62. Bueno...

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Mientras traían las bebidas que se iban a ofrecer en la casa, mamá y Nell hicieron un diálogo en código que apenas pude entender, era más complejo que una ecuación de segundo grado, y eso ya era complicado...

—Entonces... La princesa fue ofendida y que hizo el príncipe junto a ella, ¿La defendió? —preguntó mi madre.

—Bueno, luego de que la antagonista le destrozará el vestido, la princesa y su abuelo se fueron del salón; luego de unos minutos ella reapareció con un vestido aún más hermoso, y frente a todos les anunció, que ella sería la próxima reina junto al príncipe. Todos quedaron impactados, en especial la chica que le llamó “sin clase” y “pobretona”, esa miró a la princesa heredera con mucha envidia y celos. Al final ellos se casaron, y gobernaron el imperio con humildad y amor —Terminó de relatar mi acompañante.

Yo me quedé con una mueca de confusión y desagrado respecto a su pequeña historia de príncipes y princesas, mi madre en cambio, quedó encantada e incluso aplaudió complacida, con lo que le había contado Nell...

¿Qué diablos fue lo que se dijeron que no entendí? ¿Esos códigos raros me dieron dolor de cabeza de tanto analizarlos? ¿Qué princesa y príncipe eran esos? ¿Y la bruja malvada? ¿Y el dragón? ¿El cazador?

En fin, después de eso su lenguaje se normalizó, al parecer la información que se tenían que decir, ya se la habían mandado. Y yo sin saber nada.

Papá entró en escena, y con él, una bandeja de té verde, té negro para mí y unas golosinas para acompañar. El hombre comenzó a servir la bebida a todos los presentes, y de reojo vi una especie de parche en su mejilla derecha, pegado con varios trozos de cinta adhesiva, de esa, que tenemos en el botiquín de primeros auxilios.

Casi me ahogo con el té al verle eso en el rostro ¿Qué pasó aquí? ¿Mami hizo de las suyas? ¿De verdad pelearon otra vez?

La sonrisa apagada y tímida de papá en aquél momento, no se apegó a ese cuerpo redondo, igual a la de un osito tierno y alegre que, usualmente lo caracterizaba.

Lo único que quería saber era ¿Qué sucedió mientras no estuve? Pero ese té, y las parábolas que formaban mi madre y Nell me lo impedían, y no me dejaban averiguar. A fin de cuentas, tendré que recurrir a hacer un pacto con el demonio que vive conmigo, para saber el misterio de las actitudes de mis padres...

—Hija, si estás cansada puedes irte a dormir. No olvides cepillar tus dientes —me indicó con una sonrisa, aunque claramente era “vete a dormir”.

Creo que mi capacidad de adaptación y actuación, es gracias a mamá. Hace mucho que no la veía actuar así...

—Si madre, me iré a dormir. Tengo clases mañana. Buenas noches a la dos. Espero que les vaya bien —dije obediente y me fuí de ahí. De todos modos no entendía que rayos se decían, así que era mejor salir que escuchar tantas palabras fuera de mi comprensión.

Me quité el vestido que había usado, y lo tiré al cesto de la ropa sucia. Y con mi pijama puesta caí como fruto de un árbol a mi cama, deje mis lentes en la mesa.  Y, poco a poco, comencé a recordar lo que había hecho durante el día...

—¡Mocosa! —me gritó al oído Marcelo —¡Es hora de ir a la escuela! —Continuó hablando con felicidad. Él adora molestarme, pero el sentimiento es mutuo.

—¡Ya estoy despierta cabeza de mono viudo! No hay necesidad de hacer un alboroto.

—Es que hoy, es un día especial hermanita. Adivina quién se quedó a dormir —enunció aún con ese rostro fastidioso.

—Ni que Nell se haya quedado aquí, él tiene que dirigir una empresa —hablé colocando mis anteojos en mis ojos y parándome de mi cama.

Mi hermano se me quedó viendo con burla y luego dijo con ahínco:

—¡Eres una bruja, cómo sabes que tu hombre está aquí!

Di mi boca salió una sola palabra:

—¡Que!

¿Cómo que Nell está aquí? ¿Porqué se quedó? Acaso nuestro acto, no iba a iniciar en horas de la tarde... O mi madre hizo algo, otra vez ella, y sus misteriosos movimientos.

Espera... Eso no es lo más importante. ¡Nell está aquí! ¡Y que pasaría si viene a mi habitación, y me ve desnuda!

Soy la chica feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora