La leyenda de La Llorona es conocida desde México hasta el sur de Argentina. Cada país de Latinoamérica tiene alguna historia relacionada con este espanto femenino.
Según se cuenta, sus primeras apariciones tuvieron lugar en Tenochtitlán, México, durante la época de la Conquista. Luego del toque de queda a las once de la noche, los vecinos se refugiaban en sus casas y en los alrededores de la iglesia de la plaza Mayor, los habitantes de la zona decían ver a una extraña mujer que transitaba las calles gimiendo. Según algunos testimonios que quedaron grabados a fuego en el imaginario colectivo de los mexicanos, se trataba de una figura vestida de blanco, extremadamente delgada, que lloraba desconsoladamente y se lamentaba por sus hijos...
-¡Ay, mis hijos! ¿A Dónde los llevaré para que escapen de tan funesto destino?
Muchos argumentos es su momento que las raíces de este relato se encontraban en la mitología Azteca y que se trataba de una mujer indígena apodada La Malinche, que se había enamorado perdidamente de un conquistador español. Un día, él la abandonó y ella, enloquecida, mató a sus tres hijos. Cuentan que los ahogó uno por uno y al tomar conciencia de la atrocidad que había cometido, decidió terminar con su vida de la misma manera, muriendo ahogada en el río. Este parece ser el origen de una de las leyendas urbanas más populares de la tradición oral latinoamericana.
En Uruguay, la historia de La Llorona se ha transformado en un relato emblemático y se podría decir también que es uno de los más conocidos y difundidos de todo el país. En cada uno de los diecinueve departamentos existe alguna versión y su imagen se relaciona directamente con sitios reconocidos del interior uruguayo. Es así como los duraznenses hablan de “La llorona de la cancha de Rampla” o en Salto se la ve en los alrededores del cementerio Central. Pero de todas las versiones que circulan, la más popular es la de La Llorona del parque Rivera, en Montevideo.
Corría la primera temporada de Voces Anónimas, en el año 2006, cuando descubrí una historia relacionada con esta aparición diferente a todas las que conocía. Jorge, su joven protagonista, se puso en contacto conmigo para contarme con lujo de detalles su experiencia y fue así como quedó registrado uno de los relatos más sorprendentes que escuché en mi vida. Él nunca de decidió a presentarlo ante las cámaras, pero sí estuvo de acuerdo cuando le comenté la idea de incluirlo en este libro. Así que prepárense para sentir más cerca que nunca a La Llorona, en un viaje aterrador entre los árboles del enigmático parque Rivera.* * *
El parque Rivera es un gran pulmón para la ciudad de Montevideo. Siete hectáreas arboladas, un lago en el centro, niños divirtiéndose en los juegos y gente caminando o haciendo ejercicio hacen que este predio se transforme en uno de los puntos elegidos por los montevideanos a la hora de distenderse un poco o disfrutar de un día al aire libre. Pero todos saben que este lugar también tiene su costado macabro, ya que con la llegada de las primeras sombras de la noche comienza a transformarse en un escenario perfecto para cualquier leyenda urbana terrorífica. Esta es una de las tantas historias que seguramente se escribieron entre sus árboles.
Jorge, un joven del barrio Carrasco Norte, que en aquel entonces tenía veintitrés años, conocía al pie de la letra la leyenda de La Llorona, ya que era repetida una y otra vez por los vecinos de la zona. La tenía presente cuando todos los días, al finalizar su jornada laboral, atravesaba la solitaria calle del parque Rivera para llegar a su hogar. Sin embargo, él no creía en lo que decía sobre la aparición, ya que había pasado muchas veces por allí durante la noche y nunca la había visto, ni siquiera había escuchado ese popular lamento que muchos aseguran haber oído. Pero un día, todo cambió.
Era una tarde de junio de 2006 y volvía de trabajar; al igual que lo hacía todos los días, decidió cortar camino con su moto por el interior del parque. Fue así que se internó con su scooter en la pequeña calle que lo atraviesa. Esto le permitía llegar a su casa mucho más rápido que si lo hacía de la manera “correcta” por avenida Italia. Lo que no sabía era que aquella noche, lo más acertado para él hubiera sido dar marcha atrás y hacer el recorrido más largo... y seguro.
Avanzaba entre las sombras, porque la noche comenzaba a teñir con su oscuridad cada rincón del parque, mientras el ruido del motor rompía un silencio tan frío que parecía congelar el tiempo. El foco de la moto iluminaba tenuemente el contorno del solitario camino que bordea el lago con sus pronunciadas curvas. En ese instante, le pareció escuchar un llanto, acompañado de gemidos desgarradores, que venían del interior del parque. Era un sonido amargo, cargado de mucho dolor, y además parecía provenir de una mujer. Fue inevitable evocar, en ese momento, las historias protagonizadas por La Llorona. Ese era su hogar. Como Jorge no creía en las fábulas, jamás les había prestado atención, pero ahora que había escuchado algo, sólo de imaginar que podía tratarse de ese conocido fantasma sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo.
Sin pensarlo dos veces, Jorge aceleró a toda velocidad, aprovechando que en ese momento el lugar estaba más vacío que nunca. Pero justo cuando transitaba sobre el borde del lago, a la altura del corazón del parque, ocurrió algo imposible de explicar y que jamás olvidará: con la motocicleta en marcha, sintió claramente que alguien se sentaba a sus espaldas, sobre el asiento de cuero negro del rodado. El peso de quien estaba detrás hizo que los amortiguadores delataran lo que estaba sucediendo y él sintió, además, un frío gélido que lo abrazó por la espalda y le congeló el espinazo. Completamente aterrado, giró la cabeza hacia un costado, intentando mirar de reojo hacia atrás si bien su casco le impedía distinguir quién viajaba con él, vio con claridad cómo el retazo de una tela blanca, sucia y rota volaba a sus espaldas. En ese preciso instante, comprobó lo que pensaba: quien viajaba con él era La Llorona.
Ante el terrorífico panorama que estaba viviendo, aceleró su moto todo lo que pudo y deseó con todas sus fuerzas que aquella pesadilla terminara de una buena vez. Los metros finales de la pequeña calle se transformaron en kilómetros interminables y los segundos parecían una eternidad.
Cuenta este desafortunado joven que, hasta el día de hoy, no recuerda cómo fue que logró salir del parque Rivera aquella noche. Y cuando llegó a su casa, se llevó una sorpresa igual o más aterradora que la que acababa de vivir.
Luego de estacionar la moto en la puerta de entrada y con el corazón en la garganta, bajó lentamente y giró para descubrir si en el asiento todavía se encontraba la pasajera espectral. Por suerte, ya no había nadie ahí, lo cual hizo que se sintiera un poco más aliviado y que, por algunos instantes, recuperara el aliento. Sin embargo, algo le decía que no todo estaba bien, que el terror no lo había abandonado todavía, así que sus ojos recorrieron el scooter de arriba a abajo buscando algo. No sabía bien qué, pero sentía que allí podía esconderse alguna prueba de su escalofriante experiencia... y así fue.
Debajo del asiento, donde está la carcasa del motor, pudo ver unos finos rayones. Eran arañazos, como producidos por una persona de largas y afiladas uñas. Se podían ver claramente a ambos lados de la moto y lo curioso es que estaban justo a la altura del lugar del acompañante, el lugar en el que, según Jorge, viajó La Llorona.
Durante algunas semanas, esas marcas fueron el centro de atención del barrio. Muchas personas se acercaban para verlas, mientras le pedían que narrara su aterradora experiencia. Poco después, Jorge llevó la moto al taller mecánico para que la dejaran como nueva; así fue como aquellos arañazos desaparecieron para siempre. De La Llorona no quedó ni un solo rastro, por lo que sí perdura en la memoria de este muchacho, que nada ni nadie podrán borrar, es el viaje que realizó a ella... y las voces anónimas.

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Voces Anónimas "OCULTO".
ParanormalVoces Anónimas Historias y leyendas del universo mágico El presente libro contiene historias, leyendas, experiencias y anécdotas del detrás de cámara que nunca fueron contadas en el programa televisivo Voces Anónimas, que se emite a través de la pan...