Capítulo 61

235 37 8
                                    

N/A
Escenas para +18
No me hago responsable por los traumas adquiridos.

El cansancio.

La desilusión.

El rencor.

La venganza.

Despierto sin saber donde me encuentro, me toma segundos recordar lo sucedido, la confesión dada por mi tío me deja impactada y horrorizada.

Pasan dos minutos y observo que la sabana que antes cubría mi piel desnuda, ya no está. Intento soltarme, pero nuevamente se me hace imposible debido a las sogas que me tienen sometida. La impotencia se apodera de mí, sigo intentando desamarrarme aunque esto me dañe las muñecas.

Escucho la puerta abrirse, mis sentidos están al máximo, veo a un Dereck o Dominick aparecer por ella; sin embargo, luce distinto al de la última vez. Su aspecto es aterrador, me fijo en sus ojos y éstos estan rojos, sus labios están completamente resecos, su mirada está pérdida, su frente está algo sudada. Claramente está drogado, lo cual lo hace más peligroso de lo que ya es.

Trato de mantenerme quieta, pero al estar desnuda el frío pega directo en mi cuerpo haciéndome temblar. Siento cada uno de los latidos de mi corazón, siento todo y nada. Sigo moviendo mis manos para librarme, pero dejo de hacerlo al notar que mis muñecas empiezan a sangrar debido a la fricción producida.

Mi tío se queda mirándome fijamente a los ojos por unos minutos que parecen horas, hasta que cambia la mirada a mi cuerpo, sus ojos cambian, ya no son azules, ahora sólo se visualiza el negro. El miedo ahora se magnífica, esa mirada la conozco, es la misma que me lanzaba Edward antes de intentar violarme.

Dios sé qué no soy muy devota, pero por favor ayúdame.

Sí, qué no pase lo que creo que va a pasar.

Mierda Drag, ¿dónde estás? ¿Por qué no apareces cuando más te necesito?

Papá, tú que me metiste en este embrollo, sácame antes de que ocurra una desgracia.

No puedo seguir divagando, porque observo como Dereck se quita su camisa, el miedo se esparce aun más, realiza cada movimiento sin dejar de mirarme. Continua con su correa, pero para.

-Dime Anastasia, ¿qué tenía él qué no tengo yo?-dice con un tono de voz calmado pero aterrador.

Al pronunciar esto, se que ve en mí a mi madre.

Excelente, simplemente excelente. Pagarás por culpas ajenas.

-Por favor déjame ir.-suplico.

-Dime, ¿es qué acaso lo qué yo te daba no era suficiente? ¿Eh perra? Habla-me ordena desquiciado. Mientras enrolla parte de su correa en su mano, dejando más de la mitad libre.

Sin que pueda replicar un correazo es lanzado a mis piernas, al ser la correa de cuero deja la marca. Intento mover mis piernas desnudas, pero la droga sigue en mi organismo haciendo efecto. Como no respondo, vuelve a pegarme una vez más, y así continua hasta que empieza a salir sangre de una de mis piernas.

-Yo te di todo. Por ti estaba dispuesto a dejar a mi familia.-continua divagando mientras me golpea.

-¿Acaso soy poco hombre para ti?-pregunta como un niño pequeño y asustado.

Sus palabras hacen que lo vuelva a mirar, no me agrada hasta donde quiere llegar. Sé perfectamente que una persona bajo los efectos de cualquier tipo de droga, no son conscientes de sus acciones.

El Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora