Capítulo 43

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Después de la pequeña plática terminada en amenaza, me levanté y me retiré del jardín dejando a Drag completamente solo.

Mientras caminaba de regreso a la casa, aparece María, la cual al parecer se dirige a donde Drag.

Y, ya que, Drag me dañó mi mañana descubriendo mi secreto, arruinaré la suya, mandando a una María de mal humor hacia él.

-Eh tú sirvienta-le grito, a lo cual ella voltea, pero antes de que diga algo continuo- Sí, tú la zorra de Drag.

-Mira maldita mocosa malcriada-dice gritándome- a mí tú no me vas a decir sirvienta.

Cómo que a alguien se le escapó una loca

-Ok, no te diré más sirvienta, pero sí zorra. Ya que, no lo negaste Maggie.

-Mi nombre es María, no Martha, Marcia o Maggie.-dice muy molesta. Pero yo sólo puedo reír.-que te quede muy claro niñita, aquí tú sólo eres la del momento y yo la de siempre. Tú eres una muñeca de porcelana, que sólo sirve para exhibir mientras que yo sí soy una mujer de verdad.

Ahora sí qué me va a conocer

No te metas en problemas. Estamos en territorio desconocido.

Desconocido, mi trasero. Nadie me trata así.

Tú empezaste.

Cállate.

-Sí claro. Y por supuesto, ahora me vas a decir que Drag sólo tiene ojos para ti, que él te ama más que a su propia vida, que él será el padre de tus hijos y esas cosas. Por favor, despierta. Las personas como él necesitan mujeres como yo-digo muy sobrada- mujeres que pueda llevar a cualquier sitio, que sepa de cultura e historia. Que sepa que hacer y que decir en el momento más oportuno. En otras palabras, los hombres como Drag necesitan una mujer que lo represente y no lo avergüence, alguien como yo.-finalizo con una sonrisa demasiado arrogante.

-Sí claro-dice ella mirándome con ganas de apuñalearme- y por ser mujer de mundo, como tanto te profanas de ser. Te iban a violar, y qué curioso, justamente el que te iba a violar era un noviecito tuyo. Así que dime mocosa, ¿por qué crees qué Drag preferiría a alguien que por poco sería ultrajada a una mujer entera como yo?-dijo con un aire sobrado, una pose muy cínica.

Eso sí qué me dolió. Y no lo voy a negar. Quizás me pasé al provocarla. Pero burlarte de que me iban a violar, eso no se hace. ¿Dónde carajo quedó la solidaridad femenina?

Por eso no me arrepentí de la cachetada magistral que le di, tan fuerte que un hilito de sangre se asomó en la comisura de su labio.

Pero no me esperé que la mujerzuela me devolviera el golpe. Su cachetada hizo que mi cara virara de lado.

Aún tenía la impotencia de no poder haberme defendido como sé, aún seguía con la rabia y la decepción de recordar todo lo ocurrido, aún seguía en mí las ganas de golpear una y mil veces a Drag por tenerme de una u otra manera como prisionera en esta casa. Así que di rienda suelta a mi furia y arremetí sin ningún tipo de remordimiento contra la fulana.

Simplemente le di un derechazo que hizo que se cayera al suelo, sin perder tiempo me coloqué encima de ella y empecé a darle cachetadas, mientras que ella intentaba agarrarme de los cabellos y hacer que la situación se invirtiera. Pese a la furia estaba consciente de que no podía tratarla como si ella fuera una peleadora. Seguía pensando eso, hasta que empezó a meterse con mi familia. Obviamente el orgullo familiar, el sentimiento de defender a mis padres sin importar qué me dominó y olvidé con quien peleaba.

La situación cambió a peor, pero para ella. Ya no sólo eran cachetas, eran golpes a diestra y siniestra, ahora era puro puño cerrado. Su rostro cambió, ya no estaba altiva ni hermosa, ahora estaba magullada y horrible. Sentía que debía parar, pero no quería.

Mi adicción y vicio me estaban ganando.

Ella gritaba y gritaba y yo sólo imaginaba que ella era Edward, y que me estaba vengando de lo que me hizo e intentó hacer.

Después de golpear su rostro decido ir por su cuerpo, me paro y empiezo a patear su abdomen. Ya teníamos o ella tenía un show bien armado, porque muchos trabajadores se empezaron a acercar, pero ninguno era lo suficientemente valiente para intervenir.

Hasta que llegó el Tiburón, intentó acercarse a nosotras. Tenía sus brazos extendidos como si hubiera algún peligro del cual debía cuidarse, por su mirada supe que ese peligro era yo. Se acercó tanto que sin querer le arañe la cara.

Nunca había experimentado un ataque de furia de este nivel. Literalmente me sentía fuera de mí, la ira dominaba por completo mi ser. Sentía una extraña liberación al pelear así, fuera del ring. Extraña pero placentera. Tanto así, que me asustó y gustó a partes iguales.

Tiburón se asustó por lo que le hice, y empezó a pedir ayuda. En eso aparecen Plancha y Perro. Ambos quedan perplejos al ver la escena, y no es para menos. El suelo estaba manchado con unas cuantas gotas de sangre, la tipeja estaba completando magullada, y yo, bueno yo era la típica loca poseída sacada de un film de terror.

Minutos después aparece Drag, un muy molesto Drag. Intenta acercarse a mí, pero no se lo dejé tan fácil, le di un manotazo cuando intentó darme la mano para separarme de la zorra.

Obviamente no le agradó que lo retara delante de su gente. Así que, en un descuido de mi parte me abraza por la espalda y empieza a alejarme.

-Saquen a María de aqui-dice Drag a sus empleados- los demás largo. No hay nada que ver aquí.

Intentó safarme de su agarre pero lo único que logro es que sea más fuerte. De un momento a otro, pasa de estar de detrás de mí a estar delante mío, me suelta por unos segundos y sus manos pasan a mi cintura y me carga cual saco de papas.

Me lleva a la fuerza, intento safarme pero es imposible, pataleo con fuerza y me gano una gran nalgada de su parte. Llegamos a la sala de la casa, pensé que ne dejaría allí, pero me sorprendí cuando empezó a subir las escaleras y se encaminó hasta su cuarto.

Una vez allí, cerró la puerta con llave y me soltó de golpe en la cama. Su expresión era seria, se notaba que estaba molesto y confirmé mis sospechas al escuchar lo que dijo.

-Ahora sí, vamos a jugar con mis reglas.

El Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora