41. La reunión

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Mi hermano se puso serio, incluso más de lo habitual y me dejó sola en la habitación.

¿Y yo que hago ahora? Quiero saber qué ocurre.

Tome mis anteojos y revisé los mensajes, mi hermoso Harold me envió una fotografía de él y su novio con su gatito; por lo menos eso ayudó a que mi enojo se liberara un poco.

Pasaron dos horas y escuché que alguien entró a la casa ¿Y ahora quién es?

—¡Talía ya puedes bajar! —escuché que dijo mi papá.

¿Qué rayos sucede aquí y toda esta gente? Mis abuelos, Nell y dos personsas que no conozco estaban en la sala de estar, no me gusta esto, no me gusta para nada.

—Hija, ellos son los padres de tu prometido Leonard y Maritza —enunció mi papi.

Fue la primera vez que ví a Nell con una expresión seria, tipo negociador.

—Hija ven siéntate a mi lado —ordenó mamá con una sonrisa forzada.

Yo obedecí e hice lo que me dijo.

—Estamos aquí para discutir el matrimonio de mi hija, matrimonio del cual yo nunca estuve de acuerdo —discurso yendo directo al grano.

Como adoro a la mujer que me dió a luz.

—Eso ya se hizo cuando ella tenía un año, se casara con Eak al cumplir los veinte y heredará el negocio de la constructora —alegó el abuelo usando su bastón como mazo de tribunal.

—Nunca le pidieron opinión a mi hija ¿acaso creen que es un objeto para usarla a diestra y siniestra? —recitó en contra del abuelo.

—Esto es por su futuro. Todo lo que hacemos es por el bien de nuestra nieta —enunció el mayor de cabello canoso.

—Si ella no quiere casarse, está bien no podemos obligarla después de todo —comentó Leonard.

—Padre yo no necesito una mujer tan quisquillosa e infantil como Talía —añadió Eak tratado de rechazarme como prometida —Creo que ella combina más con Nell.

¿Espera que? No te agrado y vas a meterme a tu hermano mayor por los ojos ¡Estás loco!

—¿Hermano estás seguro de que no quieres comprometerte? —preguntó Nell de idiota mirándome como el sinvergüenza que es.

—Si, no necesito una esposa que me haga pasar “vergüenza” en lugares públicos, además no me atrae como mujer, solo la considero buena compañía —contestó ante la interrogante.

—Bien entonces haremos un cambio ¿Nell estás de acuerdo a comprometerte con Talía? —le sugirió el abuelo a la sanguijuela.

—Claro, estoy de acuerdo. Talía es una hermosa jovencita, y cuando sea adulta, será la envidia de muchas mujeres —afirmó con una sonrisa de oreja a oreja.

O sea que demonios, me comprometen con el hermano menor y ahora el mayor ¿No podemos cancelar este compromiso? ¡Porque tengo que tener un destino tan cruel!

—Bien ahora le preguntaremos a la novia ¿Quieres estar comprometida con Nell Talía? —me preguntó mi abuelo con su rostro pacífico y tierno.

¡Abuelo no me hagas esa trampa! Esa cara que nadie se atreve a rechazar, esa su arma de persuasión más letal.

Todos centraron sus ojos en mí en espera de mi respuesta a este nuevo convenio, y los únicos que estaban de mi lado eran mamá y Marcelo; papá no podía desobedecer los mandatos del abuelo, él es su único hijo y creo que ya voy entendiendo porque huyó de casa y lo dejo todo por mamá; de seguro fue obligado al igual que yo lo iban a casar con alguien que no quería.

Mis pensamientos estaban un poco desordenados y esas miradas hacían que me pusiera tensa e incómoda.

—¿Alguien quiere un poco de té? —interrumpió mi papi tratando de ayudar un poco.

No hubo nadie en contra de esa sugerencia, y Marcelo le ayudó a preparar unas galletas extras para acompañar la bebida.

Veinte minutos después, papá con una bandeja de tazas y la tetera con agua caliente, junto a mi hermano con las galletas, sirvieron la merienda tardía, ya que pasaban de las tres y faltaba poco para que dieran las siete de la noche.

Al parecer el té verde relajo un poco el ambiente, y los adultos estaban dialogando sobre el sabor de la bebida y de los bocadillos, comparando y degustando en armonía.

Entre tanto, Nell no me quitó la mirada desde que me preguntaron si yo lo aceptaba como futuro esposo, y esa sonrisa y gestos de emoción que expresó parecía como si el fuera un adolescente enamorado, demasiado cariñoso para mi gusto.

Soy la chica feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora