Capítulo 70

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Tardamos un par de horas para poder salir del hospital.

Drag tuvo la decencia de traerme un conjunto deportivo negro, el invierno estaba llegando y con ello el frio era fuerte.

Nos montamos en una de las camionetas que habían estacionadas en la salida del hospital. Y como siempre las sombras del Diablo nos acompañaban. Al entrar, un recuerdo azotó mi mente.

Damián en el puesto de piloto, Alexander en el puesto de al lado, mientras que Vianko, Drag y yo nos situabamos en la parte de atrás del carro.

Era el recuerdo de la primera vez que me acompañaban al Instituto, la primera vez que provoque a Drag, y también la primera vez que dejé en shock a Ángel más de cinco veces seguidas.

Sin querer un mar de lagrimas fueron expulsadas de mis ojos. Una impotencia se apoderó de mí, empecé a gritar como loca. Damián detuvo el carro y se estaciono en plena curva, salí del carro sin importar que pensarían de mi.

Llegué a una especie de bosque, pero no me pude adentrar en el pues unos brazos me sostuvieron con fuerza sin decir nada. Poco a poco me deje abrazar por Drag, y de un segundo a otro caí en el suelo cubierto de nieve. Enterre mis manos en ella, sin importar que estuviera fría, y empecé a gritar.

-¿Por qué? ¿Por qué te lo llevaste? ¿Por qué no yo?- muchas preguntas, ninguna respuesta.

-Shhhh, tranquila pequeña, llora y grita de ser necesario. Aquí estoy contigo.-Dice Drag tratando de calmarme.

Stone le había explicado que cuando me diera un ataque de ansiedad o de depresión, que no me dejara sola y que sólo con escucharme bastaría para calmarme. Al parecer era correcto, pues después de unos minutos me sentí menos mal, porque bien, nunca volvería a estarlo. Y eso todos lo sabían.

-Estoy tan rota- dije mientras Drag me llevaba de nuevo al carro.

-Tranquila, que así te amo- no se si lo último era cierto, pues sonó a un murmullo sumamente bajo.

Decidí pasarlo por alto, y volvimos a avanzar con la caravana de seguridad a la casa de Drag, mi nuevo hogar.

El transcurso paso rápido, nadie dijo nada, nadie me miro con lástima; y eso hizo que me sintiera mejor. Hasta que recordé que en esa casa existían personas desagradables.

Cuando llegamos todos nos bajamos, aún seguía semi-abrazada de Drag. Pero cuando íbamos a entrar quise alejarme, pero él no me dejó.

-Espera-dijo- tengo que anunciar unas cosas a los empleados, luego subirás a tu habitación.

Después de mucho hablar y de la intervención de Stone, Drag acepto que no me quedaría en la misma habitación que él.

-Ok- mi voz sonó apagada, sin vida.

Al entrar a la mansión, una ola de calor me invadió y por un segundo me sentí en casa, pero todo se escurrio al ver a María.

-¿Tú aquí? ¿No te cansas de molestar?- dijo con su voz chillona.

Por primera vez no dije nada, no tenía ánimos de hablar con nadie y menos con ella.

-María, ya hablamos- dijo Drag con un tono de advertencia- ¿Dónde están los otros?-dijo mirando a todos lados.

-No lo sé. Ya deben de llegar. ¿Qué es lo qué nos tienes que decir?

No sé si es que me habían olvidado o ya me había acostumbrado a que hablarán como si no estuviera.

Un par de minutos después llegaron los demás trabajadores.

Nana, un par de jardineros, tres mucamas, dos personas de limpieza, María, las sombras, y otros de seguridad yacían frente a mí.

-Bien, los mandé a llamar por que debo informales unas cuántas cosas- empezó Drag su discurso con una seguridad envidiable- Como ven, ella es mi prometida- me señala y me hace una seña de que participe pero no hago nada.

》Y pronto se convertirá en mi señora y señora de esta casa, por lo mismo todos la atenderán como si fuese yo. No quiero quejas- dijo mirando a María- si hay algún problema con mi decisión hagánmelo saber, y enseguida se le dará su liquidación. ¿Entendido?

Todos asintieron y se fueron a continuar con lo que estaban haciendo.

-Ay niña que bueno que ya estas aqui- Nana se acercó mucho y muy rápido a mí, que sin importarme nada, me aleje rápidamente.

-Nana, no la agobies-dijo Drag.

-Lo siento, ven.-me tendió la mano y la seguí.- imagino que estas cansada, por suerte tu habitación ya está lista. Es ésta.

Casualmente era la habitación continua a la de Drag. El destino se empeñaba a recordarme mi lugar en este mundo.

Después de asegurar que estaba "bien" con respuestas compuestas de monosílabos, entré a mi cuarto y sin más me acosté en la cama para poder dormir, y despertar en otro lugar donde todo lo vivido fuera un sueño.

(...)

Todos los días tanto Nana como Drag se encargaban de llevarme la comida o los medicamentos.

No volví a salir de mi cuarto. Total, ya nada me amarraba al exterior.

Las pesadillas seguían atormentándome, los gritos a la madrugada ya era algo normal. Drag siempre venía a despertarme y tratar de calmarme para luego volver a su habitación.

Aunque la pesadilla seguía cuando me despertaba, pues él no estaba, pero si el recuerdo de su muerte que me atormentaba sin importar nada.

El Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora