<<Escuché la voz de la Ignacia y caminé a su pieza. No sé cómo, ni por qué, pero estaba en su casa.
-No puedo hacerle esto al Benja.- susurró.
—Pero no podí' seguir diciendo que sientes algo, cuando no.— escuché una voz masculina y me asomé al marco del cuarto.
—No quiero hacerle daño.— comenzó a llorar y entré, pero no había ni un hombre, ni una silueta, solo estaba ella.
Yo, de la nada, comencé a llorar. Sabía que me iba a dejar, que me iba abandonar, que íbamos a dejar de ser.
—¿Por qué?— le pregunté.
Me di cuenta que con quién hablaba era con mi subconsciente, que no había otra persona más que su mente hablando con ella.
—Benjamín, perdóname, no quise hacerlo.— lloraba con sentimiento.
—Déjame.— salí de la pieza y me mareé. Todo daba vueltas y cuando sentí su mano en mi hombro...>>
Desperté de golpe, estaba literalmente llorando y de la nada, la puerta de mi pieza se abrió.
—¿Benjamín?— escuché la voz del Luciano y prendí la lámpara del velador.
—Chinito, ¿qué pasa?— cerró la puerta y sentí que se acercó.
—No puedo dormir.— susurró y se subió a mi cama.—¿Puedo dormir contigo?— habló tiernamente.
—Sí.— le abrí mis sábanas y se acostó.
—¿Por qué estás llorando?— se dio cuenta.
—Estaba teniendo una pesadilla, enano.— me sequé las lágrimas y me abrazó.
—Ya pasó.— sus manitos intentaban rodear mi espalda. Le comencé hacer cariño en el pelo, porque sabía que se dormía rápido.
[...]
No dormí nada y estaba cagao de sueño en clases y después tenía que ir al loquero, pero antes fui a ver a la Ignacia.
—Benja.— dijo cuando abrió la puerta. Ni siquiera se alegró de verme.—Voy a salir, llegaste en mal momento.— salió y cerró la puerta detrás de ella.
—¿A dónde vai?— estaba super arreglada. Eran las cinco y media y ella nunca salía en la tarde.
—Voy a salir con el Nico.— respondió y siguió caminando, pasó a mi lado como si no existiera.
—Oye.— le tomé del brazo suavemente y la traje hacía mí.—Dame un beso.— le pedí y se asomó una pequeña sonrisa de su parte.—No podí' estar enojada conmigo y lo sabes.— con mis manos, tomé sus mejillas y comencé acariciarla. Me acerqué y le planté un beso que me siguió.
—Voy a llegar tarde.— susurró.
—Yo quería que me acompañarai al loquero.— suspiré.
—Otro día.— se alejó.—Chao.— se paró de puntitas y me dio un beso en la mejilla.
Seguía enojada y a pesar de que era orgullosa y terca, la seguía amando.
[...]
—Benjamín, si no hablas, no te puedo ayudar.— me dijo la psicóloga.
Estaba sentado en un sillón, pero me sentía tenso. La oficina era grande y silenciosa, era todo con colores apagados y la señora castaña me miraba con sus ojos saltones para ver si pronunciaba algo. Ya la conocía, llevábamos años en lo mismo.
—¿Hay algo mal?— me preguntó y asentí.—¿Algo con tu familia?— volvió a preguntar y negué.—¿Es tu polola?, me has hablado muchas cosas de ella.— insistió y asentí.
—Sí, hemos tenido problemas.— susurré.
—¿Problemas de qué tipo?— se acomodó en su asiento, como si la acción de acomodarse le permitiera escucharme mejor.
—Una tercera persona.— por fin salió mi voz.—He estado sintiendo celos excesivos y no quiero hacerle daño.— respondí.
—Mira, yo no sé si sientes celos por inseguridad, por un ego demasiado alto o sea la razón que sea, pero primero necesito saber algo demasiado importante para poder darte ciertos ejercicios para calmar tus celos.— me explicó.—¿La amas?, quiero decir, ¿te ves en un futuro con ella?— me preguntó.
—Sí, yo quiero una vida con ella, quizás hasta tener hijos.— contesté.
—El ejercicio más sencillo es el de la imaginación, en donde en cualquier momento donde ella esté hablando con alguien o haciendo cualquier cosa, la observes como si la vieras por primera vez. Observa cómo se desenvuelve en su ambiente, sus gestos, sus movimientos. Recuerda el momento donde ocurrió ese click y comenzaste a sentir cosas.— me explicó y me dio unos cuántos ejercicios de respiración.—También pueden desahogarse, contarse sus problemas. Esto es cuestión de comunicación.— se paró de su asiento y caminó hacia un estante. Del mueble, sacó como un cubo y me lo pasó.—Esto se lo paso a la mayoría de mis pacientes más jóvenes, pero sé que sufres de ansiedad...— tomé el cubo de sus manos y me di cuenta de que era blando y como una esponja.—Lo puedes poner en el llavero y jugar con él cuando sientas que los celos ya no los controlas.— me recomendó.
Necesitaba calmar mis celos, porque sabía que me iban a traer muchos problemas...
[...]
—Llegué.— dije, cuando entré a la casa, pero no había nadie.
Caminé hasta mi pieza y me acosté, me acomodé en la cama y me quedé raja.
[...]
Sentí que me hacían cariño en el pelo y en mi cara, que unos dedos finos trazaban las facciones de mi rostro. Lentamente, abrí los ojos y vi a la Ignacia a mi lado sonriéndome.
—¿Que estai haciendo acá?— sonreí y tomé su cintura para acercarla.
—Quise venir, llegué recién y como me pasaste una llave, solo entré.— me dio un beso en la comisura de los labios.
—¿Ya no estai enojá?— fruncí el ceño y negó.
—Estoy muy ahueoná y lloro con todo...— respondió.
—¿Hay marea roja?— pregunté y se le escapó una risa pegajosa.
—Sí.— contestó entre risas.
—Puta la hueá.— susurré.—Un caballero tiene que enterrar su espada con sudor y sangre.— la huebeé y nos comenzamos a reír.
—Supongo que fuiste al loquero.— me cambió el tema y alzó las cejas.
—Sí, hasta me dieron una hueá para controlar los celos.— de mi chaqueta, saqué mi llavero y se lo mostré.
—Que lindo.— lo tomó.—No sé de a dónde sacaste tantos celos.— me retó.—Ni yo soy celosa.— agregó.
—No sé, pero intentaré no explotar tan fácil.— le dije.
—Voy a creerte, pero sé que será díficil.— tomó mis mejillas.
—Te quiero, flaca.— la abracé.
—Yo te amo, flaco.— hundió su cara en mi cuello y yo le di un beso en la cabeza.
Realmente me gustaba estar así con ella...
De repente, sonó su celular, vio los mensajes y sonrió.
—¿Qué onda?— le pregunté relax.
Ella solo respló.
—No, de nuevo, no.— me pidió y negué. Me paré de la cama, me puse un gorro al azar y salí de la pieza.—¿A dónde vai?— me siguió.
—Me voy a dar una vuelta.— tomé la llaves y salí. Bajé las escaleras y tomé la bmx, necesitaba irme a la mierda un rato.
N//A: k hermoso, hasta cierta partexd
-WeaOriginal🌚✌
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Plan: cómo recuperar tu interés
Historia Corta《Hay un último día para todas las cosas y lamentablemente, todos los días digo que hoy será la última vez que te ame, pero nunca es así》 Él, un hueón que la ama completamente. Ella, una hueona que está confundida. Ellos y una crisis de relación. ¿Qu...