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Jueves por la tarde.

O mejor dicho, la tarde más pacífica que he logrado tener en semanas. Mamá ha salido a una junta de amigas y los tres simios del Amazonas han ido al supermercado para abastecer la escasez de alimentos que se comienza a ver los fines de semana, prioridades son prioridades.

Tengo la casa para mi solita y nadie más, algo poco visto en este hogar.

He aprovechado el silencio para poder leer cada uno de mis preciados libros mientras deliro por las maravillas de mis amores literarios imaginando que paraíso se sentiría tenerlos vivos en carne y hueso. Admito que me es difícil acostumbrarme al silencio, es raro tenerlo viviendo con dos hermanos que parecen vivir un festival masivo todos los días.

—Tae, ayuda a tu hermano con esas bolsas.

—Yo puedo solito papá

—No, no, cuidado, espera sostén esa bo-

Escuchando el diálogo entre papá y la terquedad de SeYun, un estruendo de cosas los interrumpe obligándome como alarmada de primera, a levantarme de la cama para ver que sucede allá abajo.

Me lamento mi corto rato de gloriosa paz, pero el deber llama a poner orden entre los hombres de la casa a falta de la ausencia de la macha alfa que es mamá.

Al llegar a la cocina no me sorprende ver a papá organizando todas las cosas mientras que Tae y el pequeño SeYun recogen las pocas latas de comida que cayeron de la bolsa, pensaba ver un caos producto del ruido que produjeron, pero no es más que unas pocas cosas esparcidas por el suelo.

—Hola cariño —papá me saluda con una abierta sonrisa mientras acarrea cosas de un lado a otro.

Le devuelvo la sonrisa y enseguida me pongo a organizar la cientos de bolsas que han traído junto a ellos, me sorprende cuánta comida hay, no es raro que aquí se consuma todo de forma rápida, ya que somos cuatro bestias hambrientas-《Descontando a mamá, es el único ser con clase dentro de este lugar》-las que habitamos en casa, pero esto parece abastecimiento para un Apocalipsis catastrófico.

—¿Papá, no crees que has exagerado esta vez con las compras? —saco de una de las bolsas un paquete de patatas fritas el cual desaparece inmediatamente de mis manos por un rufián encubierto llamado Taehyung.

Antes de poder reprocharle por dicho hurto, un pastel se me es entregado por papá seguramente para que yo me haga cargo en dónde ponerlo.

—Oh, eso ¿no has escuchado la conversación de ayer en la cena?

—Umm...

—Seguramente estaba teniendo un diálogo interno con sus apuntes de estudio que memoriza, es caso perdido papá —ambos volteamos a ver a Tae, quién luego de haber dicho aquello se mete en un solo puñado una cantidad abusiva de patatas que con suerte entra bien en sus cachetes inflados como los de una ardilla.

—No comprendo.

—Básicamente tu hermano va a... —pausa al distraerse por la peculiar manera de comer de su peculiar hijo— ¿Hijo, podrías?...

—¿Phl snthp qhp fsías? —papá se toca la cabeza mientras niega varias veces suspirando con desaprobación.

—Solo... ah, olvídalo —rendido, vuelve a mí para continuar su explicación—. Básicamente lo que estábamos conversando ayer era que- —sin soportarlo ningún segundo más le quita el paquete de patatas y lo apresa entre sus brazos para que ningún intento de quitárselo sea posible—. Cuántas veces te ha dicho mamá que se masca con la boca cerrada, además debes dejar de comerte todo —se contradice apenas se digna a tomar un puñado de papas y comerlo de forma decente en comparación a Tae—. Esto es para tu fiesta, no para ahora.

B i g  B o y      © (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora