Capítulo 17
Carr miraba por la ventana de la Chevrolet esperando a que los tres hombres volvieran. Sus ojos se encontraban en un estado rojizo, e inflados, como si le punzaran, como si se le hubiera metido a una cantidad de jabón.
Tenía el cuerpo frío y húmedo, había tragado agua cuando se lanzó a la fuente, y los mismos policías habían logrado reanimarle. Conservaba aún el sabor a agua clorada en la garganta. Escupió en el interior de la camioneta.
De verdad le picaba la pierna entumecida, se le estaba poniendo de un tono entre el púrpura y el verde.
Vio al detective y a los dos hombres de traje salir de la casa; consternados. El rubio miró a su alrededor, con el ceño fruncido, algo había cambiado en su forma de respirar. Carr conocía al detective Schaefer, era bueno para disimular, habían ido al mismo colegio hasta décimo grado.
Nunca se hablaron ni tuvieron más que contacto visual.
El de la barba de candado y su compañero de metro noventa esperaron en el umbral, estaban llamando a alguien.
Subieron de nuevo a la camioneta sin decir nada.
—Por sus caras veo que no les fue muy bien. —dijo Carr recargando la cabeza hacia atrás.
—Ni siquiera así pierdes el sentido del humor. —replicó el detective señalando la pierna del de cabello naranja.
Andy subió al lado del hombre esposado y lo empujó a un lado.
—¿Qué fue exactamente lo que viste, Carr? —preguntó Trout desde el asiento del conductor, se había vuelto y miraba al aludido con frialdad.
Andy le apuntaba a la costilla.
—Amigos, no puedo caminar ni siquiera, no iré a ninguna parte...
—¿Qué viste en la residencia Lamb? —insistió Andy sin bajar la guardia.
—Lo que vi fue al infeliz ese volviendo por venganza... olía a mierda y se veía sucio, carajo; por lo visto escapó de las alcantarillas.
Trout no siguió, no quería detalles, en realidad dudaba que Carr les fuera de ayuda.
—Hay que ir a dejar a esta basura a la comisaría y hacer un nuevo plan.
—¿Bromeas? —Carr se señaló la pierna amoratada—. Necesito a un doctor.
—Vivirás.
Carr ya no dijo nada.
Trout encendió la camioneta y aceleró, esta vez con menor velocidad que antes, volvió a hablar por teléfono para confirmar la muerte de Ken Koharu, esta vez a Amanda McComb.
Las luces del exterior se metían al auto e iban desde adelante hacia atrás hasta desaparecer, formando sombras en los rasgos de todos los que iban adentro.
Ninguno mostraba signos de salud, estaban cansados, aunque los dos agentes respiraban todavía con normalidad y el sueño no parecía debilitarles demasiado, eran los más estables.
Jeremy sabía que era lo mejor, él y Andy no eran cualquiera, estaban entrenados para mantener la calma y manejar cualquier situación, la preparación psicológica era esencial para ellos.
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Jungla de Concreto | Predator #1
Fiksi PenggemarEl detective Richard Schaefer lo ha visto todo. Desde tiroteos en las calles de Nueva York, homicidios domésticos, hasta las más sanguinarias ejecuciones del bajo mundo del hampa. Pero nunca había visto a la Ciudad de los Rascacielos bañada en tanta...