Milagros Gómez: "La dama sin rostro".

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     Me encanta el programa, por eso entré en Facebook y encontré la opción para enviar mi historia...
     Mi padre siempre cuenta que cuando era adolescente, allá por los '60, vivía en un pueblo alejado de todo. Para dar una mejor idea, es el pueblo en el que vivimos ahora, Calpica, que queda a seis kilómetros de la ruta 3 y a veinticinco de la ciudad más cercana, Bella Unión. Para comprar víveres o hacer cualquier tipo de diligencia, tenían que trasladarse a Calpica, que todo por aquel entonces era una fábrica de producción de azúcar (como lo es Alur hoy en día), rodeada por algunos almacenes y las casas de los trabajadores.

     El camino al pueblo era tétrico, incluso durante el día: un estrecho sendero de tierra flanqueado por una espesa arboleda que permitía que pasaran solo unos pocos rayos de sol, dos puentes de madera viejos y desvencijados que cruzaban sobre los arroyos Lenguazo y Ñaquiñá. A esto había que sumarle los incontables animales que habitaban los bosques, acechando entre las ramas, esperando la noche para poder salir.

     El relato se mi padre transcurre al atardecer. Como todo chico de su edad, estaba jugando al fútbol con los demás gurises del pueblo -qué, según cuenta, eran pocos- cuando empezó a nublarse y parecía que se venía el mucho abajo. En vista del mal tiempo, su madre le pidió que agarrara un caballo y saliera urgente hacia el pueblo a comprar harina para las tortas fritas, ya que no tenía ese ingrediente. Obediente, aunque sin el menor ánimo de hacer el mandado, montó el primer caballo y se marchó. El animal, que pertenecía a su hermano, era mal enseñado y terco como su propio dueño, de lo más miedoso y tonto.

      Aun así, llegó en el menor tiempo posible al pueblo, aunque después de haber comprado y charlado un poco con los conocidos, ya había oscurecido considerablemente y la llovizna había empezado a apretar.

     A galope ligero, cruzó el puente del Lenguazo e intentó apurar el animal para poder llegar antes de que la oscuridad lo cubriera todo. No sé qué se siente al estar solo un día de lluvia en el medio de la nada, sabiendo que si gritas nadie te va a oír, porque te encuentras considerablemente lejos de cualquier lugar... pero mi padre dice que es insoportable, y eso que no es una persona miedosa.

     El caso es que al llegar al segundo puente de madera, se sentía aliviado, ya que ahora solo lo separaba un corto trecho hasta su casa. Pero sin previo aviso, el caballo se levantó en sus patas traseras, dejándolo desconcertado y sentado en el piso. Luego, salió a todo galope en dirección contraria al lugar hacia el que iban.

     Sin saber qué hacer, mi padre se puso a buscar el motivo del susto, cuando vio en los límites del monte a una mujer de piel y atuendo blancos, de espaldas a él.

     Tieso como una estatua, observaba aquella aparición esperando que hiciera algún movimiento. Ella se dio vuelta con la cabeza gacha y mirando hacia abajo, comenzó a caminar. Como si estuviera iluminada por una linterna, de la dama emanaba un haz de luz tan brillante como una hoguera que destacaba sus rasgos: el cabello dorado y enmarañado, las vestiduras blancas, sucias y rasgadas. Pero su cara, vuelta hacia abajo y tapada por el pelo, no podía ser vislumbrada.

     En menos de un segundo, sin que pudiera hacer nada para apartarse, la mujer estuvo a medio metro de él y levantando la cabeza, le mostró una visión que hasta el día de hoy le provoca pesadillas: aquella aparición no tenía rostro, su cara estaba tan limpia como una hoja en blanco.

     Sin detenerse a pensar en el caballo, en las compras que cargaba o en lo que hacía allí, mi padre echó a correr como si el mismo Diablo lo persiguiera. Cuando llegó y contó a todos lo que le había sucedido, nadie le creyó, aunque él siempre guardará en su memoria la horrible experiencia que vivió.

     Eso no hizo que tuviera ni más ni menos miedo a la oscuridad o a la noche. Lo que sí le mostró es que aunque hay cosas que no todos vemos o creemos, eso no quiere decir que no existan. Él tuvo la suerte de no toparse nunca más con esa clase de cosas, aunque otros no fueron tan afortunados. Hay historias de personas que afirman haber visto ese mismo espíritu e incluso algunos dicen que fueron perseguidos por esa mujer, a quien mi padre llama "La dama sin rostro".

Voces Anónimas "OCULTO".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora