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Después de oír sus palabras, una sonrisa ladina se dibujó en su cara haciendo que unos pequeños hoyuelos se le viesen al costado de las mejillas.

En silencio y pleno shock, observo cómo se pone de pie volteando totalmente su cuerpo hacia mí, detenido seguramente agraciado de mi estupefacción luego de tal sinceridad.

Suspira risueñamente acercándose, coge mi mano llevándola a su boca sin dejar de mirarme, hasta que deja un casto tacto con sus cálidos labios contra mi mano volviendo a liberarla luego de esto con la misma delicadeza que la tomó.

Se aleja en reversa, sin voltear aún, hace una elegante y leve reverencia y desaparece acabando con la puerta cerrada tras suyo dejándome a mí con las palabras en la garganta y con las pulsaciones más rápidas que las de un colibrí.

Sintiendo y sabiendo cómo debo estar, toco mi mano que había besado mirando por donde ha salido, acercándola luego a mi mejilla sintiendo el ardiente calor de esta contra mi recién besada mano.

—Pinche desgraciado, se supone que no te soporto ni a kilómetros, no que me remuevas el estómago cómo si tuviese una guerra de bombas con solo verte.

Decido que insultarlo para acallar el intenso nerviosismo que ha dejado en mi interior es lo mejor que puedo hacer por el momento a menos que prefiera estallar cómo un maldito arcoíris de unicornio repleto de brillitos.

Rápidamente voy al baño intentando ocultar mi notorio sonrojo a cualquiera que se pueda cruzar en el trayecto, pasando directamente y sin mirar a ninguna parte más que adelante.

Al entrar cierro rápidamente recostandome sobre la puerta pero al mirar mi reflejo en el espejo, el espanto y vergüenza me inundan aún más.

Estoy más roja que una persona saliendo de algún sauna de altas temperaturas.

—Joder...

¿Me habrá visto así?

¿Por eso se habrá reído?

¿Tan roja estuve por eso?

Toco mi rostro de arriba abajo, observando con espanto el color inhumano pegado en mi piel.

¿Por qué te preocupa tanto SunHee?

Dios, cada día más paranoica.

[...]

—Hija ¿podrías hacerme una última ayuda con esto? —dejando la última maleta proveniente de mi habitación accedo inmediatamente a cooperar en su petición asintiendo mientras espero a que me diga que necesita—. Será lo último y estarás totalmente libre —la forzada sonrisa que me da solo me hace dudar de lo que piensa asignar como última tarea—, necesito que traigas la maleta de Taehyung, solamente eso y ya estaría —espera con una angelical sonrisa a que responda.

Vencida por la voluntad de ayudar a papá, accedo asintiendo con sufrimiento en mi cara mientras me obligo a tragar cualquier queja o reproche en contra de su última petición.

Me depara una tarea sumamente difícil.

Acarrear una maleta no es algo que cueste o sea dificultoso, pero estamos hablando de la maleta de Kim Taehyung, la cual pesa más que cualquier cosa que se podría venir a la cabeza de uno al hablar de maletas.

No sé qué tipo de cosas se le ocurre meter a mi hermano a la hora de hablar sobre un viaje de tan solo un par de días, pero tengo por seguro que algún tipo de ladrillo carga escondido si es que no se trata de su closet completo dentro de una caja con ruedas.

Porque es imposible que esa cosa pese más que él y yo juntos, no soy alguien sumamente débil, pero sé claramente que en vez de yo llevar la maleta, seré yo quien sea arrastrada por esta.

B i g  B o y      © (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora