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Un duelo de mantenernos la mirada, me carcome los nervios de pies a cabeza, torturándome de una forma insoportable.

Al parecer mi cabeza pensó que decir aquello sería la mejor idea del mundo, ya que ni mi criterio por detenerme aparecieron para evitar decir tal cosa.

Lo único que tengo en claro, es que ahora deseo más que nunca, que el impertinente de mi hermano interrumpa este momento por arte de magia y distraiga toda la tensión que me remueve a punto de sentir ganas de orinarme encima.

—Ahora no podrás poner como excusa ir a plantar calabazas niña granjera —se adelanta en hablar apenas ve que mis labios tiemblan en un intento de buscar alguna frase estúpida que me salve el pellejo—, quiero escucharte de nuevo SunHee.

—Umm, yo...

Mis ojos intentan mirarle de frente, pero al tener un espíritu de gallina reinando mi cuerpo, me es imposible no cagarme de nervios encima.

—Dilo.

Su serenidad me saca de quicio con tan solo verle la cara de plena paz, no tolero ver cuán tranquilo y apacible se encuentra ante esta situación tan imprevista, mis ganas de sacudirlo de un lado a otro para ver si demuestra nervios alguna vez en su prolija vida, son altas.

Tragando con dificultad, preparando y repitiendo tres veces las palabras que voy a decir, aprendiendo de la moraleja de todas las otras veces anteriores, en las cuales me impulso y entrego como sacrificio, para cagarla en un abrir y cerrar los ojos.

—Buenas noches Jungkook.

¡Bravo Kim SunHee, eres espectacular, maravillosa, increíble! Quién quisiera ser tú para sentir que se siente odiar tus palabras cada vez que abres la maldita boca.

Volteandome para darle toda la espalda como una respuesta proveniente de una chica con magíster en cobardía; Hola Kim SunHee, presente aquí, mucho gusto. Me acomodo sobre la manta, acurrucándome hasta quedar hecha un huevito humano. Creyendo fielmente que todos mis intestinos se van a salir de lugar a causa de la guerra entre mundos que ocurre en mi estómago.

Sé que sigue allí, mirándome con esa sonrisa ladina que derrite hasta a la persona más fría del mundo y con esa seguridad envidiable, probablemente agraciado de mi inexperiencia e ineptitud en situaciones de presión.

—Eres muy ingenua Grinch —agrega en un suave murmullo, permitiéndome escuchar cómo se recuesta a mi lado, quedando de boca arriba junto a una bolita humana llamada Gallina Kim—. Creo ser bastante obvio contigo.

—Obvio, con qué.

Logro hablar sin tartamudear torpemente, pero aún no creo ser capaz de mirarle a la cara sin sentir ganas de lanzarme por el techo y sacar unas alas mágicas que me hagan volar y desaparecer como por arte de magia.

—Figúralo por tu cuenta —sin más se queda en pleno silencio, dejando por terminado el dialecto que me tiene temblando sin control.

No sé va y tampoco demuestra molestia por mi actitud, solo se limita a callar junto a mi lado, comprendiendo que mis monosílabas respuestas y largos silencios solo eran deseos de olvidar mi palabras tan reales pero a la vez sumamente confusas.

Agradeciéndole una y mil veces por comprender y no insistir como lo haría yo en su lugar, guardo la calma respirando profundamente, absorbiendo mi desgastado cerebro con el ritmo de la música para adentrarme en mi voz interior y olvidar por unos momentos la estupidez que me ha delatado como un golpe bajo en medio del estómago.

Que ganas de gritar,

Y decirte sin miedo que has estado en mi cabeza, que te aprecio cada vez más y me pierdo en el tiempo solamente pensando en tu cara.

B i g  B o y      © (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora