Capítulo 11

409 46 1
                                    

En multimedia Dimitri Romanoff


Salgo del despacho y voy directo al estacionamiento donde me encuentro a un muy preocupado y molesto Ángel.

-Tenemos 30 minutos de ventaja para llegar antes que tus padres- dice mientras ambos entramos en su auto- en serio que tus padres son unos cagones-dice mientras arranca el auto.

No puedo evitar reírme, la situación no es para reir. Mi padre llamo a Ángel, supuestamente preocupado porque no sabia donde estaba y Ángel le dijo que estábamos en su casa y lo único que dijo Dimitri fue que pasaría por mi en una hora.

El trayecto a casa duro quince minutos. Llegamos prácticamente con la lengua de corbata, no teníamos tiempo que perder para esperar el elevador y tuvimos que subir diez pisos corriendo.

-Sam, ve duchate, cambiate y trata de ponerte decente-dice mientras guarda sus cosas- yo intentaré que esto parezca que estuvo habitado en las últimas horas.

No respondo, sólo voy corriendo a mi habitación y me doy una ducha rápida, salgo y me pongo una pijama en forma de braga con detalles de corazón, si algo muy ñoño pero es lo que les agrada a mis padres. Maquillo lo más que puedo mi nariz y mi labio, observo mi cabello y decido que es un caso perdido y lo dejo al natural.

Salgo volando donde An, que ya se encuentra combiado y comiendo palomitas viendo unas caricaturas de Tom y Jerry.

Me acerco a él y me mira con gesto aprobatorio, cuando me voy a sentar se escucha el timbre.

Joder si habia algo que reconocer de mis padres era la puntualidad.

-Buenas noches señores-dice An. Pese a que los conoce desde hace años no se atreve a decirles por sus nombres.

Mis padres se limitan a asentir y entran. Mi madre me mira reprobatoriamente, mi padre, bueno el siempre ha sido un caso.

-Samantha-dice Dimitri imperturbable- recoge tus cosas, nos vamos a la casa inmediato.

-¿Qué? Pero mañana no tengo clases papá-digo entre triste y molesta.

-No importa Samantha-secunda mi madre- tu padre invitó a un socio muy importante a desayunar mañana, y debes estar con nosotros.

Con que era eso, ¡ya me habia asustado! Pensé que por primera vez en la vida se preocupaban por mi. Pero es la apariencia lo que les importa.

-Ok.- suspiro resignada y me dirijo al cuarto, no tenía ánimos para pelear con ellos.

An me sigue dejando a mis padres en la sala, inmóviles tal estatuas.

-¿Sam estas bien?- sabe que rara vez acato una orden sin pelear.

-Sólo estoy cansada y quiero dormir.- respondo.

Regresamos a la sala y mis padres se dan cuenta de la férula que tengo.

-Más te vale que mañana estes presentable-dice Dimitri.

Si, rara vez le importaba realmente que pasaba conmigo. Siempre que tenia una herida asi, inventaba algo pero ahorita me encontraba ida, otra vez.

-Ella se cayó hoy mientras estábamos en el centro comercial-dijo en vano Ángel.

-No importa, vámonos. -dice Dimitri. Mi madre sólo asiente.

Y los tres nos dirigimos a su camioneta resguardada por otras dos.

Al llegar a casa cada uno se fue a su sitio de paz. Entro a mi habitación y decido despojarme de la pijama animada que tenia.

Esa noche fue la primera vez que soñé con esos hermosos y misteriosos ojos grises persiguiéndome a través de la oscuridad.

El Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora