veinticinco

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Llegué al liceo y todos me quedaban mirando cuando pasaba. No cachaba lo que ocurría, me sentía incómodo con las miradas que me daban, algunos murmuraban entre ellos y otros se iban cuando me acercaba. No entendía ni una huea, pero no pesqué mucho y me fui al baño a mear.

—Te digo que el hueón fue.— alcancé a escuchar, apenas entré al baño. Los hueones, que eran de segundo medio, dejaron de hablar y me quedaron mirando con una cara de perros bravos.

Pasé a un cubículo, en silencio y haciéndome el hueón, pero al final se fueron. Me quité la mochila, la dejé en el piso y cuando me estaba bajando el bóxer, vi en la pared del cubículo unos grandes:

EL BENJA CASTRO, DEL 4TO A, se come a la PUTRINI del 4TO C.

(POR AHÍ DICEN QUE SE LA TIRA)

Puta + Trinidad= putrini.

Me dio rabia y comenzaba a comprender lo que pasaba. Después de mear, intenté borrar lo que decía la pared, pero lo habían escrito con plumón permanente.

—Por la chucha.— susurré y tomé mi mochila.

Ni cuando estaba con la Ignacia y terminé con ella, escribiendo y dijeron tantas hueas.

Me lavé las manos y rápidamente, salí del baño para buscar a la Trini. Caminaba por los pasillos, mientras sentía las miradas y los susurros de los hueones copuchentos, cuando de repente, vi que la Trini caminaba rápido y con lágrimas en los ojos, en dirección contraria a la mía.

—Trini, Trini.— me di la vuelta e intenté acercarme. Ella se dio vuelta de golpe para mirarme.—¿Qué pasa?— susurré y tomé sus mejillas en mis manos.

—Hay rumores de nosotros, me mandaron hueas pencas, están diciendo cosas feas sobre mí.— se puso a llorar y detrás de mí, escuché risas y pifias.

—¡Miren a la Putrini y su pololo!— gritó un hueón desde un grupo de hueones que andaban huebeando y riéndose de la Trinidad.—Oye Castro, ¿pa' cuando el pack de la Putrini?, ah verdad que ya lo tenemos.— sonrió el cabro. Cachaba que el hueón era del curso de la Trinidad y que huebeaba a todo el mundo. Yo solamente sentía el cuerpo de la Castillo detrás mío.

—¿Podí' dejar de huebear, conchetumare?— le dije y el grupo comenzó a gritar hueas. Sentí que la Trini se fue corriendo y pasé por al medio del grupo, para poder irme a mi sala.

Estaba enojado, empatado, enrabiado, porque no tenían derecho alguno de decir mentiras.

Cuando iba llegando a mi sala, vi que el Diego salía de la sala.

—Diego.— lo llamé y dejó de caminar, para mirarme.

—¿Qué huea querí?— me respondió pesao'.

—¿Qué onda?, ¿qué te pasa?— le pregunté y se comenzó a acercar.

—¿Por qué no me dijiste que andabai pololeando con la Trini?— el culiao estaba enojado y celoso.

—No estoy pololeando con ella, hueón.— le dije y negó con su cabeza.

—Entonces, ¿por qué corren rumores que ustedes son pololos?— me preguntó. Veía la rabia en sus ojos y me sentía incómodo.

—No sé, estamos andando.— le conté.

—A mi me gusta la Trinidad, Benja.— me confesó y me quedé callado.—Esta huea no se hace.— me sentí culpable

—No me dijiste po, yo no soy adivino.— le aclaré y vi cómo se ponía rojo.

—No hueón, dos dedos de frente pa darte cuenta po.— se cruzó de brazos.

—Hablemos más calmados, hueón.— intente de muchas formas decirle que se calmara, pero no.

—No Benja, no quiero ni hablar con vo'.— se dio la vuelta y entró a la sala. Me quedé un rato afuera y sentí que tocó el timbre.

Entré a la sala y habían un par de compañeros y el Diego al final. Me tuve que sentar solo y al otro extremo de la sala. Sentía las miradas de mis compañeras y sus actitudes desafiantes.

—Buenos días, alumnos.— llegó el profe de Historia y dejó sus hueas en el escritorio.

—Buenos días, viejo culiao.— susurré y me paré.

La clase pasaba normal. Mientras el profe explicaba, yo hacía garabatos en la parte de atrás de mi cuaderno y andaba en mi volá, de repente, el profe se quedó callado y levanté la cabeza.

—Perdón, profesor.— ví que se asomó una inspectora a la sala.—Vengo a buscar a un alumno.— dejé la lapicera en la mesa y me puse derecho.

—¿Quién?— preguntó el profe y la inspectora me miró.

—Señor Castro, acompáñeme.— dijo la inspectora y escuché un gran "uh" en todo la sala.

—Benjamín, con la mochila, por favor.— me recordó el profe. Guardé mis hueas y salí rápidamente de la sala. Antes de salir, sentía el ambiente pesado y algo incómodo, no quería estar ahí.

Caminé por el pasillo con la inspectora. Me sentía culpable, enojado y con algo de vergüenza. Íbamos de camino a la oficina del director y se me aceleró el corazón más que la cresta.

<<Hasta aquí llegué, conchetumare>>, pensé.

La inspectora abrió la puerta y vi al director parado y al frente de su escritorio, también estaba la Trinidad sentada mirándolo.

—Señor Castro, siéntese.— me pidió el director y le hice caso. Había un silencio en la oficina y miré a la Trinidad a mi lado, estaba llorando y tenía su nariz respingada, muy roja.—Le mandé a llamar, porque han estado corriendo rumores de un vídeo y unos mensajes de ustedes dos, le han estado amenazando a su compañera y quería saber si usted sabía algo.— me explicó la situación y yo no entendía nada.

—A mi no me ha llegado nada, no entiendo nada.— intenté decir algo.—Yo no tengo ningún mensaje, pero hablan de mí por los pasillos.— ví la mano de la Trini al lado de la silla y la tomé suavemente.

—Me enviaron todo a mi, en la mañana habían cosas escritas en el baño sobre nosotros.— habló alguien al lado mío y yo asentí.

—El baño de los hombres igual, los cabros le han puesto un apodo a la Trinidad.— miré mis zapatos.

—Me dicen Putrini.— sentí el agarre fuerte de su mano a la mía.

—Obviamente tenemos que arreglar esto rápidamente.— dijo el dire cuando vio y comprobó  de que nosotros no teníamos ni idea de lo que pasaba.

[...]

Salimos de la oficina del director. La Trini iba rajá llorando y tuve que caminar rápido para detenerla.

—Oye, oye.— la tomé del brazo y la acerqué a mí.—Muéstrame las conversaciones y el video.— le pedí y me quedó mirando.

—No me quiero volver a humillar.— susurró.

—Yo me humillaría por ti.— dije y nos quedamos callados. Lentamente, sacó su celular y me lo pasó, yo lo tomé y vi los mensajes culiaos. Habían amenazas, insultos y el video enviado, solo vi una parte de este, porque no quería hacerla sentir mal.—Trini, esta eri tú.— afirmé. En el video, aparecía ella y otro niño, pero no era yo.

—Sí.— habló con un hilo de voz.—La del vídeo, soy yo y sé que fue un error grabar, pero te juro que lo había borrado, te lo juro...— se veía preocupada y comenzó a llorar, nuevamente.

—No importa, Trini.— la abracé y me abrazó fuerte. Sentía sus sollozos y su respiración entrecortada.

—Perdón por meterte en tantos problemas.— escuché lo que dijo contra mi pecho.

Se me cerró la garganta por un momento y tenía un nudo en el pecho. Sentía que ella no podía más y que en cualquier momento, se iba a desmayar por tanto llanto y la sostuve por un largo rato...

N//A: se acuerdan de la Mariana? Bueno, hay alguien más loca que ella y quizás en un par de capítulos se descubra todo.

(Hay un capítulo por día 👀)

-WeaOriginal🌚✌🏻

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