le pertenece a "él"...

La fémina se levantó igual y caminó hasta Trout dándole unas palmaditas en el hombro indicándole con la otra mano que se retirara.

—Intente convencer al alcalde de eso.

Archer entró a la par de que Trout salía, y solo dio peores noticias, el gobernador respaldaba al alcalde... "estamos entre la espada y la pared —pensó ella—, y estamos apunto de golpear la espada con la pared".

Varios pisos abajo, en la primera planta, John Manson descansaba en una celda de prisión preventiva acusado de una traición que no había cometido. Desde el otro lado de las rejas, Simmons lo miraba sin culpabilidad alguna.

Simmons únicamente le tomó una fotografía para enviarla en un mensaje por correo a Carr, y confirmarle que había ocupado a un señuelo y ahora nadie sospecharía de él como el informante.

La esposa de Lamb estaba a cargo del la banda ahora, la muerte de su hijo y su esposo a manos del mismo criminal que ahora la policía se disponía a liquidar con una ofensiva a gran escala la estaba trastornando, había comido casi nada durante los últimos días y ahora su vida misma corría peligro.

Temía ser asesinada en cualquier momento por uno de los criminales que habían trabajado para su esposo, alguno que buscara quedarse con el trono eliminándola del camino. También tenía gente allegada y fiel que daría su vida por ella, pero ellos tampoco estaban a salvo.

Cuando Simmons le comunicó mediante Crowell que Carr iba a infiltrarse en el operativo para matar al asesino transparente ella supo lo que debía hacer.

La señora Lamb tomó el radio que estaba en el buró junto a una botella medio vacía de Jack Daniels y una caja de cigarrillos Marlboro... y ordenó a tres de los más peligrosos de sus hombres seguir a Carr y matarlo en cuanto lo tuvieran enfrente... o mejor aún, traérselo con vida.

—Mi señora, eso sería demasiado peligroso —argumentó uno—, secuestrar al jefe.

No estaba dispuesta a atender excusas, los desafió, les dijo que tras la muerte de sus dos líderes principales no iban a rendirse, que la familia Lamb renacería de entre sus cenizas con más fuerza que nunca y las calles se bañarían de sangre con todos sus opositores.

Les habló de gloria, y de la recompensa que tendrían cuando Carr estuviera frente a ella.

El caos empezaría a las siete en punto.

Jungla de Concreto | Predator #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora