Capítulo 54

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Narrador omnisciente

Después de observar la pelea y ver como su Ángel ganaba; Alec se retiró al bar, en donde pudo preparar la bebida para la ganadora, con un añadido de parte de él.

Mientras que se dirigía al camerino le agregó una pastilla de éxtasis bien triturada, luego la removió para que no se notara que estaba alterada.

Toc toc

-Pase-dice la joven heredera.

Alec había consumido varias pastillas para poder declararsele a la heredera. Sin embargo, lo que escuchó le quitó toda esperanza de una.

-Bueno aún te ves bien para el Diablo-comenta Ángel.

-Cállate idiota, no quiero que... oh hola alec-dice Samantha.

-Yo, lo lamento, no quería interrumpir. Sólo vine a traerte esto-dice Alec señalando el vaso que llevaba- pero veo que llegue en mal momento.

-Para nada. Dame-la pelirroja empieza a beber del vaso sin saber que este estaba químicamente alterado.

Debido a que el Tiburón estaba viendo de mala forma a Alec, este último se retiró y a nadie le importó.

-Tu enamorado debería traernos bebidas-comenta jocoso Ángel a Samantha. Pero ella, estaba muy ocupada bebiendo de su vaso. Tanto así que rápidamente llegó al fondo del mismo.

-Yyio crreo hip-intenta decir Samantha-qqque bedemos bruscar max dedibas.

Ángel y Tiburón se miran, y sin intercambiar palabras, ya saben que ocurrió.

Alec drogó a Samantha.
El imbécil drogó a la chica del Diablo. Pobre de aquel tarado.
No sabe en que se metió.

Esos eran los pensamientos de los nuevos guardaespaldas de Samantha. De manera discreta sacaron a la heredera del lugar.

Ángel decidió dejar a Samantha con el Tiburón, pues este le explicó que llevaría a la chica a la mansión del Diablo y que allí no era bienvenido. La decisión no le agradó en lo absoluto, pero él sabía que si había un lugar seguro para una Samantha drogada, ese era con el Diablo.

(...)

Samantha se encontraba en el carro, camino a la mansión Müller. Ninguno decía nada. Ella estaba ensimismada en el paisaje, y él sólo pensaba cómo explicarle que drogaron a la chica en su presencia. Tiburón sabía que su descuido lo pagaría caro.

(...)

Drag por fortuna se encontraba ya de mejor humor. Ya no estaba tan irritable por lo del sabotaje. Su equipo estaba buscando la forma de lanzar un buen ataque.

Estaba en su despacho, cuando llegaron su pareja y su tercer al mando.

-Buenas Dragsito-dice muy feliz Samantha.

-¿Qué significa esto?-dice Drag un poco molesto y un poco confundido. Una Roja tan cariñosa como esa no se veía todos los días.

-Señor, al parecer su mujer consumió éxtasis en el club.

Los tres hablaron al mismo tiempo.

-¿Qué? ¿Cómo qué mi mujer consume drogas? ¿Desde cuándo?-dice algo contrariado Drag.

-Señor, no fue algo previsto. Alec Donovan le dió de beber un líquido mezclado con la droga.-dice temeroso Tiburón.

-No seas gruñón-dice Samantha abrazándose al cuello de Drag- Vele el lado positivo.

Verla tan juguetona, hizo que Drag olvidará sus problemas y la ineptitud de su empleado.

-¿Y cuál es el lado positivo?-dice Drag siguiéndole el juego.

-Fácil. De otra forma no podríamos estar tan juntos y tan pegados-dice la Roja guindándose de Drag- Sino fuera por el dulce, tú y yo estaríamos peleando. Como siempre.

Drag debía de admitir, que aunque le fascinaba esta heredera, la original era mejor. A esta fácilmente podría dominarla, con la otra no. Por lo mismo decidió seguirle el juego.

-Perfecto. Ven-la baja de si mismo, y le ofrece su mano- vayamos a mi habitación.

-No.-dice negándose como una niña pequeña.

-¿No qué?-pregunta curioso.

-No es tú habitación. Es nuestra. Así que mueve tu gran trasero que ya te quiero ver desnudo.

Tanto el Tiburón como Drag estaban boquiabiertos con el lenguaje de la Samantha drogada. Pero aún así ambos preferían a la original.

Ambos subieron como si fueran la pareja perfecta.

En la habitación Drag cerró con seguro. Si bien es cierto, prefería a la otra heredera, esta no estaba nada mal. Y menos cuando la vio quitarse la ropa, quedando solamente con la interior. Un conjunto vinotinto digno de una diosa, según Drag.

Joder lo que podría hacer con ese cuerpo》era lo único que podía pensar Drag

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Joder lo que podría hacer con ese cuerpo》era lo único que podía pensar Drag.

Por su parte Samantha quería a Drag sin ningún tipo de interferencia textil. Lo quería a él y lo quería ahora.

-¿Y bien? ¿Te quedarás toda la vida admirando o actuando Diablo?-dice muy sensualmente Samantha, mientras balancea su pierna de un lado a otro sentada en la cama.

-¿Quieres acción? Eso tendrás-dice Drag.

Sin más arremete contra ella, la recuesta en la cama mientras que ambos se besan apasionadamente como si no hubiera mañana. Sus bocas se recorren como si hubieran estado destinadas la una a la otra. Sus manos se pasean por la piel del otro, sin ningún tipo de vergüenza. Por parte de Samantha despoja a Drag de toda ropa excepto sus boxer negros. Los besos y las metidas de manos continúan.

Si existían un momento para parar era este.

Las caricias continúan en la piel del otro amante, ambos se encargaban de demostrarle al otro cuán desesperada o desesperado estaba por tener un momento así.

Samantha, se sentía en el mismísimo cielo pero sabía qué si se detenía llegaría al mismo infierno.

Drag, sabía que esto estaba mal. Quería que ocurriera. Quería tenerla, pero no quería que fuera por una droga.

Las hormonas estaban esparcidas en la habitación. Todo en la recámara clamaba sexo. Todo en el cuarto era pasión, pasión maquillada por enfrentamientos sin sentidos.

Por fin Ángel y Diablo harían de la Tierra su paraíso.

Pero ninguno de los dos previó lo que ocurriría.

Minutos después del debido juego incitador. Samantha tan agotada por la pelea y la droga que había ingerido sin quererlo, hicieron huella en ella.

Sin más la joven heredera, se quedó dormida a mitad de la acción.






N/A
Otro regalo de cumpleaños.
De mí para ustedes.
Espero sus estrellitas y comentarios.
Pregunta:
¿Alguna vez le ha ocurrido algo parecido?

El Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora