quince

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Me tuve que levantar más temprano de lo normal pa' ir donde mi ex. Hacía más frío que la cresta y me despertaba más temprano y no lo valoraba.

Cuando estuve al frente de su puerta, tuve una pelea interna; no sabía si tocar la puerta y pasarle la carta que había escrito con todo mi esfuerzo o solo pasarlo por debajo de la puerta.

Hice la segunda opción.

[...]

Cuando llegué al Liceo, que fue temprano, el Diego me tomó del brazo y me llevó a la sala cagando.

—¿Le hiciste algo a la Trini?— me preguntó agitado y lo quedé mirando.

—No hueón, ¿qué onda?— me sentí asustado.

—Llegó llorando y no pude saber qué chucha le pasaba.— me explicó.—No sé a dónde está, ya le pregunté a las chiquillas si la vieron en el baño y me dijeron que no.— se cruzó de hombros y respiró.

El culiao estaba preocupado de rial y yo nunca lo había visto de esa manera, jamás, por una mina. Me quité la mochila y la tiré al final de la sala, comencé a jugar con el aro que tenía puesto en la oreja, hasta que se me iluminó la caeza'.

—¿A 'onde vai?— me dijo el Diego cuando salí rápido de la sala.

—¡Vuelvo al toque!— le grité y comencé a correr por los pasillos. Tuve que empujar a hueones de primero medio porque literal, estaban al medio del pasillo.

Algunos culiaos me gritaron, pero estaba tan acelerado, que me importó un pico. Llegué a la parte que estaban remodelando y pasé los nylon's, cuando entré a la enfermería, la vi pal pico. Una sensación me dio en el pecho, no sabía que era, pero sentía que me encogía. La encontré en una esquina llorando.

—Trini, ¿qué te pasó?— me acerqué a ella y me abrazó al tiro.—¿Qué pasa?— la abracé y sentía como temblaba.

Parecía perro chiguagua.

—Mi hijo está en el hospital.— susurró.—Está mal mi Benjita.— recordé que se llamaba igual que yo.

—¿Que le pasó?— la separé de mí para mirarla. Tomé su carita entre mis manos y me miró a los ojos.

—No sé, tenía mucha fiebre y tosía demasiado, temblaba y...— comenzó a llorar de nuevo y sentí que cada vez que sollozaba, se me encogía el corazón.

Yo nunca, jamás, había visto a la Trini llorar, ya que siempre estaba riendo y feliz.

Solo atiné a abrazarla. La sentía tan débil y frágil que quería cuidarla, sentía que me iba a poner a llorar solo por verla llorando, porque se veía tan dolida.

—Ayúdame a hacer la cimarra.— susurró y me separé de ella. La quedé mirando por un rato y dudaba si hacerlo, porque tenía la condicional y si me mandaba otro cagazo, no podía seguir en el liceo.

—Dale.— acepté.—Dame tu mochila y anda a lavarte la cara sin que te vea algún inspector.— le pedí y asintió. Me dio su mochila y salió de ese lugar.

Caminé hasta mi sala con la mochila de la Trini en las manos. Todavía no entrábamos a clases. El Diego se acercó.

—¿Qué pasó?— estaba preocupado.

—Nada, solo di que no vine porque estaba enfermo y si alguien pregunta por la Trini, di que está en la enfermería, por favor.— le rogué al culiao pa que me hiciera el favor.

—Pero, ¿me vai a contar qué chucha pasó?— me insistió.

—Sí loco, te voy a contar después.— le di un palmazo en el hombro y me fui.

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