Capítulo 10

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En multimedia Damián Crawford- Perro


Como puedo me levanto sola. Y con toda la dignidad que le puede quedar a una persona que ha sido descubierta al espiar una conversación ajena. Entro y me dirijo donde Sergey y le saludo con dos besos en la mejilla.

-Hola Ser-digo- lamento la interrupción caballeros,- prosigo mirándolos- yo mejor regreso cuando te desocupes.

Decido dar la vuelta, para marcharme y autocachetearme por ser tan mensa. Pero una mano impide mi cometido. Lentamente levanto la mirada para ver a quien le pertenece, aunque ya tenia una leve sospecha, cuando lo hice vi que habia acertado el tipazo de los ojos grises era quien me retenia.

-Quédate- dijo con un tono de voz grueso y ronco, se nota que es un tipo que da órdenes, pero a mí no me van esas cosas.

También me doy cuenta que es alemán, y hay algo que no me da buena espina en él. Es como si un aura negra lo persiguiera.

-Si Ángel-dijo Sergey- quédate un rato. Ven- me tendió su mano y la agarre- déjame presentarte a ...

-Drag Müller a sus servicios-dijo el sujeto de ojos bellos y cuerpo violable, ya va ¿qué? Malditas hormonas.

-Es un placer caballero.- luego volteo para ver al otro sujeto cuyo nombre no se, es alto, cabello castaño oscuro ojos azules ¿pero por qué Dios no me pudo premiar con unos ojos asi? ¡No es justo! En esta oportunidad coincido con mi conciencia. Se ve que entrena mucho pero no exagera y eso es lindo.- ¿y usted es?- pregunto educadamente.

-Soy el Perro-se presenta. Apuesto que mi cara es un poema dada las expresiones de todos- asi me dicen.

-Ah ya, ¿es un peleador?-pregunto interesada.

-Algo asi.- dice guiñandome un ojo. Echo que molesto a Drag.

-Bueno pequeña debo admitir que- dice algo triste Sergey- esta vez no aposte por ti.

Lo miro estupefacta, o sea él me conoce y dudó de mi. Tu también dudaste de ti.

-¿Es en serio Sergey?- cuestiono indignada- lo esperaba de cualquiera pero no de tí-le reprocho.

El solo se limita a agachar la cabeza.

-Y ¿por qué no se queda a tomar un poco de whisky?- me propone con un tono de voz tan varonil, que hizo que miles de descargas eléctricas fueran enviadas a mi zona más sensible.

Cuando pienso responderle, suena mi teléfono. Rara vez suena y sé perfectamente de quién se trata.

-Disculpen-me retiro un poco y atiendo la llamada- dime... ¿qué?... Mierda... si... si ya bajo.- cuelgo la llamada.- lo siento señores será en otra oportunidad. Me tengo que ir.

Y así sin más salgo hecha una furia.

El Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora