En 2010 llegó a la casilla de e-mail del programa un correo electrónico con una anécdota sorprendente que tiene como protagonista a uno de los extraterrestres más conocidos de la mitología mundial: Mothman o el Hombre Polilla. La mayoría de los relatos de sus apariciones lo ubican en diferentes ciudades del mundo, pero jamás se había reportado algún avistamiento de este alienígena en tierras uruguayas. Por eso me llamó mucho la atención la noticia proporcionada gentilmente por Marcos Saldaña, oriundo de Artigas, quien me facilitó la historia, me envió material y hasta me puso en contacto con una de sus protagonistas, Isabel.
Gracias a este relato, quedará registrada una experiencia que involucra a este misterioso ser que, según cuentan, en alguien momento se hizo presente en aquel departamento del país.* * *
Las personas que disfrutan de salir a acampar suelen ser curiosas, aventuras y, sobre todo, amantes de esas historias aterradoras que se cuentan a la luz de una fogata. Así era el grupo de amigos formado por cinco mujeres y ocho varones¹ que llegó una noche del año 2003 al puente Juan Fernández, cerca de la localidad de La Bolsa, a unos 40 kilómetros del centro urbano de la Ciudad de Artigas. Eso sí, ninguno de aquellos jóvenes podía imaginar que ellos mismos se convertirían en protagonistas de uno de esos relatos que hielan la sangre junto a una hoguera de campamento.
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1 Los integrantes del grupo eran los siguientes: Macarena, Natalia, Sandra, Marcia, Isabel, Claudio, Robinson, Héctor, Sergio, el “Turco”, Daniel, Luciano y Alejandro.El grupo arribó al lugar cuando ya la oscuridad había impuesto su dominio. Corría un viento helado que los hacía temblar de frío, por lo que no perdieron tiempo y armaron junto al puente, a un costado del río, las cuatro carpas. Una vez adentro de ellas, decidieron descansar del largo viaje que los había llevado hasta allí y recargar energías para aprovechar al máximo el día siguiente. Fue una noche tranquila, a pesar de que el gélido viento no dejó de rugir hasta que se asomó el sol.
Cuando se levantaron, prepararon el desayuno, recorrieron el lugar, escucharon música en un equipo portátil que uno de ellos había llevado y hasta jugaron un partido de fútbol mixto. Así, pasaron el día entero divirtiéndose, hasta que las penumbras comenzaron a invadir todos los rincones del predio y la noche cayó súbitamente, dando por finalizada la jornada.
Como no habían llevado muchas provisiones, los varones decidieron alejarse un poco para ver si podían atrapar algo para cenar. Las mujeres de quedaron cerca del campamento y acordaron que, ante cualquier emergencia, les avisaría a través de un silbido.
Mientras los exploradores se internaban en el bosque, dos de las muchachas, Marcia y Sandra, permanecieron junto a la fogata que habían prendido cuidando de Macarena, una niña que dormía plácidamente dentro de una de las carpas. Las otras dos mujeres del grupo, Natalia e Isabel, subieron al puente, ya que desde esa posición tendrían un muy buen panorama de los alrededores.
Una vez arriba y mientras el agua corría debajo de ellas, de quedaron observando cómo las luces de las linternas de los varones se internaban más y más entre los árboles lejanos... entonces fue cuando vieron aquella cosa.
La primera que lo hizo fue Natalia, que distinguió un bulto deslizándose entre los arbustos que rodeaban el río. Era una figura más oscura que las sombras de la noche, enorme, que medía más de dos metros. Si bien mostraba un aspecto humanoide, parecía no tener cuello. Pero lo que más destacaba en el cuerpo de aquel ser eran sus ojos: muy separados entre sí, grandes y rojos, de un rojo tan intenso que brillaban en la oscuridad como dos brasas encendidas.
Natalia le preguntó a Isabel si estaba viendo lo mismo que ella. Cuando ésta le respondió que sí, sintió ganas de salir corriendo a toda velocidad, pero se contuvo porque recordó que su amiga estaba embarazada. Aun así, bajaron del puente lo más rápido que pudieron y al llegar al campamento, les describieron a las que se habían quedado junto al fuego el misterioso ser que habían divisado.
Lo primero que pensaron Marcia y Sandra fue que se trataba de una broma y que sus amigas sólo querían asustarlas, pero se lo fueron tomando en serio a medida que veían que los rostros desesperados de sus amigas no cambiaban. Las cuatro decidieron entonces que lo mejor era alejarse de allí. Intentaron despertar a Macarena, la prima pequeña de Isabel, que estaba durmiendo en la carpa, pero no pudieron hacerlo.
De pronto, oyeron algo. Parecía provenir de entre los árboles que daban al claro del campamento. Aquel sonido las puso en alerta. Volvieron a escucharlo y podían jurar que había sonado más cerca: era como un crepitar, como el crujir de ramas y palos apartados o pisados por alguien que se acercaba.
Cuando el sonido regresó, después de una breve pausa, pudieron ver aquello que lo provocaba. A las cuatro muchachas se les heló la sangre con la visión: la criatura oscura y de alucinantes ojos rojos avanzaba lentamente hacia ellas. Gritaron desesperadas e hicieron un último intento por despertar a Macarena, pero la niña no salía de aquel sueño profundo. Aquello seguía acercándose más y más... hasta que Natalia, Isabel, Marcia y Sandra, en medio de llantos y más gritos, se vieron obligadas a escapar y a abandonar a Macarena en el interior de la carpa.
Dejaron así el campamento y subieron hasta el puente, rogando que aquella entidad, fuera lo que fuera, no notara que adentro de una de las carpas había una pequeña descansando. Desde allí arriba, en estado de shock, observaron cómo la desconocida criatura de acercaba hasta el lugar donde estaba Macarena. “¡Que no se dé cuenta, que no dé cuenta!”, rogaban las cuatro sobre el puente... pero como si ya lo supiera, la criatura entró en la carpa donde estaba la niña.
En ese momento, casi se les paralizó el corazón. Experimentaron el miedo más profundo durante los minutos eternos que permaneció adentro. Después, sin que nada visible lo provocara, la criatura huyó a toda velocidad en dirección al río y se lanzó sin dudar por un barranco que nacía a un costado del campamento. Desapareció sin hacer el menor ruido, como si nunca hubiera terminado de caer en el agua, como si antes de alcanzar la superficie de la corriente... hubiera salido volando. Y al irse, se llevó consigo algo del terror que helaba el alma de las cuatro muchachas, quienes recordaron entonces la señal del silbido que habían acordado con los varones.
Los muchachos, al escuchar la alarma, decidieron mandar al “Turco” en dirección al campamento para averiguar qué pasaba. Cuando el joven llegó al puente, las chicas seguían tan asustadas que no podían hacerle entender lo que sucedía. Lo único que decían claramente, señalando en dirección al campamento, era “¡Sacá a Macarena, sacá a Macarena!”. Él fue hasta la carpa de la niña y descubrió que la pequeña aún se encontraba durmiendo, como si no se hubiera enterado de nada. Las cuatro amigas, entonces, decidieron bajar del puente. Isabel fue a ver cómo estaba su prima y volvió a intentar despertarla, incluso tirándole agua en la cara, pero parecía estar sumergida en un sueño demasiado profundo.
Minutos después, llegaron los demás y sólo entonces Macarena reaccionó. Lo primero que vio fue a Isabel llorando, pero para no asustarla no le dijeron nada de lo que había ocurrido. Enseguida, los amigos recorrieron el lugar, pero no encontraron nada extraño en los alrededores.
Aquella noche fue torturante e interminable, sobre todo para las mujeres. Se sobresaltaban con cada ruido extraño y se ponían a rezar ante el menor movimiento de las paredes de la carpa, temiendo que ese ser regresara.
La oscuridad se marchó, al fin, con todos sus misterios y el sol salió sobre el horizonte. La luz del día tranquilizó el alma de todos los integrantes del grupo y encandiló el recuerdo de lo vivido. Todo parecía en calma, pero por las dudas los amigos decidieron recoger el campamento y marcharse lo más pronto posible de allí.
Como habían quedado algunos platos sucios, dos de los varones fueron a lavarlos al río. Y cuando se disponían a empezar con la labor, vieron que al otro lado de las aguas, erguida sobre la orilla opuesta, los observaba una oscura criatura de ojos rojísimos. Parecía querer desintegrarlos con la mirada, porque no se las sacaba de encima. Los dos muchachos se quedaron por un instante petrificados, como si hubieran sido hipnotizados. Luego, comenzaron a salir de esa quietud muy lentamente, con movimientos casi imperceptibles, retirándose de la fulminante vista de aquella figura siniestra y temiendo que se lanzara sobre ellos de un momento a otro.
Por suerte eso no sucedió y camino al campamento prometieron no contar lo que habían presenciado, ya que solo haría que el grupo entrara en pánico. De todos modos, después de llegar sanos y salvos, les costó disimular el miedo que aún reflejaban sus rostros, pero cumplieron la promesa
Los trece jóvenes terminaron dejando esos singulares parajes y ya no volvieron, aunque algo de ese lugar permaneció en ellos. Esta sensación era más fuerte cada vez que volvían a repasar lo vivido y veían nuevamente, adentro de sus cabezas, aquella misteriosa criatura, como si la potencia de sus ojos atravesara la barrera del tiempo y los mirara desde el pasado.
Pensando que si investigaban y descubrían la naturaleza de la extraña entidad tal vez lograrían obtener algo de paz, se pusieron a buscar información en bibliotecas, archivos y sitios de Internet. Y finalmente volvieron a ver a la criatura de ojos rojos, que ahora los observaba desde la página de algún libro o desde un monitor de computadora. Ya tenían nombre para lo que vieron en Artigas: Mothman, el Hombre Polilla, un ser que es todo un misterio.Si bien los primeros documentales que hacen referencia a Mothman de remontan al año 1853, en la Guerra de Crimea, su aparición más comentada fue la de 1966 en la ciudad estadounidense de Point Pleasant, en Virginia occidental. Allí, en los últimos meses de aquel año muchas personas presenciaron la aparición de una extraña criatura de más de dos metros de altura, con una especie de alas plegadas a la espalda, que los miraba con dos brillantes ojos de color sangre. Algunos incluso la vieron volar a una velocidad imposible y hasta oyeron lanzar un agudísimo grito que rompía los tímpanos.
Los avistamientos de Mothman en Point Pleasant se extendieron hasta bien entrado el año 1967. Uno de los lugares donde más se lo vio, acompañado de extrañas luces en el cielo, fue posado sobre la enorme estructura de Silver Bridge. Incluso hay gente que asegura tener fotos de la criatura sobre el puente. De ahí que todos en la ciudad hayan relacionado la visita de Mothman con una tragedia en la que se vio envuelto aquel puente. El 15 de diciembre de 1967 y sin que las causas estén muy claras, el Silver Bridge se derrumbó, en hora pico, sobre el río Ohio. Treinta y siete vehículos cayeron a las aguas y cuarenta y siete personas murieron. El colapso fue tan inesperado que uno de los cuerpos, recuperado de un taxi, aún tenía un billete en la mano. Algunos dicen que la presencia del Hombre Polilla era una advertencia, una profecía de la catástrofe.
Estos hechos generaron una impresión tal que en el centro de Point Pleasant se halla hoy en día una estatua de casi cuatro metros de altura en honor a ese enigmático ser. Y además, el parapsicólogo John Keel escribió en 1975 un libro basado en todo lo ocurrido titulado “The Mothman Prophecies”, que fue llevado al cine en el año 2002.
A este evento tenemos que sumarle, según los investigadores, otras muchas apariciones, como la de Chernóbil, en Ucrania, antes y durante la famosa explosión en la central nuclear o la que, aseguran, sucedió en China en 1926, antes del desmoronamiento de una enorme represa que mató a más de quince mil personas. Tampoco podemos dejar de nombrar la “gárgola de ojos rojos” que muchos dicen haber visto sobre las enormes olas del tsunami asiático de 2004, que sumó más de doscientas mil víctimas.
¿Criatura que trata de advertir futuras tragedias o mensajero de la muerte? Nadie lo sabe, pero lo que sí se sabe es que ahora tendremos que sumar a la lista de apariciones de Mothman, el Hombre Polilla, la que presenciaron estos trece amigos en el año 2003 en Artigas... porque allí estaba esa misteriosa criatura, junto a ellos y las voces anónimas.
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Voces Anónimas "OCULTO".
ParanormalVoces Anónimas Historias y leyendas del universo mágico El presente libro contiene historias, leyendas, experiencias y anécdotas del detrás de cámara que nunca fueron contadas en el programa televisivo Voces Anónimas, que se emite a través de la pan...