Después de algunos meses de lo ocurrido, aproximadamente en Septiembre u Octubre, dejaron de molestarme a mí y la Trinidad. El director nunca nos dijo quién fue, porque no encontraba y no habían culpables de lo sucedido y obviamente, nos tuvimos que bancar dos meses de mierda.
—¿Estai mejor?— escuché la voz de la Trini y levanté la cabeza. Estábamos en recreo, pero últimamente me la pasaba en la sala.
—Un poco.— me llevé la mano a la frente.
—No debiste tomar ayer.— me recordó y volví a sentir el dolor culiao de cabeza.
—Sí, lo sé, pero hace caleta que no tomaba.— mentí.
—Deberíamos dejar de carretear tanto.— sugirió y yo arrugué la nariz.—Cacha que queda poco pa' dar la Psu y no he estudiado nada.— me volvió a recordar y me dolió más la cabeza.
—Tengo más problemas para pensar que andar estudiando pa' una prueba culia.— respondí pesao'.
En las últimas semanas, andaba irritable y los antidepresivos no estaban haciendo efecto alguno. Normalmente, me dormía a una hora razonable, pero estaba empezando a sufrir de insomnio, estaba perdiendo el apetito y andaba bajoneao' todo el rato. En clases, me quedaba raja y a veces, no comprendía lo que me preguntaban.
—Que andai pesado, hueón.— la Trini salió de la sala y me dejó solo.
<<Bacán, ahora me quedé sin polola, sin amigo y sin la Trini>>, pensé.
Estaba chato y quería dormir, así que puse la cabeza en la mesa y la rodeé con mis brazos. Necesitaba un momento de silencio, porque me sentía cansado...
[...]
Después de clases, me fui a mi casa y estaba el Luciano solito.
—¿Qué estai haciendo aquí, enano?— le pregunté. Estaba sentado en el sillón, mientras comía un chiquitín y veía tele.
—Ya había salido hace rato del colegio y la mamá se olvidó de irme a buscar.— me dijo. El colegio del Luciano quedaba a una cuadra de donde vivíamos y no me preocupaba tanto de que se viniera caminando.
—Ah, ya. Después voy a hablar con la mamá.— le avisé y asintió.
—¿Me ayudas a hacer mi tarea?— me senté a su lado y afirmé con la cabeza. Se paró y fue a su pieza a buscar sus cosas, mientras yo me quitaba la mochila y me quitaba la camisa del pantalón.—Es sobre historia, solo tenemos que recortar algunas imágenes y pegarlas.— fue hasta la cocina y dejó el cuaderno en el mesón.
—Ya, ya te ayudo.— apagué la tele y me paré pa' ir a hacer la huea.
—Toma.— me pasó las tijeras y las tomé, pero antes, lo tomé en brazos y lo dejé sentado en el mesón de la cocina.
Comenzamos a recortar las imágenes. La tarea era sobre unos jarrones de los pueblos originarios, que después de recortarlos y pegarlos, tenía que ponerles nombre.
—Luciano, pásame el libro.— le pedí y me lo alcanzó. Hojeé el libro, hasta encontrar los jarrones y comencé a dictarle para que primero escribiera y después pegara las imágenes.
No entendía ni una huea del libro, ya que en mis tiempos, enseñaban de la guerra del Pacífico y era.
—¿Así?— este cabro culiao salió más inteligente que yo y en menos de dos minutos, tenía los nombres escritos y ya estaba pegando las imágenes.
—Sí.— confirmé y pegó nomás. De repente, escuchamos que alguien tocó la puerta.—¿Cachipun quién abre la puerta?— le propuse y aceptó.
—Cachipun.— dijo y perdió al tiro.—Ya voy, pero ayúdame a bajar.— me pidió y lo bajé. Corrió hacia la puerta y la abrió, de pronto, escuché un nombre que me dejó helado.—¡Ignacia!— gritó el Luciano.
—¡Luciano, tanto tiempo!— no me moví, no quise hacerlo, pero mi respiración era agitada.—¿Está tu hermano?— escuché.
—Sí, ya voy a buscarlo.— escuché los pasos del Luciano.—Tu polola te busca.— me avisó.
—Eh, ya. Quédate aquí y sigue pegando las imágenes.— lo subí al mesón y caminé hasta la puerta, la abrí lentamente y ahí estaba.
—Hola.— dijo apenas me vio. Tenía los ojos hinchados y la nariz roja, caché al tiro que estuvo llorando.
—Hola.— la saludé y nos quedamos callados, hasta que habló.
—Te vengo a devolver los polerones.— le salió un hilito de voz, yo solo asentí triste.
Era difícil verla a los ojos, ya que me sentía impotente y nada bien.
Me pasó los polerones y antes, de que se fuera, la tomé del brazo suavemente. Sentí una corriente, apenas la toqué.
—Estai bien, ¿cierto?— le pregunté y asintió con lágrimas en los ojos.
Me había mentido.
—Me tengo que ir, Benjamín.— me dijo y la solté.
—Que te vaya bien.— susurré y se fue.
Entré a la casa y me quedé apoyado en la puerta. Tenía mis polerones devuelta y tenían su olor también, por un momento, supe que estaba mal y quise hacer algo, pero era demasiado tarde cuando ya nos habíamos dejado ir.
—Benja.— me llamó el Luciano y caminé hasta él.
—Estoy aquí.— me acerqué al mesón con los polerones en las manos.
—¿Eso es tuyo?— me preguntó y asentí.—¿y por qué te lo devolvió?— era difícil explicarle al enano, porque se había encariñado tanto con ella y que la dejara de ver para siempre, era doloroso.
—Terminamos.— susurré y sentí que iba a llorar. Yo nunca lloraba al frente del Luciano, porque no quería mostrarme débil.
—¿eso significa que no la veré más?— comenzó a interrogarme y volví a afirmar.—Yo creo que no deberías llorar, porque yo sé que va a volver.— dijo cuando solté algunas lágrimas.
—No enano, las cosas no funcionan así.— le intenté decir que no íbamos a volver nunca, pero no le dije la razón.
El cabro chico no era hueón, pero no quería quitarle el cariño que le tenía a la Ignacia.
N//A: si te entrega todos los polerones, es porque ya no teni posibilidad alguna de volver...o quizás sí. No sé, nunca he pololeado mmh
-WeaOriginal🌚✌🏻
ESTÁS LEYENDO
Plan: cómo recuperar tu interés
Cerita Pendek《Hay un último día para todas las cosas y lamentablemente, todos los días digo que hoy será la última vez que te ame, pero nunca es así》 Él, un hueón que la ama completamente. Ella, una hueona que está confundida. Ellos y una crisis de relación. ¿Qu...