diecisiete

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¡Especial Navidad!
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Dos semanas después...

Me levanté cansado y con las sendas ojeras. Tomé mi celular y vi los mensajes de la Trinidad.

Trini (vieja culiá)

+Hola):
+Sé que no hemos hablado desde lo que pasó
+Te extraño culiao:/

Por un momento, sentí el corazón acelerado, pero negué esa idea errónea que pasó por mi mente.

No le respondí.

Me fui al baño y me duché rápido para no llegar tarde al Liceo, ya que había faltado caleta y no quería quedarme repitiendo por asistencia.

—¡Benja!— sentí que me gritaron y cerré la llave del agua. Era la voz de mi mamá.

—¿!Qué!?— grité. Solo escuchaba las gotas que caían de la ducha, pero no escuchaba la voz de mi mamá.

¡Puta la hueá, odiaba que me gritara y después que se quedara callada!

Abrí la llave y me bañé nomás.

[...]

Apenas salí de la ducha, me sequé y me puse la toalla en la cadera, mi mamá me estaba esperando.

—Benjamín, hace media hora te estoy llamando.— estaba cruzá de brazos y enojada.

¿Qué cagá me mandé ahora?

—Me estaba bañando.— tomé la toalla entre mis manos para que no se me cayera.

—¿Por qué has faltado al Liceo?— me preguntó y se apartó para que yo entrara a mi pieza.

—He ido todos los días.— mentí.

—¿Y por qué cresta me mandaron un correo diciendo que has faltado casi toda la semana?— me quedó mirando y siguió.—¿A dónde mierda te vas?— me senté en la cama y se puso al frente mío.

—Mamá, no me retí', después te explico.— le pedí.—Tengo que vestirme.— le dije y negó, luego caminó hasta la puerta y se fue.

Eran solo las siete de la mañana y ya me andaban retando.

Me vestí rápido, ordené la cama y fui a tomar desayuno.

—Sé que terminaste con la Ignacia y que te cuesta concentrarte, que amas mucho a la Ignacia, pero debes ponerle empeño...— la interrumpí.

—Mamá, me cuesta.— la miré a los ojos y me senté a la mesa.

—¡Lo sé, lo tengo claro!— me sirvió café y me dio pan tostado.—Estai en el último año, no puedes mezclar lo académico con lo sentimental, ya hemos hablado de esto.— lo decía tan simple, tan fácil.

Es que no, me era díficil no mezclar lo académico con lo sentimental, porque todo iba conectado con todo y no podía dejar de pensar en eso, o más bien, en ella.

—Perdón, dejaré de lado lo que siento.— susurré.

—¿Dónde vas cuando no entras al Liceo?— se sentó al frente mío.

—Por ahí.— contesté y tomé del café.

—¿Has ido al psicólogo?— suspiré. Ni siquiera podía tomar desayuno sin que me retaran.

—No, no he tenido tiempo.— ya se me habían quitado las ganas de comer, así que dejé el pan intacto como estaba y alejé la taza del café.

—¡Peeeerdón, señor empresario, no me había dado cuenta de que trabaja demasiado!— me gritó.

—Ya, basta.— susurré con un nudo en la garganta. Comencé a recordar muchas hueás y escuchar a mi mamá retándome, era el doble de colapso.

—¿Basta?— dijo irónicamente.—¡Benjamín, me sacó la cresta por ti, trabajo todo el día!— dejó de gritar cuando se dio cuenta de que comencé a llorar.

Odiaba llorar al frente de mi mamá, porque me sentía débil.

Fui a buscar mi mochila a la pieza y cuando volví, mi mamá me tomó del brazo y me sentó en el sillón. Me sequé las lágrimas y mi mirada se mantuvo en el suelo.

—Perdón, Benjamín.— se sentó a mi lado y me hizo cariño en la mejilla.—Perdón por hacerte llorar, me pasé.— me abrazó y me quedé un rato llorando.

Me acosté en sus piernas y me hizo cariño en el pelo húmedo, de a poco se me cerraban los ojos hasta que me quedé dormido de golpe.

[...]

Desperté en el sillón con el uniforme y me di cuenta que no había nadie en el departamento. Me levanté y saqué mi celular del bolsillo del pantalón y vi la hora; eran las dos de la tarde.

¿Me están huebeando que me quedé dormido y no fui a clases?

Fui a mi pieza y me quité el uniforme y me puse una polera al azar con un short. Me iba a sentar en el sillón, cuando tocaron el timbre y fui a ver quién es.

—Hola.— vi a una mujer con un piercing, bajita y con pecas; era la Trini.

—Hola, pasa.— sonreí y entró.

—Te vine a ver, el Diego me dijo que has faltado caleta y me dejaste en visto.— se sentó en el sillón y dejó su mochila, que era negra, a su lado.

—He faltado porque no me he sentido bien y hoy día tuve un problema.— le expliqué y me senté a su lado.

—Necesitamos hablar.— hizo un puchero y me dio ternura.

—¿De qué?— me hice el hueón y se acercó a mí.

—De lo que pasó.— pasé un brazo por arriba de su hombro y la acerqué más a mí, muy cerquita.

—Es que yo creo que no hay nada de qué hablar, lo que pasó, pasó, dijo el Daddy Yankee.— dije y nos reímos.

—¡Ya po, habla en serio!— me retó entre risas.

—Pero si es la verdad, ya pasó y no te voy a juzgar por eso, porque sé que extrañai a tu ex y al papá de tu hijo.— le sonreí.

—Awww, gracias por ser tan compresivo.— me abrazó.

—Igual sé que te gustó.— susurré y se cagó de risa.

—No te voy a negar que me gustó que me siguierai el beso.— sonrió tímidamente.

—¿Querí comer algo?— le pregunté y asintió.

Fui a la cocina a buscar algo de comer y solo encontré una bolsa de Chispop y unas galletas del Luciano.

[...]

—¿Y cómo está el Benja?— le pregunté a la Trinidad, mientras comía Chispop.

—Mejor, ya puede respirar bien y ya no tiene que tomar tantos antibióticos.— sonrió.

—Que bueno.— le hice cariño en la mejilla.

La Trinidad me causaba ternura, me daban ganas de cuidarla y no hacerle daño.

—¿Y qué onda con tu ex?— me preguntó y sentí como algo me dolió.—¿Cómo vai con tu plan?— ella tenía claro lo que intentaba hacer, o sea, mi plan para volver con la Ignacia.

—Le he dado tiempo, no quiero presionarla.— bajé la mirada y sentí una mano en mi barbilla y que me obligaba a levantar la cabeza.

—Oye, mírame.— me susurró y la miré.—No importa si no funciona, diste lo mejor de ti y si no se da cuenta, ella se lo pierde. Erí' un mino la raja, loco, recuérdalo siempre.— me tomó de la mano y sonreí.

—Gracias Trini, de verdad.— la abracé.

—Te quiero, morocho culiao.— susurró y me reí.

—Te quiero, vieja culiá.— le dije.

N//A: ahora no sé a quién shippear):

Ig: weaoriginal

-WeaOriginal🌚✌

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