04: Milagro

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Lidia despertó exaltada y nerviosa, pero todo a su alrededor estaba en su lugar. No había tal desorden que ¿se imaginó? ¿Soñó? Que difícil fue para ella pensar que estaba en la realidad porque no sentía dolores en ningún lado de su cuerpo. El sol la revitalizo, como si fuera un girasol, se llenó de energía y tomando todo como un mal sueño, porque nada había cambiado en su entorno, se dispuso a vestirse para retomar su empleo aunque no se le quitaba de la cabeza el hecho de que llamaría a Deaton por aquellos sueños y como nunca, su teléfono sonaba y sonaba. A penas pudo hacer sus actividades con tranquilidad, porque una oleada de clientes le comenzaron a hacer pedidos y hasta incluso una reconocida modelo quería patrocinarla con sus modelos que le habían causado una buena impresión, después que una de sus amigas comprara en su tienda.

A Lidia le habían comentado que en cierto unto de su negocio ocurriría esto, pero nunca pensó que eso sería tan pronto y de esta envergadura. No podía hacer esperar a Kendall Jenner. No todos los días su representante quiere que ambas almuercen y hablen de negocios. Con los ánimos cargados salió de su departamento camino a su tienda con su reluciente pelo, deslumbrando a todos mientras pasaba por entre las multitudes en su rutina poco privilegiada en comparación a la de la chica pelirroja, próxima a ser exitosa en el campo de la moda.

🌙

Los días se hacían monótonos y aunque no lo admitía, si no fuera por Isaac se hubiera vuelto loco. Sin su mujer y su hermana estaba solo contra la vida, que cada vez le quitaba más y más y le daba menos. Solo tenía a Alison, pero ahí estaba ella, en un coma inducido porque aunque estaba estable dentro de su gravedad, aquella herida, aquel toque de muerte por la katana de los oni, la dejo inconsciente y sin posibilidades de recuperarse. Habían pasado años de aquello y aunque se alejó de todo, le pesaba no haber alejado a su hija de todo aquel ambiente.
Desde que llegaron a Paris, el que saco adelante a Chris fue el rubio de rulos que todos los días le alimento y aseo, mientras que el mayor estaba en un trance, en shock por todo. Todos los días era lo mismo, alimentarle, asearle, limpiar y Isaac nunca se aburrió de aquello, aunque por las noches se escuchaba tenues sollozos de cansancio y pena por el desenlace de lo que prometía ser para él, ser parte de algo grande, donde pudiera sentir pertenencia y recibir el cariño que nunca recibió.

Ahora que Chris se podía valer por sí mismo hacia siempre la misma rutina a la que le acompañaba Isaac y parte de ella era infaltable ir al hospital a ver a su querida Alison. Le tranquilizaba saber que no sentía dolor alguno, pero a la vez añoraba una sonrisa de parte de ella. Sabía que Isaac también le extrañaba y le quería, porque aunque pudo haberse ido debido a las interminables veces en la que Chris le ataco, por recordarle aquel momento, por recordarle a Beacon Hills, no lo hizo. Permaneció a su lado siempre, hasta convertirse en un compañero para el que le llenaba el vacío. Alguien en quien llego a depositar su total confianza y que quería. Entre tanto odio por aquel pueblo y a sí mismo, llego a querer a Isaac y el rubio lo único que esperaba era la aprobación de Chris y lo había conseguido.

Habían días en los que ambos lloraban sin parar y días en los que podían reír como idiotas y también estaban esos términos medios como lo eran la mayoría del tiempo, sin sentir alguno como si no tuvieran alma, como espectros en pena deambulando por esa enorme casa que tenían en medio del bosque. Fuera de Isaac, si alguien viera al Argent, no lo reconocería. Estos años no pasaron en vano y su vida se iba consumiendo a tal grado que sus habilidades se habían ido desapareciendo, y aunque no eran todas, si las más importantes.

Es por eso que Isaac decidió insistir en su entrenamiento a pesar de que se sentía muy envejecido. Chris en ese momento envidio no ser un hombre lobo. Isaac se veía más maduro, pero su piel seguía siendo lozana y tersa como la de un adolescente, pero Chris debía admitir que le sentaba muy bien aquella barba que se dejó como la de él, aunque siempre le molestara diciéndole que no le quedaba. Un juego entre ellos.

LOST YEARS (a TEEN WOLF story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora