En agosto de 2010 me llevé una de las sorpresas más lindas de mi vida: me enteré de que Voces Anónimas se había vendido a un canal de televisión de Los Ángeles, Estados Unidos. Se trata del canal 22, NBC, que unas semanas después me invitó a viajar para hacer el lanzamiento en pleno Hollywood y asistir a varias entrevistas en otros de sus programas.
Luego de algunos días de mucha ansiedad, llegó la hora de viajar y gracias a esta oportunidad soñada, hubo algunos momentos tan hermosos que hasta el día de hoy me cuesta creer que hayan sido reales. Allí pude conocer muchas personas de diferentes países que trabajan en el canal. Una de ellas fue una joven mexicana llamada Maira. Ella me contó una leyenda urbana impactante que me llamó mucho la atención y que se originó cerca de Toluca, en el estado de México.
Esta ciudad se encuentra en una zona montañosa y es la más elevada del país, con una altura de 2.680 metros sobre el nivel del mar. El relato que escuché tiene como protagonista un ómnibus fantasma que recorre esa zona y que, al parecer, es muy conocido por quienes viven en la región. Cuentan que por nada del mundo hay que subirse a él, ya que la única que viaja allí es la muerte.
Al llegar a Uruguay, comencé a buscar información sobre esta leyenda y me di cuenta de que es mucho más popular de lo que imaginaba.
* * *
Nadie en México recuerda a ciencia cierta cuándo fue que ocurrió. Pareciera que, inconscientemente, los habitantes de la región hubieran querido olvidarse de aquello, como si nunca hubiera pasado... pero así fue. Lo que sí se sabe es que sucedió hace mucho tiempo, cuando Ixtapán de la Sal y Toluca estaban unidas por una ruta muy peligrosa que bordeaba un profundo precipicio, casi vertical, de roca sólida.
Aquella noche, como tantas otras, el autobús № 40 partió para hacer su recorrido. El vehículo estaba repleto de gente. Dicen que cuando comenzó a subir la empinadísima cuesta, se desató una tormenta que metía miedo, pero aun así el conductor alcanzó el punto más alto de la ruta sin ningún problema. Inició entonces la bajada y en determinado momento, mientras el ómnibus ganaba velocidad a la vez que continuaba descendiendo, pasó por una zona conocida como "Las Curvas de Calderón", famosa por sus peligrosas curvas muy cerradas. Estas se encuentran, además, en una hondonada gigantesca, donde el camino se angosta tanto que hay un tramo en el que sólo cabe un vehículo.
La lluvia continuaba con toda su furia, el asfalto estaba empapado y los pasajeros comenzaron a darse cuenta de que estaban bajando demasiado rápido. Algunos se asustaron tanto que le reclamaron al chófer que disminuyera la velocidad del vehículo, pero el hombre continuaba sentado tras el volante sin decir una sola palabra. Al ver su comportamiento, las personas que viajaban con él empezaron a pedirle a gritos que parara. Entonces el conductor, con voz débil y temblorosa, alcanzó a decir:
-Están fallando los frenos.
Llegó un momento en que la velocidad era asombrosa y todo parecía indicar que no había manera de evitar la inminente tragedia: en una de las tantas curvas, el conductor perdió definitivamente el control y el autobús cayó al vacío. Muchos murieron al instante por el terrible impacto. Los que sobrevivieron quedaron malheridos, intentando arrastrarse fuera de los hierros retorcidos. Pero aquella no era una noche de milagros, porque de repente lo que quedó del autobús se incendió y calcinó a aquellos que habían soportado la caída y todos murieron.
El accidente fue noticia en todo México, pero por poco tiempo, porque la gente del lugar quiso olvidarlo. Lo que ellos no sabían es que eso sería casi imposible, ya que comenzarían a suceder algunos acontecimientos muy extraños relacionados con el trágico accidente.
Si bien aquel camino ya no es muy transitado, pues existe una nueva autopista, se dice que quien pase de noche por ese lugar y pare algún autobús rumbo a Toluca, debe fijarse bien que no tenga impreso el número 40. Cuentan que todo aquel que suba a ese ómnibus, que sólo circula durante las horas de la noche, lo primero que notará es que es un modelo antiguo, cosa que tal vez no sea muy llamativa, porque son muchas las líneas que reciclan viejos coches y los mantienen en buenas condiciones. Lo seguro que verá será más extraño: estará lleno de pasajeros, incluso con mucha gente de pie, pero aun así habrá algunos asientos vacíos. Después de que se siente, descubrirá algo incluso más perturbador: todos los pasajeros van despiertos, sin pestañear siquiera, y nadie habla, hasta los niños van callados. El inspector que revisa los boletos les pedirá el pasaje a cada una de las personas sentadas y paradas... menos a quien acaba de subir, como si no existiera. El viaje seguirá así, en un silencio profundo, hasta un punto en el que el autobús se detendrá, faltando un corto tramo para llegar a la terminal de Toluca.
Al fin, el chófer le dirá a quien haya subido que debe bajar en ese mismo momento:
-Baje ahora y no mire hacia atrás hasta que se cierre la puerta o jamás dejará este autobús.
Aquel que obedezca comprobará que el autobús desaparece. No habrá nada, ni nadie, en la ruta. Sin embargo, no correrán la misma suerte quienes no hagan caso de la advertencia del chófer. El que mire hacia atrás descubrirá un autobús destrozado y entre los hierros retorcidos, los esqueletos descarnados y las calaveras con las mandíbulas abiertas en un grito eterno. La imagen desaparecerá, pero no dejará de perseguirlo una y otra vez en sus pesadillas... aunque no le quedarán muchas más noches en el mundo de los vivos. La leyenda asegura que el desobediente morirá pocos días después y que su espíritu subirá al autobús № 40 para viajar en él por toda la eternidad.
Mientras tanto, este ómnibus fantasma sigue haciendo su recorrido durante la madrugada, manteniendo siempre un lugar reservado para las voces anónimas.
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Voces Anónimas "OCULTO".
ParanormalVoces Anónimas Historias y leyendas del universo mágico El presente libro contiene historias, leyendas, experiencias y anécdotas del detrás de cámara que nunca fueron contadas en el programa televisivo Voces Anónimas, que se emite a través de la pan...