60. ¿Acaso no sabes con quien hablas?

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La decoración era hermosa. El salón que una vez use como base de operaciones para almacenar mis libros infantiles, ya no era el mismo lugar, estaba todo con una hermosa tonalidad anaranjada y dorada; el gran candelabro colgando en el centro del lugar; los centros de mesa con bellas flores, y la mesa del gran buffet tan larga y variada. Digno de un paisaje de cuento de hadas...

—¡Y tu qué haces aquí puta! —gritó.

«Ya empezó lo bueno» —pensé con emoción.

—Arlen deja de exagerar. No hagas un escándalo —le advirtió Nell.

—Déjala tranquila, no ves que la pobre está triste por ver a su enamorado con otra —le contesté a mi prometido.

—¡Cállate puta! ¡No lo toques, él es mío! —bociferó nuevamente llamando la atención de los invitados que, poco a poco, comenzaron a comentar sobre el suceso que aconteció.

—¿Tuyo? ¿Desde cuándo los seres humanos somos propiedad? Creo que dicha frase está fuera de lugar, ya que, esa época de esclavitud y sumisión, acabó hace varias décadas, aún así, dices que es ¿Tuyo? ¿Con qué derecho dices esas palabras joven dama?

—Yo bueno... ¡Cállate! ¿Qué sabes tú de eso? Solo eres una vagabunda que usa su cuerpo para ganar dinero, no estás a la altura de usar esa ropa, ni de estar junto a él —habló con nervios, y se acercó a mí con intención de romper mi vestido.

Tomó una parte de mi vestido, la que ya estaba rota por defecto de fábrica, y la quiso destruir más, para dejarme en paños menores.

Fue lo peor que pudo haber hecho...

—¡Arlen! ¿Pero qué has hecho? ¿No sabes con quién te estás metiendo? ¡Te digo que la dejes tranquila! —le gritó él al hacerme aquello.

Entre la multitud, el abuelo Pablo llegó hasta mí, me saco del cúmulo de personas, y me llevo a una de las habitaciones...bueno a mi habitación que usaba de niña.

—¿Recuerdas esto mi pequeña?

—Como olvidaría está habitación, con mi librero de cuentos y mi cama de princesa, abuelo —le dije al abrazarlo.

—Llamaré a Olga para que te cambies de ropa, espera unos minutos —enunció.

Y se cumplió lo que dijo, luego de unos minutos Olga apareció, y me miró con ojos llorosos abrazándome...

—Pequeña señorita, justo el día de su debut como una Sirhe; pero no sé preocupe, yo misma le tengo unos vestidos, que se verán perfectos en usted —habló motivada buscando en mi closet.

¿Habrá ropa que me quedé allí?

Esperemos que si...

Después de ver como la dulce jefa de las amas de llaves buscaba un vestido para mí, y lo encontrara, que por cierto lo logró, dicha prenda era color lila oscuro, tirando al negro, era tipo princesa, corto adelante y largo atrás, junto al vestido usé unas zapatillas a mi medida del mismo color, no muy altas.

Olga quería ponerme una corona y yo me negué, ya no soy aquella dulce niña que amaba lo rosa y a las princesas, los años pasaron, y ahora soy otra chica. Más gótica se podría decir...

Al bajar las escaleras, el abuelo me esperaba, ya habían muchos invitados, y él con un micrófono dijo:

—Esta noche les presento a esta bella y dulce jovencita, Talía Sirhe Park, mi nieta. Y la que será la heredera de mi empresa y mis bienes —discursó con orgullo —Ahora la dejo con su prometido. El joven presidente de la constructora Leynor, Nell Leynor —Terminó de hablar para entregarme a Nell, quien estaba a unos pocos pasos de nosotros.

—Muchas gracias señor Sirhe, la cuidaré como si fuera el mayor tesoro —le respondió con educación y caballerosidad —Te ves hermosa con ese color, y tus piernas son deliciosas —me susurró al oído al tomar mi mano, y como era observada por todos, tuve que sonreír con inocencia para hacerles creer.

Los metiches de los reporteros comenzaron a tomarme fotos junto a Nell, fue gracias al abuelo que tuve un poco de privacidad para ir junto a mi futuro esposo al buffet, porque quiero comer, y después de todo, el evento fue organizado para mí, así que tengo que disfrutar un poco ¿No? Tengo ese derecho.

En cuanto a la chica Arlen, la ví siendo observada de mala manera, sentada en un rincón con su móvil último modelo, de esos que te cuestan un almuerzo de lujo.

Parece que en su casa la van a regañar por tratarme como prostituta, profesión que nunca he ejercido, y no planeo hacerlo.

Soy la chica feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora