Considero que las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida pueden ser bastantemente influenciadas por la forma en la que nuestros padres o personas cercanas a nosotros nos han enseñado, pues como muchas personas dicen "los valores vienen de la casa" pero de cierta manera también considero que siempre hay una excepción a la regla y supongo que esa era yo.
Desde pequeña recuerdo que cada domingo por la mañana toda mi familia incluyéndome despertábamos muy temprano, nos arreglábamos con la mejor ropa que teníamos, y sin desayunar asistíamos a la iglesia. A veces los viernes por la noche asistíamos a el Rosario y los sábados por las tardes mi madre me llevaba a un grupo en el cual hablaban siempre sobre Dios, conforme fui creciendo aquellas cosas me fueron pareciendo más irrelevantes y aburridas, primero deje de ir al Rosario de los viernes, al grupo de los sábados faltaba con regularidad pues le decía a mi madre que tenía demasiada tarea, lo único de lo que no pude escapar fue de la misa los domingos pues mi madre decía que "Primero muerta antes de permitir que no asistas".
Se podría decir que mi madre controlaba en un 95 por ciento mi vida, pues al principio tomaba las decisiones por mí, pero conforme fui creciendo y me di cuenta de esto ella optó por empezar a "aconsejarme" pero de cierta manera sus palabras siempre hacía que al final hiciera lo que a ella le parecía mejor, mi padre a diferencia de ella era casi ausente pues siempre solía estar trabajando y cuando estaba en casa optaba por no decir nada y solo asentar con la cabeza cuando mi madre decía "acaso no es verdad Jong". De hecho a veces cuando pienso no recuerdo si alguna vez él la contradijo.
La religión era algo que más que ser parte de mi vida, en sí era el punto central de toda mi vida, pues Dios no solo estaba en mis fines de semana, pues por consejo de mi abuela mis padres me habían hecho asistir a una escuela católica desde el primer grado hasta ahora que ya estaba a punto de graduarme, esta estaba dirigida por monjas y obviamente también recibía asignaturas extras como valores y de vez en cuando los miércoles había eucaristía, algo que no me incómoda pues que hubiera esto implicaba perder alguna materia.
Pero lo que nadie nunca predijo fue que gracias a las coincidencias de la vida, en esa misma escuela, en la que siempre intentaban enseñarme que todo lo que implicara la satisfacción del cuerpo era incorrecto, en ese mismo lugar fue donde la conocí.
Tal vez todo empezó mucho antes, incluso mucho antes de que yo misma me diera cuenta, pues cuando era niña solo me gustaba llevarme con las niñas que eran lindas según yo, tal vez algo que puede verse normal en las niñas, pero eso continuo cuando fui creciendo pero aun así nunca le di importancia pues según yo probablemente estar con personas de aspecto agradable aumentaba mi ego y autoestima ¿por qué? La verdad es que no tengo idea. Tal vez esa era mi forma de auto engañarme.
Era el primer año de bachillerato cuando ella llegó a mi escuela, y en cuanto la vi sentada en un pupitre rodeada de muchas chicas interesadas en conocerla supe que tenía que ser mi amiga pues por esos días no tenía ni idea de lo que ella luego representaría en mi vida.
Al pensar en ella creo que de hecho el destino existe pues no era la primera vez que la veía. La ciudad en la que vivía era bastante pequeña pues como dicen "pueblo chico, infierno grande" entonces había escuchado muchas veces que personas hablaban de ella, como siempre algunos comentarios eran buenos y otros no lo eran tanto.
Un día gracias a una en común la había conocido, pero había sido un saludo rápido y sin importancia, haciéndome creer que ella ni siquiera me había notado, al verla solo pensé que era de las mujeres más hermosas que mis ojos habían visto, pero el tiempo paso y solo la olvide.
¿Quién diría que luego me volvería a encontrar con ella? verla la reconocí de inmediato y lo más loco fue que a pesar de estar rodeada de otras chicas que supongo querían ser sus amigas ella al verme también me reconoció, me sonrió y luego me dijo "hola" un hola que jamás olvidare.
Siempre había sido un poco extraña o mejor dicho siempre he sido extremadamente tímida con respecto a muchas cosas y recuerdo que le pregunte si quería salir a recreo conmigo, y ella solo respondió: claro con quien más lo haría, yo pensé que todo el curso saldría con ella al recreo sin embargo de cierta manera ella me había elegido a mí.
Nuestra amistad fue creciendo, también teníamos un grupo de amigas a las que considero que han sido el mejor hallazgo de mi vida pues ellas a mi parecer eran diferentes, en respecto a su forma de pensar, pues cada una como todas las personas habían pasado por una serie de eventos que las habían convertido en lo que actualmente eran, había llegado a la conclusión de que a ellas les parecía correcto ciertas cosas de las que a mí siempre me habían enseñado que estaban mal.
Ahora que lo pienso ni siquiera he dicho su nombre pero algo me dice que ya se lo han imaginado, ese mismo nombre que algunas noches me despertaba susurrando, ese nombre que era parte de mis sueños que solían hacerme sentir una descarada y pervertida, pero con el tiempo los acepte, haciendo que se convirtieran en mis sueños preferidos.
Ese nombre tan celestial es Jennie.
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RESILIENCIA|+18|Jennie x Rose
FanfictionCeder a las tentaciones que en mi mente existía iba más allá que solo pecar. Se podría decir que todo empezó aquel viernes por la noche cuando ella decidió invitarme a una pijamada en su casa y mientras mis sentidos estaban más despiertos que nunca...