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—¿Cómo? —mi incredulidad no me permite reaccionar a su repentino aviso de alerta.

¿Acaso estás sorda? Mueve ese culo y sal de allí lo más rápido posible —la desesperación me invade apenas siento el pitido de una llamada acabada al otro lado de la línea, dejándome completamente abandonada en este lugar parecido a un salón de tortura.

Vaya suerte la mía.

Miro a ambos lados, como la suprema reina de la estupidez, anhelando que de esa manera, un Ángel apareciera tomándome de los brazos para sacarme de allí volando por los aires y me lleve de paso a ver una buena película para pasar las rabias.

En fin; fantasiosos deseos.

Solo tengo vista a la ventana por la cual acabo de entrar, en donde veo con suerte a mi hermano saltando con señales difíciles de entender. La cortina que oculta la tina de baño me impide ver qué sucede allá afuera, pero me acojona pensar el hecho de que tengo que salir de este lugar. Ya que tengo en claro que Jungkook está por alguna parte del segundo piso y no me tranquiliza para nada eso.

¿Porqué será que a Taehyung le urgió tanto que saliera del baño?

Es más, lo veo como un buen escondite para gallinas como yo.

Respiro lo más bajo que puedo, cualquier ruido en vano, podría causar que me auto delaté.

Piensa mujer, piensa.

Antes de entrar en mi etapa de crisis, fui milagrosamente escuchada por los Ángeles recibiendo nuevamente una llamada de mi hermano, podría haber llamado de vuelta anteriormente, pero me conozco lo suficiente como para saber que si yo lo hubiera llamado nuevamente, acabaría votando el celular gracias a mis temblorosas manos llenas de nervios. Tomar el celular del bolsillo y buscar un número en la extensa lista junto a un vómito de nervios encima tuyo, no es un trabajo fácil para una paranoica como yo.

Ya sabes, la señal es un poco inestable y se corta.

Antes de poder contestarle agradecida por su salvación, escucho como la música de un parlante se viene acercando cada vez más y más, sintiendo como mi corazón amenaza con salir volando sin volver a su lugar.

—Taehyung.

¿Qué pasa? ¿saliste del baño, cierto? —al esperar lo suficiente por una respuesta sin recibir ni siquiera una sílaba, asume los hechos maldiciendo al aire—. Hermana mía me temo decirte que tú ya estás frita, juro enterrarte con tus libros y esa mugre de peluche que aún conservas.

—¡¿Cómo que frita?! No comiences a alarmarme de esa manera si sabes que mis nervios me cagan la concie- —me detengo en seco de al encandilarme de manera inesperada por las luces del techo al ser encendidas.

Dios de la vergüenza ajena que estas en mi cuerpo, santificado sea tu nombre, venga a tu reino, hágase de piedad... ¡Y SÁLVAME DE ESTA QUE ME VOY A HACER ENCIMA!

Hey calma, aún tenemos esperanzas, solo sal de ahí lo más rápido que puedas sin ser vista en ningún segundo, no tenemos mucho tiempo pero si lo aprovechas puedes ponerte a salvo —apego todo mi cuerpo a una de las esquinas tras esta pequeña bañera, sintiendo claustrofobia al alucinar que el lugar se hace cada vez más pequeño.

Los pasos y el sonido musical del parlante ya no son alarmantes:

¡Son de una película de terror!, estoy dentro de una bañera teniendo al otro lado a Jeon Jungkook, quién seguramente apenas tenga idea de mi existencia dentro de su propiedad, claro, si me llega a ver dentro de esta bañera se alegrará y acabaremos jugando cartas como viejos amigos de la vida, como si nada, porque es muy normal que una loca aparezca por arte de magia en el baño de tu casa a las 10:00 de la noche sin saber cómo mierda ha logrado aparecer por allí.

B i g  B o y      © (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora