Cazadores y presas

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Capítulo 15


Las probabilidades de que el inspector Archer perdiera el brazo eran mayúsculas, estaba con morfina, en observación para ver cómo reaccionaba su organismo a la reconstrucción primaria, el bloquear la herida había sido primordial. La reconstrucción con cirugía vendría después...

Era sencillo imaginar que la extremidad empezaría a podrirse pronto. Pero el desgraciado tenía suerte; los médicos no paraban de subrayar lo sorprendidos que estaban de la resistencia del paciente, tanto que no se detuvieron mucho sobre el origen de tan atroz herida. "Podríamos darle una aspirina y mandarlo a su casa, pero debemos descartar riesgos de infecciones."


El detective Richard Schaefer se despidió de la familia de Archer y se fue a casa.

Tenía un mal presentimiento. No sabía exactamente por qué, si por el alcalde, por Carr o por Archer; pero un parte de él le gritaba que algo no estaba bien. Además, John Manson seguía encerrado injustamente porque Simmons (cuyo paradero actual era desconocido) lo había inculpado de traición para que nadie sospechara de él. Y McComb parecía haber desaparecido.

En el cielo de vuelta a su departamento lo comprobó: Seguía habiendo algo distinto en las estrellas.

De pequeño pasaba horas de su tiempo con su abuela, el abuelo era muy distinto a ella pero eso es otra historia, y ella se encargó de infundirle el interés en la navegación, rápidamente aprendió a guiarse con las estrellas para distinguir estaciones del año y encontrar los puntos cardinales.

Y Schaefer no se equivocaba, había algo en el cielo, sobre la ciudad de Nueva York.

Ken Koharu caminaba solo en dirección a su propio hogar. Estaba ligeramente alcoholizado, se miró al espejo del baño y se quitó el vendaje del cuello... quería arrancarse esa basura alienígena de ahí, se puso las manos e intentó jalar, y el alcohol que había tomado se encargó de reducir el dolor, y hacer invisible la desorientación que le provocó el tirar del aparato que se adhería a su músculo y nervios.

La carne viva empezó a verse debajo del artilugio, era como un botón de alguna convención de monstruos del espacio, pensaba. Se sujetó del lavabo y vio las gotas de sangre roja caer en el azulejo blanco.

No podía quitárselo.

Ken Koharu había vivido episodios intensos en su vida, el primero había sido cuando contrario de los deseos de su padre decidió ser forense, y estudiar para ello, en lugar de ser abogado.

También había intentado ocultar su homosexualidad en varias ocasiones, en el sur cuando visitaba a sus tíos, los hombres mayores solían llamarle chico amarillo, por sus raíces asiáticas, y además, no era un gran forense. El caso del estrangulador de Brooklyn que tan famoso lo hizo, fue en realidad un logro de Richard Schaefer, quien había negado su participación en el caso y le dejó sus créditos a Ken.

Su único logro fue una mentira. Y tampoco creía merecerse el ascenso que le dieron.

Pero ahora, había hecho algo, había disparado al alienígena y estaba perfectamente seguro de que ése sí era un logro suyo, dar el tiro de gracia a un enemigo que estaba sujetándose del borde de cemento para volver a salir, dar el tiro de gracia justo a tiempo.

Carr respiró hondo, sabía que la muerte andaba cerca, en alguna parte, y vendría por él en cualquier momento. Dudaba cuánto tiempo llevaba ahí treinta minutos, sesenta...

Sospechaba que la señora Lamb iba a hacerlo sufrir lenta y dolorosamente, y casi tenía certeza de que iba a mantenerlo con vida por días.

El hombre con la botella de líquido para auto que tenía escrito con plumón "etilenglicol" se le acercó con una jeringa hipodérmica llena de líquido que sin duda parecía anticongelante...

Jungla de Concreto | Predator #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora