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Dibujo círculos interminables en la página en donde supuestamente debería llevar escrito un testamento palpable de toda la materia que el profesor pasa más rápido que una bala disparada.

Pero perderme en mi cabeza es más tentativo a estar escuchando su desganada voz explicando cómo se regula la homeostasis por milésima vez en toda su vida educativa.

Tener el puesto mirando a la ventana también es un gran beneficio para distraerse en medio de la clase sin mucha dificultad. Con tan solo ver un pájaro volando, ya encuentras una excusa para mirar hacia la venta como si eso fuese lo más interesante de ver en toda una vida.

—Señorita Kim —remuevo mi cabeza varias veces volviendo del paisaje en el que me perdí al escuchar esa voz monótona y apagada haciendo eco continuamente.

—¿Decía profesor?

Enseguida sé que me encuentro en aprietos.

—¿Podría explicarle a su clase lo que acabo de decir sobre el conocimiento celular? Ya que la veo tan atenta a mi clase —se cruza de brazos desafiandome tras sus lentes de biblioteca.

Maldito señor amargado, conocimiento celular tendré de su jorobada espalda, reverendo jorobado de notre dame.

Le sonrío como una estúpida ilusa al no tener respuesta absoluta a su petición, solo logré prestar atención al título de la clase para luego perderme por completo en la luna.

Intento guiarme por la pizarra, pero sus jeroglíficos son ilegibles como para poder sacar algo útil de allí.

—Ya lo veía venir... —murmuró negando varias veces con un semblante de desaprobación— para la próxima salga a disfrutar el paisaje de cerca en vez de faltar el respeto en mi clase señorita Kim.

Asiento ignorando los murmullos y risas de los chismosos que solo se nutren del drama público.

Pretendiendo que tomaré atención a sus palabras, asiento y miro a la pizarra resentida, mientras el solo habla en un idioma alienígena.

Tengo mis motivos para aborrecer a este señor, ya que su placer con tenerme en su mira desde que estropee el corazón de una gallina en clase de laboratorio haciendo que explotara, es notable al ver como me vigila como cámara de seguridad hasta para cuando pido ir al bendito baño.

Salgo de golpe de mis reclamos, tocando desconcertada mi mejilla al sentir que algo aterriza en ella, dejando un rastro de humedad.

Miro a todos lados hasta encontrarme una bolita de papel repleta de baba en la esquina de mi mesa.

La cara de disgusto se me viene enseguida, sabiendo que también tengo baba en mi cara sin saber de quién es.

Busco rápidamente al culpable lista para devolverle su papelito lleno de líquidos salivales, pensando en la clase de biología me imagino las miles de bacterias que se encuentran dentro de un vistazo telescópico hacia la baba, produciendo aún más asco.

Hasta que encuentro al creador de estos asquerosos papeles a punto de cometer otro tiro anónimo.

MinHo.

Entre-cierro los ojos intentando averiguar qué es lo que trama junto a esa pajilla de las cajitas de leche desechables y esa bolita de papel en mano.

Modulo sin emitir sonido, la frase;

¿Qué coño haces?

Moviendo las manos en un intento de mímica básica.

Me responde al igual que yo, moviendo la boca y los brazos de forma exagerada, apuntando a todas direcciones para ver si logro entenderle.

B i g  B o y      © (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora