treinta y uno

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—¿Estai seguro?— le volví a preguntar al Diego.

—Benja, erí mi amigo, ¿por qué chucha te mentiría?— me respondió. Ya habíamos arreglado el problema que tuvimos, que realmente, fue una tontería.

—Pensé que no era así.— susurré.

—Le revisé todo el chat.— me dijo y asentí.

—Ya voy a hablar con ella.— el Diego me dio una palmada en la espalda y caminé por el pasillo largo, hasta llegar a la sala de la Trinidad.

Me asomé al marco de la puerta y la vi sentada casi al final. La sala estaba vacía, porque todos estaban en la charla sobre la Psu.

—Hola.— me saludó y sonrió apenas me vio.

—Necesito hablar contigo.— le dije y me quedó mirando.—Es importante.— agregué. Hasta el momento, yo estaba calmado.

—Dime.— se puso derecha en la silla y yo me acerqué a su puesto.

—Cuando entraste al colegio, ¿sabiai que yo estaba con la Ignacia?— esa pregunta no se la esperaba, porque de a poco su sonrisa desaparecía.

—No, me enteré al mes después.— dijo sinceramente.

—¿Por qué no me dijiste que tu hermano es el pololo de la Ignacia ahora?— se quedó callada ante esa pregunta.—¿En serio te hiciste una cuenta aparte para tirar mierda?— me refería al anónimo cobarde que le comentaba a la Ignacia en las fotos.

—Te puedo explicar...— le interrumpí.

—¿!Explicar que me separaste de la Ignacia, para que tu hermano se quedara con ella y yo contigo!?— le grité y vi que se le llenaron los ojos de lágrimas.—Esta huea estaba arreglada y ahora me vengo a dar cuenta, ¿cómo mierda pudiste ser de esta manera?— le pregunté y siguió llorando.—Hueón, entraste a mi vida, te dejé que conocierai a mi hermano y a mi mamá, hiciste que terminara con mi polola y solo porque me encontrabai rico, ¿qué clase de hueas y chantajes usai? Porque déjame decirte que la huea te salió tan bien.— dije rápidamente.

—Perdón, pero es que...— la volví a interrumpir.

—¿Qué tan mierda podí ser?— le pregunté. Se puso a llorar brígido, pero realmente sabía que estaba fingiendo.—Me cagaste la relación, mi entorno y mi vida. No quiero volver a verte, tampoco me busquís'.— me fui de la sala echo un peo, pero es que realmente no podía creer lo que había hecho y no estaba enojado, mas bien, me sentía sorprendido y anonadado.

La Trinidad había planeado esto con su hermano, para separarme a mí y a la Ignacia. Se había creado una cuenta anónima para tirar mierda y el Diego se había dado cuenta de eso, porque se habían juntado y le había sapeao' el chat de WhatsApp.

—Cabezón.— escuché y me di vuelta. El Diego caminaba hacia mi, andaba como asustao.—¿Le vai a decir a la Ignacia?— me preguntó cuando estuvo más cerca.

—¿Debo hacerlo?— le respondí con una pregunta.

—Si no queri que sufra, sí.— me respondió sincero.

—Después de clase.— asentí y bajé la mirada al suelo.—¿Me acompañai?— le pedí.

—Sí dale, yo te apaño.— contestó y nos quedamos en el pasillo.

[...]

Hice la rutina que realizaba hace un par de meses; tomar dos metros, caminar una cuadra, saludar al conserje, entrar al ascensor y apretar el botón número tres y caminar hasta la puerta dieciséis.

—¿Estai nervioso?— me preguntó el Diego en el ascensor.

—Algo.— moví un poco mis manos y las metí en el bolsillo del pantalón.

—Tranqui, de seguro va a escuchar.— me apoyó el Diego y asentí. Apenas se detuvo el ascensor y se abrieron las puertas, sentí como todo mi interior se ponía tenso.

Caminamos por el pasillo, hasta llegar a la última puerta. El Diego tocó suavemente, pero no hubo respuesta alguna. Nos miramos mutuamente y volví a tocar la puerta, luego de unos segundos, la puerta sé abrió.

—¿Qué hacen acá?— preguntó la Ignacia. Estaba confundida y tenía muy abiertos sus ojos, realmente no se lo esperaba.

—No cierres la puerta, te venimos a decir algo importante.— habló mi amigo, rápidamente.

—¿Está el culiao?— hablé, refiriéndome a su actual pololo. Su expresión se relajó al escucharme, pero seguía anonadada.

—Fue a comprar pan, debería volver en cualquier rato.— contestó y el Diego entró como si fuera su casa, yo igual lo hice.

—Esto es rápido y simple.— dijo mi amigo y yo asentí.—Benja, dile.— me susurró y me puse nervioso.

Puta que se veía rica. Llevaba una polera blanca que le quedaba bastante armada y unos pantalones negros, que por cierto, se le veía el medio traste, conchetumare.

—Pa' hacerla más corta; revísale el celular a tu pololo.— le dije y me quedó mirando con una cara de no entender nada.

—Sabes que no sapeo los celulares.— respondió. Puso la mano en la manilla de la puerta, que aún estaba abierta.

—Hazlo, te vai a enterar de algo que nos involucra a los dos.— le insistí. Me quedó mirando y muy en el fondo, sentí que lo iba hacer.

—Dale, lo voy hacer.— asintió.

—Ya, chao.— el Diego se acercó a darle un beso en la mejilla y salió.

—Chao.— le dije y salí nomás.

—Chao y gracias por avisarme.— agradeció y cerró la puerta. El Diego y yo, nos fuimos tomamos un ascensor y salimos.

Ya estábamos afuera, caminábamos hacia el metro. Me quedé pensando en su reacción, como si sospechara de algo que nunca pudo confirmar.

—Estabai nervioso.— escuché al Diego y lo miré.

—Sí, estaba demasiado nervioso.— contesté.—Se veía bien, bastante bien.— sonreí.

—Dilo nomás.— este culiao me conocía tan bien, que me empecé a reír.

—Se veía tan rica, hueón.— dije care'raja.

—¡Lo sabía!— gritó y comenzó a reírse.—Vai a llegar a tu casa pa puro pololear con la Manuela.— comentó y me reí.

—Eri desubicao.— lo empujé y él me pegó un codazo.

Puta que extrañaba a este hueón y sus referencias sexuales cada diez minutos.

—Oye, ¿vai a ir a la gala el Viernes?— me preguntó e hice una mueca.

—No sé, qué paja.— le respondí.

—Vamos po.— me pidió.-Además, ahora que estai soltero, nos podemos pelar con cualquier mina.— agregó y lo miré mal.—Ya, perdón. Pero, vamos po.— volvió a pedirme.

—Si me convencís', voy.— comenté.

Obviamente no me iba a convencer.

[...]

Cuando llegué a la casa, vi que me llegaron caleta de mensajes y todos de la Trinidad.

Etheareal_____

+déjame explicarte
Fue un error
Perdóname
Nunca quise hacerte daño
:(
Yapo

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N//A: se exterminó el demonio, pero aún no termina el drama.

-WeaOriginal🌚✌🏻

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