49. ¡Nadie me gana!

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Y ahí estaba yo, esperando que él saliera del auto primero, abrazando la bolsa de libros como si fuera mi almohada, a quien le comento mis sin sabores de vez en cuando.

Al observar desde la ventanilla pude ver que llegamos al mismo edificio que la otra vez ¿así que me vas a secuestrar en tu casa engendro mal parido?

-Talía puedes bajar primero -me dijo.

-Este edificio no tiene estacionamiento, esperaba que nos bajaramos allí -comente tratando de disimular mis nervios.

-Si lo tiene, pero es mejor que te bajes y yo llevo el auto hasta allí -afirmó.

-Entonces ¿Pretendes dejarme aquí en la oscuridad y sola? ¿Acaso no sabes que debes cuidarme? Eres el adulto aquí -le contesto agarrándolo por la camisa, cara a cara mirándolo indignada.

-¡Oh! Estás muy violenta tesoro ¿Tanto deseas tenerme a tu merced? -enunció son sensualidad tomando mi barbilla con uno de sus dedos -¿Si tanto me quieres por qué te resistes? Tú realmente me atraes, y este compromiso es lo mejor que me ha pasado después de perder mi virginidad y...unas cuantas cosas más. Talía eres un hermoso diamante en bruto, y me encantaría pulirte -agregó tratando de acercarse más a mí.

-Si estás tan contento y ansioso hazlo, tómame, pero te lo advierto no saldrás vivo de esta o al menos no en todas tus facultades, recuerdas que soy menor de edad ¿futuro esposo? Sabes que si lo haces tendrás problemas con el abuelo Pablo -lo amenace quedando a centimetros de su rostro.

Si él quería jugar, pues juguemos; ahora si tiene sesos en su cerebro va a pensarlo dos veces antes de hacerme algo o eso creo, este tipo es más impredecible que la leche hirviendo, nunca se sabe con que trucos sale.

-Eres toda una víbora en desarrollo, no me imagino como serás cuando seas toda una adulta -habló con el mismo tono sexual, dirigiendo sus palabras a mi oído.

Maldito idiota cree que unas palabritas van a poder hacerme ceder, no, no eso conmigo no va; es mejor que le susurre sus frases de galán antes del sexo a las putas y las fáciles que buscan una aventura.

Aún estando yo agarrándolo y el tocando la punta de mi barbilla, estaba esa tensión en mi cuerpo, nerviosa y asustada de lo que pudiera hacerme, pero aún así no dejé sucumbir por él, eso jamás, aunque me cague del miedo no dejaré que me sometan ¡no soy una pendeja!

-Estas temblando...-Continuo con el susurro -¿Quieres ser besada por mí, sentir mis labios recorrer todo ese pequeño cuerpecito tuyo? -agregó con el tono promiscuo que lo caracteriza.

Sin embargo yo no me iba a quedar atrás, si Nell podía hacer esos juegos de seducción conmigo ¿porqué yo no podría hacerlos? Solo tenemos unos siete años de diferencia y es mejor aprender desde pequeño.

Nos despegamos y el salió primero, yo di un largo suspiro, son demasiadas sensaciones las que he experimentado hoy y la noche apenas está comenzando.

¡Santos de las galletas y los suculentos pasteles de crema, denme su fuerza para resistir a este hombre!

Luego de mis súplicas hacia los dioses de los postres, Nell me abrió la puerta y dejamos el auto enfrente del apartamento; yo con el riesgo de que ocurriera algo le dije:

-Agarra mi brazo, en un futuro próximo, tengo que acostumbrarme a tocarte y prefiero que sea ahora para no mirarte asqueada y hacer que pases el ridículo -argumente y así lo hicimos como si de una pareja se tratara, aunque ni siquiera éramos amigos con derechos y dudo que lo seamos.

-Después de lo ocurrido aún tienes agallas para tocarme, toda una valiente y orgullosa chica; no mejor dicho, niña -bufó mirándome ya dentro de ascensor.

-Te tengo que contar algo, ven acércate a mí oído -Lo tente un poco.

Al verlo de cerca, respiré hondo, tome su rostro hasta llevarlo a mí altura y lo besé; la bolsa que antes yo tenía la portaba él y cayó al suelo al hacer mi jugada, su rostro solo era puro asombro el mío una mirada determinada, en ningún momento cerré mis ojos.

¡A mí nadie me gana!

Incluso sacrifiqué el tan preciado primer beso, para lograr mi objetivo, y valió la pena ya que él luego de soltar la bolsa me tomó por la cintura y quiso continuar con el choque de labios que yo había iniciado, ansiaba más de mí.

Soy la chica feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora