Depredador al acecho

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Capítulo 20  

Richard observó a su compañero, le ordenó que se ocultara pero no le hizo el menor caso y siguió adelante en dirección a la zona de detención hasta que casi no fue visible, pisó algo y salió despedido dando vuelta en el aire y quedando colgado vivo.

El detective apagó su linterna y se introdujo en la oscuridad silenciosamente, cuidando cada paso como si el menor sonido pudiera llevarlo a la muerte. Era una tontería confrontar ahora y lo sabía.

El poli que colgaba como el cadáver de Ken se meció aterrorizado, luchando por estirar sus brazos y encontrar una forma de zafarse. Una punta de lanza lo fulminó por la columna y solo así, la cuerda que apretaba su pierna, cedió y cayó suavemente al piso, mientras la mano invisible guardaba el hilo enrollándolo rápidamente.

Se dio media vuelta listo para recibir algo...

Uno de los tres bomberos apareció atrás de la forma camuflada, y lanzó un grito de terror al contemplar al oficial muerto.

El alienígena lo agarró cubriéndole la boca y le aplastó el cuello con el antebrazo del codo, ahogándolo y tirándolo al lado de su otra víctima.

Las linternas cayeron al piso y rodaron sobre su propio eje.

Oculto debajo de los escritorios, Schaefer podía ver los pies de la criatura, caminando lentamente en dirección hacia donde estaba él, pasando justo al lado suyo, apenas con unos tres metros de distancia, cuando notó algo, como si percibiera un olor extraño en el aire. Justo donde había matado a Amanda McComb, el cazador se detuvo a mirar a su alrededor, ronroneando con curiosidad bajo la máscara.

Lentamente, moviendo apenas sus músculos, Schaefer se preparó para disparar en caso de que fuera necesario... casi lo veía venir... ¿Cómo había visto al bombero antes de que hiciera acto de presencia? Debía tener algún modo de rastrear a sus objetivos... incluso a través de las paredes.

Y si ese método era funcional, y tan bueno, ¿Por qué actuaba como si no detectara la presencia del detective?

Estaba viendo algo más... a alguien... como si una serpiente se arrastrara en el piso.

Trout abrió fuego desde la puerta del archivo muerto, estaba tosiendo por el humo, y la bestia soltó un rugido que hizo temblar las mismas ventanas; Carr saltó de algún lado y se aferró a la espalda del alienígena, clavándole uno de los trozos de cristal en el cuerpo y haciéndolo sangrar.

Los otros dos bomberos llegaron alarmados, con un par de policías que habían entrado, volviendo todo un caos.

Richard se deslizó en el suelo esquivando a los nuevos integrantes del combate que dudaban si dispararle a Carr o no, que peleaba incluso contra su propia inconsciencia. Uno de los disparos del cazador dio en un extintor que colgaba en la pared y su contenido empezó a emanar en forma de humo, mezclándose con el de las llamas.

El rango de visibilidad era mínimo. Era como cuando una vela apagada, soplando mucho más humo que durante el fragor...

Carr salió despedido y su espina dorsal fue a dar contra el techo, muriendo casi al instante; la herida de bala en su estómago había entrado mal y sus órganos vitales estaban lo suficientemente intactos para dejarlo hacer semejante hazaña, pero logró sacarle sangre verde al malnacido, y aunque Carr estaba quedándose prácticamente ciego, pudo ver cómo el chorro que dejaba una línea en el suelo no era fluorescente, sino roja, de él.

La adrenalina se apagó en su cuerpo y lo último que vio fue a sí mismo cayendo, sentía a sus entrañas revolverse entre ellas como ácido hirviendo, licuándolo de adentro hacia afuera como putrefacción; se le estaban descomponiendo los riñones a causa del etilenglicol, y gemía, ya no podía ver, sus ojos estaban completamente cegados, ya no tenía equilibrio y todo giraba a su alrededor, se le saltaban los líquidos del esófago pero ya no podía vomitar.

Jungla de Concreto | Predator #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora