treinta y tres

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Parte 2/2

Desperté por los gritos y ruidos de alguien.

—¡Despierta, flojito!— me quitaron todas las sábanas de una y fruncí el ceño. Con la almohada, me tapé la cabeza.

—Mamá, cinco minutos.— balbuceé.

—No soy tu mamá, soy tu polola, ahueonao.— sentí que me dio un almohadazo y no me moví. De repente, sentí su perfume muy cerca y abrí los ojos de a poco.—¡Despierta!— volvió a gritar y esta vez, comenzó a saltar en la cama para que me moviera.

—¡Ya voy!— le grité con la voz ronca.

—Hasta despertando eri rico, por la chucha.— tomó mis mejillas y las apretó con fuerza, pero no me dolió.

—¿Qué hora es?— le pregunté.

—Las nueve.— contestó con una sonrisa.

—Ah la hueá, hubiera dormido hasta las doce.— fruncí el ceño y me senté en la cama.

—Ya, anda a arreglarte.— me pidió y asentí.

Tomé una toalla y mi cepillo de dientes, entré al baño y abrí la llave de la ducha. Me lavé los dientes primero y cuando terminé, me quité el bóxer y me metí a bañarme.

[...]

Salí del baño y vi a la Ignacia casi arreglada. Llevaba la toalla en la cadera y me quedó mirando.

—Cámbiate luego, que verte así...— ni siquiera completó la frase y sonreí.

—¿Y si no me cambio?— dije, aún con una sonrisa traviesa.

—Hazlo.— me dijo y asentí. Me quedé parado en el pasillo y caminé hasta ella, lentamente la abracé y gritó.—¡Estai mojado!— se comenzó a reír y la sostuve para que no se fuera.

—Puedo mojarte más.— le dije y me quedó mirando con los sendos ojos.—¡No hablaba de esa manera!— le dije y nos reímos. Sacudí la cabeza y saltó un poco de agua.

—¡Ya, suéltame!— rió. La solté apenas me dijo y se dio vuelta para entrar al baño, yo giré la cabeza para mirarla y me di cuenta que en sus muslos habían manchas moradas y verdes, eran moretones grandes.

—Ignacia, ¿qué te pasó ahí?— se detuvo e intentó mirarse.—Tení' moretones súper feos.— me acerqué a ella y la tomé de la mano, hice que se sentara en la cama y agachó la cabeza.—¿Qué pasa?— susurré y me llevé la mano a la toalla para que no se me cayera. Me puse de rodillas para mirarla.

—Ya tenía esos moretones.— me dijo y asentí.

—Eso es lo que veo, pero, ¿qué te pasó?— insistí.—Por eso te quejaste cuando te alcé ayer en la ducha.— recordé.

—Sí.— dijo.—Lo que pasa, es que cuando tenía relaciones con el Nicolás, el hueón era re bruto y no sabía cómo tratarme.— cerró los ojos y se estremeció un poco.

—¿Qué hueá?, ni que fuera cavernícola po.— le dije y se rió, pero inmediatamente se puso seria.—¿Era penca?— le pregunté y asintió.

—Ese día que viste las pruebas de embarazo, no sabía que hacer. El culiao me obligaba a tirar sin condón, porque no era lo mismo, según él.— me contó.—Tuve un retraso de dos semanas y me tuve que hacer exámenes para ver si no tenía alguna enfermedad.— agregó.

—Tengo unas ganas de mandarle un combo en el hocico al sacohuea, ahueonao.— respondí con rabia.

—Pero ya pasó.— me hizo cariño en la mejilla.—Me iré a lavar los dientes.— me dijo y asentí. Se paró y se fue al baño, mientras yo me quedé pensando en lo que había contado.

[...]

Cuando estuvimos listos, bajamos a tomar desayuno y nos quedamos conversando. Luego, subimos al cuarto, dejamos todo ordenado y fuimos a dejar la llave a recepción. Una vez en su auto, habló:

—Tenemos que ir a otro lugar.— prendió el auto y comenzó a moverlo.

—¿Dónde?— ví lo concentrada que estaba.

—Te vai a dar cuenta solito.— sonrió y salimos del hotel.

Después de volver a Santiago, ví calles que conocía a la perfección. Saqué mi celular para ver los mensajes y la mayoría eran del Diego.

Dieguín🤙🏻
Toy vurao
Curao*
Toy palmpico

—El Diego me mandó mensajes culiaos chistosos.— le dije a la Ignacia y sonrió. Levanté la vista y vi un barrio conocido, al que iba casi todos los días.—Fuiste tú.— susurré, cuando me di cuenta de que nos estacionamos al frente de la consulta de la psicóloga.

—Me enteré que no estabai bien y que habías dejado de ir.— me tomó de la mano y sonreí.

—¿Quién te dijo?— le pregunté. Vi que se estacionó a la perfección.

—El Diego, él me contaba todo.— me dijo y asentí.

—Gracias.— le dije y sonrió.—De verdad.— agregué y la abracé fuerte. Sentía un nudo en la garganta, pero no me gustaba llorar al frente de ella porque sabía que se destrozaba.

—Anda, te está esperando.— susurró y me separé.

—¿No vas a ir?— le pregunté y negó. Tenía los ojitos brillosos.

—No, me quedaré en el auto y te voy a esperar.— me dijo. Se veía emocionada, la sentía frágil y que en cualquier momento se iba a poner a llorar. Me quité el cinturón, le di un beso en la frente y me bajé.

Caminé hasta la reja y toqué el timbre, por primera vez algo de lo que me dijo mi mamá tenía razón y sentido;

<<Va a llegar alguien que te va a centrar y vas a perder la cabeza si la dejas ir, Benjamín...>>

N//A: háganle casos a su jefas, tienen razón cuando dicen esas mierdas:*

Nadie adivinó, así que nadie fue etiquetadx 🤷🏻‍♀️

-WeaOriginal🌚✌🏻

Plan: cómo recuperar tu interésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora