Una terapia a medida

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Suspiro justo despues de absorver un poco del té que me ha servido mi amigo Ukitake. Desde que sucedió lo del mundo humano con Renji, suelo venir casi todos los días ha hablar con él. No sabía como reaccionaría cuando le contara lo que habíamos hecho o, más bien, lo que le hice yo a él pero, Ukitake siempre me sorprende y en lugar de mirarme como a un degenerado lo hizo con compasión.

-¿En que piensas Byakuya?

-En nada. Solo que no sé cuanto más podré aguantar esta situación.

-¿Ha ocurrido de nuevo?

-¿Y cuando no ocurre? Ukitake esto no es normal. ¡Yo no soy normal! Tengo que tener algo... algo en la cabeza...

-Lo unico que tienes en la cabeza es lo que ya te he dicho muchas veces...

-No lo repitas por favor.-Le digo apretando las manos sobre mis rodillas.

-Byakuya, tienes que hablar con él.

-No puedo. Ha pasado mucho tiempo desde lo sucedido y yo... yo... yo lo traté como algo de usar y tirar y para colmo, le he estado ignorando y he sido mas duro de lo normal con él.

-Lo hiciste para alejarlo de ti, para no hacerle más aquello de lo que te avergúenzas.-Fijo la mirada en mis manos hecha puños sobre mis rodillas y siento que lo que mi amigo dice es la verdad pero no puedo aceptarla.- Lo hiciste para protegerlo de tus propios impulsos y eso no es ser cruel.-Él me toma por la barbilla y me levanta la cara- Lo quieres, Byakuya.

-¡No! No puedo quererlo. ¡Es un hombre!¡Ambos lo somos!

-Yo también soy un hombre.

-Pero tu eres mi amigo.

-Pero también amo a un hombre.-Repentinamente mi ira y desesperación desaparecen ante su mirada de tristeza y melancolía.

-Lo siento Ukitake. Tu tienes tus propios problemas y yo... yo solo pienso en mi mismo.

-Yo pasé por lo mismo que tu... bueno, no lo mismo pero, por una situación similar solo que yo no tuve el valor de lanzarme como hiciste tu y ahora es imposible.

-Nada es imposible.

-Esa frase es mia.-Me sonríe- Es lo que siempre te digo yo pero, en mi caso creo que si ha pasado demasiado tiempo. Puede que hace varios siglos tuvieramos alguna oportunidad pero, en tu caso, solo ha pasado un mes. Ojalá yo estuviera en tu lugar ahora mismo.

Miro a mi amigo y siento una tremenda pena por él. Sé que a quien ama es parte de los trece escuadrones. No me ha dicho quien es directamente pero, cada vez que Kyoraku taicho aparece para interrumpirnos, su rostro se ilumina llegando a recobrar un aspecto sano y joven. Ese payaso no sé en qué mundo vive para no darse cuenta de lo que siente Ukitake. No hace más que venir, molestar, vaguear y tontear con cuanta mujer bonita se le pone a tiro y no tiene en cuenta los sentimientos del que llama su mejor amigo.

-¿Hablaste con Unohana taicho?-Yo me ruborizo solo de recordar mi visita a esa mujer.

-Si.

-¿Le explicaste tu situación?

-Le dije lo que tenía que saber.

-Byakuya...

-Le dije lo de los sueños pero no la persona con la que sueño.

-¿Y ella que te dijo?

-Me sonrió como si fuera un crio al que la adolescencia le ha pillado por sorpresa y luego solo me dijo que tal vez debería hablar con esa persona. Que podía ser algo que necesitaba salir fuera y el reprimirlo podía ser la causa de que aflorara a través de sueños... bueno, de ese tipo de sueños.

Casa de MuñecasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora