Capítulo 44

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POV' Drag Müller

Termino de desayunar en silencio después de que se retira Samantha.

Si hay algo que amo es el silencio y el orden. Me lleva a una especie de trance en donde abunda la calma y la paz.

Pero mi disfrute se ve interrumpido cuando escucho un alboroto a unos metros de donde me encuentro.

-Tiburón, ve y averigua que ocurre-le digo a mi hombre, que estaba escondido en el jardín.

-Sí señor.

Y se va a donde proceden los gritos, en eso aparece el Perro junto con Plancha.

-¿Qué crees que pasa Müller?-dice acercándose.

-Debe ser una de las mucamas o yo que sé. ¿Acaso tengo cara de adivino?

-Eh calmado, ¿qué pasó, el angelito nada de nada contigo?-dice el idiota de Perro riendo.

-Cállate imbécil.

En eso aparece el Tiburón con un llamativo rasguño en toda su cara.

-Señor, debe venir de inmediato. La señorita Samantha y la señorita María, están peleándose. Y ninguno de los trabajadores se atreve a intervenir por temor.

Los cuatro nos encaminamos al lugar de la pelea. Mientras, el Perro retoma su conversación conmigo.

-Deberíamos apresurarnos, no sabemos que le puede estar haciendo la condenada de María a la pequeña heredera.

No pude evitar reírme después de su comentario. María es la que me preocupa, no Samantha.

-¿De qué te ríes? ¿No te preocupas por tu prometida? ¿O es qué sabes algo que yo no?-dice muy serio.

-No lo sé. Tal vez, la pequeña heredera te sorprenda.

-Y vaya que sí.-finaliza cuando entramos en el pequeño ring de boxeo improvisado.

La escena frente a nuestros ojos nos dejó sin habla. María yacía en el suelo rodeada de su propia sangre, supimos que seguía viva a pesar del panorama al verla moverse; Samantha estaba completamente fuera de sí, parecía una loca del exorcismo. Al ver que ninguno de mis hombres se atrevía a interrumpir, decido interferir cuando veo que Samantha intenta dar otro golpe al cuerpo de María.

-Basta- le digo intentando frenar a mi Roja. Le pongo la mano impidiendo que se siga moviendo, pero ella rechaza mi mano y me grita.

Mis hombres me miran asombrados y asustados, nadie me había retado y menos delante de ellos. Intento agarrarla colocándome detrás de ella pero se retuerce como animal enjaulado, así qué, cambio de táctica y la llevo cargada como costal de papa.

Se remueve como loca, dejándome a la vista su bello trasero. Le indico a mis hombres que se lleven a María, mientras que yo me llevo a la heredera a la casa.

-¡Suéltame! ¡Imbécil!- y por su grosería una nalgada tuve que dar.

Cuando entramos en el cuarto, la lanzo en la cama.

-Ahora sí, vamos a jugar con mis reglas.

Veo que tiene los ojos completamente rojos y lagrimas alrededor de ellos. Por un instante, veo a una chica débil e indefensa y no a la mujer que le fascina llevarme la contraria. Pero eso cambia, apenas ella abre su hermosa boca para insultarme.

-¿Por qué no me dejaste acabar con él? ¿Ah? ¿Acaso estas de su lado? ¿Es eso, no? ¿Estás del lado de Edward?-finaliza en llanto.

No entiendo porque menciona a esa rata. Lo único que puede pensar es que se estaba desquitando de Edward a través de María.

El Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora