Sorpresas impactantes

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Me miro en el espejo intentando calmar mi agitado estomago. Estoy tan blanco como el papel y los ojos estan llenos de lagrimas. En cuanto he olido la cena que estaba preparando Yuzu no he podido aguantar las nauseas. Lo odio. Odio tener estas horribles nauseas, odio andar todo el día con hambre para luego terminar vomitandolo todo, odio tener estos antojos estúpidos a cualquier hora del día y sobre todo odio ponerme cachondo en cuanto pienso en esa pantera estupida y sin sentimientos.

El doctor Ishida me ha dicho que todo es normal, desde las nauseas al aumento del libido pero para mi nada de esto es normal. No estoy acostumbrado a sentirme tan debil ni a tener estos altibajos emocionales. Regreso a mi habitación con la intención de acostarme un rato para intentar cenar más tarde pero en cuanto entro veo esos ojos que me persiguen donde quiera que mire.

-¿A que viene esa cara? Ni que hubieras visto un fantasma.

Yo a penas puedo creer la cara que tiene ese tipo. Esta sentado en el alfeizar de mi ventana con una pierna colgando para afuera y la otra encogida y pegada al pecho. Su sonrisa es amplia y muetra lo satisfecho que se siente consigo mismo. Escucho como una de mis hermanas sube las escaleras y me apresuro a cerrar la puerta tras mi cuerpo. No quiero que ninguna se encuentre con él, aunque, probablemente ni siquiera podrían verlo.

-¿Que te ocurre? Pareces nervioso ¿me has hechado de menos?

-¿Que coño haces aquí, Grimmjow?

-¿Tu que crees? -Esas palabras me hacen temer que lo haya descubierto.

Es cierto que al prinicpio no quise tener a este ser. Ni siquiera sé que será, pero sabía de quien sería hijo y me aterraba la simple idea de que se pareciera a él. Sin embargo, despues de todo el tiempo que estuve encerrado, tuve tiempo para pensar y para sentir su ligero reiatsu creciendo en mi interior. Si cerraba los ojos y me concentraba, casi podría ver el brillo de su alma en mi mundo interior y supe que, a pesar de ser parte de este degenerado, tambien era parte de mi. Una parte muy importante de mi. Y fue entonces cuando decidí que lo tendría. Él o ella, nacería y sería solo mio. No había motivo por el que explicarle de donde provenía pero, ahora que veo a Grimmjow aquí, que sabe donde vivo y que parece saber algo me aterra que quiera formar parte de su vida contaminandolo, pegandole su maldad, su prepotencia, su placer por el dolor ajeno.

-Oe... no hace falta que me mires asi...-Dice haciendo que me de cuenta de que estaba en posicion de ataque y que mi mirada era claramente de odio.

-No tienes nada que hacer aquí. Largate.

-Venga no seas así.-Dice entrando dentro de mi habitación como si en lugar de haberlo echado lo hubiera invitado a pasar. Siento como la ira va aumentando en mi interior.-Sé que la ultima vez... disfrutante muchisimo comiendome la polla... y bueno, había pensado parsarme por aquí para dejarte volver a hacerlo. Como un favor personal hacia ti.

-Pero... ¿que te has creido que eres?

-A ver, llamemos a las cosas por su nombre.-Dice posando sus manos sobre mis hombros y siento como mi cuerpo se tensa y comienza a temblar ligeramente- Reconoce que la ultima vez, te gustó... -Yo jadeo incredulo por su prepotencia y poco tacto- venga, va... comeme la polla y si te portas bien, luego te relleno ese agujerito tan prieto que tienes aquí...

Cuando desliza su mano por mi brazo y luego sobre mis nalgas con intención de buscar mi entrada no me lo pienso y apoyo mi mano en su pecho. Una luz enorme me ciega y no soy consciente de lo que ha ocurrido hasta que veo como parte de la ventana ha salido disparada hacia la calle al ser atravesada por Grimmjow y un gran cero. Miro mi mano, extendida y algo humeante. ¿Acaso he sido yo?¿Yo he lanzado ese cero? La respuesta es clara en mi mente. No. No he sido yo pero, sí ha salido de mi mano.

Casa de MuñecasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora