37. Con quien me encuentro

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No más hicimos retornar a la plaza y yo ya estaba con mis ojos centellantes en busca de algún libro en oferta o lo que siempre hacen, dejar varias cajas con libros gratis para leer, aunque algunos están en pésimas condiciones, si buscas bien puedes encontrar buenas joyas, aunque no actuales, tal vez unos diez o cinco años como mucho desde su publicación.

Eak tardó más en regresar conmigo debido a lo ocurrido horas atrás, y pues a pesar de que me dijo que lo esperara en la entrada me desespere y entre de nuevo a la feria, si en la mañana había una cantidad considerable de personas ahora estaba repleto, hasta tuve que colocar mochila en frente por seguridad, es que no quería que a mis bellezas les ocurra algo.

Como visité todos los géneros de mi gusto me dirigí hacia “El rincón de lectura” es un lugar para leer y escribir dentro de la feria, al entrar al lugar olía delicioso, como flores, era un aroma dulce y suave; la decoración de este año estaba inspirada en romance trágico, incluso expusieron una de las portadas del famoso libro de William Shakespeare “Romeo y Julieta” e ilustraciones acordes a la historia, yo me quedé observando por varios instantes hasta que me topé con uno de los lectores empedernidos...

—¿Talía?

—¿Peters?

No, ya vali. Peters mi compañero de clases estaba en la feria del libro, leyendo “Hamlet” de Shakespeare yo me quedé en shock por minutos, luego de un codazo por parte de mi supuesto nuevo amigo, volví en mis sentidos...

—Se me hizo extraño que tú no estuvieras aquí Talía —comentó estando a un lado de mi dejando su libro en la silla.

—Lo mismo digo, príncipe de hielo.

Salimos de la carpa en donde estaba el rincón para no incomodar a los demás, y fuimos en busca de un helado, hacia calor pero no tanto; nos sentamos en una de las bancas a degustar...

—¿Y cómo van las tareas? —me preguntó.

—Por Dios, como crees que yo no haga mis deberes Peters, claro que los hice —aclare lamiendo mi paleta de chocolate y nueces.

—Perdona, ¿Cómo te ha ido, has conseguido algunos libros? —interrogó de nuevo con curiosidad.

—Pues claro, conseguí unos cuantos ejemplares para mis ratos libres —conteste haciendo señas a mi mochila, comiendo mi paleta.

—Felicidades ¿Ya has ido al “Cajón literario”?

—¿Es una nueva sección que agregaron al evento? —interrogue curiosa.

—Es en donde donaban los libros antes, ya le pusieron nombre y arreglaron una caseta especial para quienes quieran tomar los libros gratis, yo tomé el que estaba leyendo, es un clásico y me está gustando ya —me informó.

Estaba emocionada parece que al fin esos libros tendrán su propio espacio, es bueno y de ahí escogeré unos cuantos ejemplares creo que la pesca de este año será buena...

—Talía, Talía ¿qué te ocurre? —llamó Peters riendo.

Era de esperar su reacción cuando mi boca pareció derretirse al igual que la quinta parte que ignoré de mi helado.

Ambos nos reímos a carcajadas, y pues él me dió un pañuelo para limpiar mi boca yo lo acepté y se lo devolví sucio, él no lo quería pero yo insistí y se negó; continuamos con el relajo durante minutos y al final él se quedó con su pañuelo.

—Tenías que haberte quedado con el y luego lavarlo y regresarlo ¿No te sabes el guión? —explicó en tono bromista.

—¿Qué guión, acaso somos actores? —dije.

—No sabes nada de chistes.

—¿Acaso era un chiste? —pregunté.

Él se quedó serio y dijo:

—No sabes nada, nada —afirmó dolido como si estuviera en teatro —Nos vemos Talía tengo que terminar de leer —agregó al pararse y dedicarme una mueca.

—¿Para donde vas, si serás mi guía? —Lo detuve agarrando su mano.

Y ese fue el detonante de la discordia...

—“Pensé que yo era tu guía, Talía” —afirmó haciendo comillas con los dedos con una sonrisa malévola.

—¿Eak qué haces aquí? ¿cómo me encontraste? —le pregunté alarmada.

¿Cómo lo hizo? ¿Acaso tiene GPS? ¿Bueno y ahora qué?

—¿Talía y este es? —pregintó Peters parándose delante de mi, como si me estuviera protegiendo.

Nuestras manos aún estaban entrelazadas, ya que mi amigo me tomó del brazo para ponerme como una mamá protegiendo de sus crías.

El momento era incómodo, y al parecer Eak no estaba de muy buen humor, su camisa estaba un poco húmeda, de su frente pude ver un poco de sudor recorriendo su rostro y sus hermosos ojos, si lo admito son lindos pero, no me estaban mirando bien que digamos, aunque creo que no era yo el protagonista de su mirada amenazadora.

¡Y ahora que hago!

Soy la chica feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora