33. ¿La radio?

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Que felicidad obtuve muchos tesoros en el área de fantasía...bueno en la caseta de una nueva autora que descubrí. Jeancelly, que mujer más amable.

Continúe mi rumbo hacia terror y busque el palo (persona) más alto de toda el área y grite; todos se me quedaron viendo, unos alarmados y otros sorprendidos; pero me valió un pudín de chocolate sus reacciones, después de todo estoy aquí por libros y cositas bellas, no para hacer un escándalo como la estúpida y plástica de Alia.

—Hola de nuevo Talía ¿cómo te fue allá? —señaló con su dedo hacia el área de fantasía.

—Me fue tan bien, que obtuve ocho libros gratis y conocí a la autora de ellos —presumí orgullosa con la frente en alto.

Él tenía una bolsa reutilizable, de esas que son para el cuidado del medio ambiente y al parecer ya estaba un poquito pesada. Parece que compró unas cositas en terror.

Retomamos nuestra exploración hacia otro puesto, en este caso fuimos a ver los relatos, no tienen muchas páginas y son fáciles de leer por eso son más baratos, pero su precio no decide la calidad del escrito, sino el empeño y paciencia del autor al plasmar su obra.

Un aparador con muchos libros delgados fue la entrada de dicha caseta, algunas personas leían, otros tomaban fotografías, entre otras actividades realizadas por los transeúntes; yo por otro lado ví un libro que llamó mi atención.

¿La radio? —recite al nombrar el título.

Eak me miró, yo guardé silencio y procedí a leer la sinopsis. Sin duda; interesante. ¡Lo quiero!

El costo era de ochenta, no estaban tan caro así que lo compré, me dieron un marcapáginas de monstruo como regalo y nos fuimos, aunque mi acompañante también tomó una historia corta titulada “Pupilas  comestibles” la portada ya de por si me daba miedo, ni siquiera me atreví a verla de cerca. Soy muy miedosa.

Después de dejar el sitio, nos sentamos en una de las bancas que estaban disponibles a tomarnos una pausa.

—Talía tienes hambre, si quieres podemos...

—No te preocupes, ahora lo primordial son los libros. Más tarde comeré de lo que tengo en mi mochila —interrumpi de golpe su acto de amabilidad.

No lo niego, parece un individuo decente, pero...no es para mí.

—¡Ah claro! Está bien entonces, nos iremos a comer más tarde —comentó encogido...algo tímido; como chica adolescente en su primera cita.

Yo me burlé sin que se diera cuenta claro, no quiero que empiece a gritar como bebé hambriento, eso sería desagradable y más viniendo de un adulto.

No se vería bien.

Volvimos a la exploración. Él y yo recorrimos el área de romance; muy colorido y corazones por doquier. En ese instante quería vomitar, era demasiado lindo y adorable para mi gusto.

Soy fanática del romance pero, no por ello tengo que gozar de tanto colorido.

En fin, comencé a anotar los títulos de mi agrado; y pues a decidirme por cual comprar, ya que solo me quedan cien, y tendré que pedir prestado a mi compañero para comprar mis ejemplares, pero antes tendré que comprar el dichoso póster de mamá, si quiero permanecer en una pieza.

“Rechazada por ellos” el último libro de la trilogía Corazones Rechazados” genial me hacía falta el tercer libro, qué bueno que lo encontré aquí.

—Eak, si no es inconveniente para tí ¿puedes prestarme algo de dinero? Te lo devolveré en cuanto reciba mi mesada; es por una buena causa, no he leído el último libro y necesito saber que sucederá al final —le expliqué ansiosa.

Él se me quedo viendo por unos instantes y luego me preguntó: “¿Qué cantidad necesitas?”

Yo me le respondí y él me dió el dinero, incluso me dijo que me quedará el sobrante, ¿no le importa gastar su dinero en una desconocida?

Pensé en aprovecharme de su amabilidad desde un principio, pero creo que es demasiado de mi parte. ¡Se ve demasiado inocente! No tiene ningún parecido a su fogoso e inepto hermano.

Al obtener mi precioso, salte de alegría, y si eso fue literal. No me importa las miradas confusas de los demás, mi mayor tesoro estaba conmigo.

Luego de expresar mi inmensa satisfacción por el libro, nos fuimos a comprar el póster de la telenovela de mamá, anduvimos a pie ya que la tienda que vendía dichos artículos estaba frente al parque; y mi madre diciendo que era al lado, pamplinas.

Soy la chica feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora