Las frías baldosas del hospital congelaron sus pies desnudos en cuanto las tocó.
Hinata Hyuuga reprimió el gemido que aquello le provocó y, mientras tomaba la chaqueta que su primo había olvidado el día anterior y se la colocaba para protegerse del aire acondicionado reinante, se dirigió al pasillo desesperada por caminar un poco…
En menos de cinco minutos se encontraba frente a una maquina de bebidas. Se suponía que no debía beber nada con gas -sobretodo después de la cirugía-, pero estaba sedienta y aún le faltaba una hora para que su familia llegara de visita.
La imagen animada y tierna de un pequeño oso panda, en la pantalla, le ofrecía las distintas opciones que habían. Por un instante se sintió feliz de estar sola: de seguro sus amigos se burlarían de aquel oso diseñado para hacerle más fácil la elección a los niños pequeños. Pero ella no podía evitar quedar encantada ante la animación: ¡incluso bailaba cuando escogías tu opción!
Finalmente, mientras se decidía entre café frio o leche, no pudo evitar admirar su reflejo en el cristal.
Con la bata del hospital y aquella chaqueta negra encima, sus curvas y su pecho se mantenían perfectamente ocultos al punto en que ni siquiera se notaba. Su rostro ovalado, que siempre le había conferido un aire infantil a diferencia de las demás chicas que conocía, se mantenía pálido debido a la falta de sol y del maquillaje, aunque mantenía un constante sonrojo en sus mejillas. Y finalmente, tras los gruesos lentes de marco negro, los ojos aperlados clásicos de su familia que ella tanto adoraban estuvieron encargados de devolverle la mirada, mientras examinaba otra parte suya que la hacía feliz: su cabello, o bueno… su nuevo corte de cabello.
Había sido un incidente chistoso en el cual su largo cabello, mantenido así desde que hubiera entrado en la preparatoria, se había visto reducido a unos irregulares mechones que ni siquiera llegaban a cubrir sus orejas por completo.
Su madre casi había enloquecido al verla, y es que ni siquiera ella conseguía reconocerse a si misma debido a aquel corte… y por lo mismo le encantaba.
- Hola.
El saludo le produjo tal susto que habría gritado de no ser por el dolor constante en su garganta.
Volteó, asustada de que se tratara de alguna enfermera regañona, pero para su sorpresa solo se trataba de un chico rubio. Su cabello fue lo primero que llamó su atención, pues en Japón no se acostumbraba a ver chicos con aquel color de cabello, pero luego fueron sus ojos azules lo que la hicieron confiar.
Se veía amable.
Él le sonrió esperando la respuesta, el saludo de vuelta. Y en cuanto lo comprendió ella se palpó la garganta y negó con la cabeza, indicándole que no podía hablar.
- ¿No puedes hablar? -ella asintió- ¿Te han operado?
Hinata miró alrededor, sacó su teléfono y rápidamente tecleó algunas palabras. Le entregó el móvil a chico y esperó a que él lo leyera.
- ¿Amigdalitis? -preguntó este, ella volvió a asentir- Oh, qué mal. ¿Y dolió?
Negó con la cabeza, aliviada. Él le sonrió nuevamente cosa que, por algún motivo, le hizo sonreír a ella.
- Eso es bueno. Mucho mejor que un tobillo esguinzado.
Y a continuación levantó la pierna de su pantalón, enseñándole un vendaje improvisado. Hinata hizo una mueca involuntaria al notar que debajo de las vendas la piel estaba morada y verde.
- Ups, lo sé -él se veía apenado, pero no adolorido-. Esto pasa cuando crees que mejorara solo y luego tu madre lo ve. La mujer lleva como una hora gritando en la recepción y está segura de que me moriré o se me cortara la circulación.
Ella rió, cosa que le dolió levemente. Su garganta estaba débil e inflamada aún, claramente debería estar descansando en su cama en vez de charlar con aquel chico, fuese quien sea que fuese.
Volvió a ver los vendajes y por algún motivo pensó en Kiba y Sasuke, sus mejores amigos. Ambos jugaban futbol de forma regular en la escuela y, al igual que aquel muchacho, cada vez que se lastimaban ignoraban la herida y dejaban pasar tiempo antes de preocuparse.
¡Parecía que todos los hombres carecían de razón en cosas como esas!
- Por cierto, soy Naruto -continuó él, de manera amigable, mientras le devolvía su teléfono. Ella tecleó su respuesta de manera automática-. ¿Hinata? -preguntó pasados unos segundos. Ella asintió sonriéndole, cosa que lo hizo sonreír a él también-. Un gusto, Hinata.
Sin pensarlo pidió la leche para que él pudiera ordenar luego.
Apenas saboreó el frio liquido reprimió un suspiro de placer, pero Naruto frente a ella rió al ver su expresión. De inmediato se sonrojó, totalmente avergonzada.
- Oh, veo que esta buena -se burló él, introduciendo el dinero en la maquina-, pediré una también entonces.
El pequeño oso panda animado comenzó una danza en cuanto él seleccionó la leche.
- ¿Vas en la preparatoria de Konoha? -cuestionó este, mientras esperaban. Ella asintió-. Bueno, supongo que nos veremos allí, me acaban de transferir…
Aquello la sorprendió. Era muy raro que llegaran alumnos de transferencia durante el segundo semestre, pero si se trataba de alguien tan amable no tenía problemas.
Al final de todo Naruto se despidió y se marchó con el vaso de leche en su mano, mientras que ella agitó su mano para despedirse mientras lo veía desaparecer por los pasillos de aquel enorme hospital. Por un segundo un presentimiento respecto a aquel muchacho la invadió. La sensación de que él sería importante en su vida la abordó aún más fuerte que en el momento en el que conoció a Kiba y a Sasuke…
Aunque aquello era una locura. Era imposible que una persona cambiara todo en su vida.
¿O sí?
…Naruto rió mientras observaba a tres enfermeras discutir con su madre, quien insistía en que su hijo se estaba muriendo.
- Si sigues así al siguiente al que retaran es a ti -le advirtió su padre, sentado a su lado. Con aquello Naruto se tuvo que morder el labio para no estallar en una carcajada.
- Es que mírala, no la veía así desde hace ocho años cuando en Navidad casi se mata por conseguir el último pavo.
Su padre rió al recordarlo.
- Tengo una mejor -le admitió-. Cuando el médico le dijo que serías un niño y ella insistía en que quería una niña.
- ¿Mamá embarazada? Oh Dios, eso sería espantoso -fingió sufrir un escalofrió, mientras su padre reía-. No quiero ni pensar en cómo la aguantabas.
- El amor es curioso, hijo. Cuando tengas novia lo entenderás.
Ante lo último Naruto se cruzó de brazos y bufó. ¿Cómo es que las últimas conversaciones siempre se veían reducidas a "cuando tengas novia…"?
- Hmp.
- Vamos, vamos, no te pongas así -su padre le rió, tratando de animarlo-. O te comenzaras a parecer a Sasuke.
Ante la mención de aquel nombre Naruto sonrió al instante.
- Cierto. No le he avisado que llegue a la ciudad -de inmediato sacó su teléfono y comenzó a enviarle mensajes. Se moría de ganas de volver a ver a su mejor amigo después de tres largos años.
Minato sonrió ante aquello. De seguro Sasuke enloquecería al saber que su hijo se encontraba allí y que desde la siguiente semana estudiarían juntos en la misma escuela. Y por no hablar del hecho de que ahora sería también su vecino, tal y como antes.
- Por cierto, tardaste mucho en ir por un solo refresco -le comentó, mientras lo veía teclear con velocidad-. ¿De seguro no te topaste con alguien especial? Ya sabes, como una chica…
- ¿Hmm? ¿De qué hablas? -le miró con sospecha-. ¿Qué insinúas, anciano?
- No me digas anciano -le regañó.
Naruto rió. Hacer enojar a su padre era divertido.
Volvió a dar un sorbo al vaso de leche mientras recordaba a aquel chico bajo y delgado frente a la maquina, con el cabello azulado revuelto, los lentes negros y la sonrisa tímida. Esperaba encontrarlo en la escuela e incluso conseguir ser su amigo, aunque suponía tendría a Sasuke y a los amigos de este para poder desenvolverse más rápidamente.
- Me entretuve con el oso de la maquina y su baile -confesó. Su padre rió y lo golpeó con el codo, intentando molestarlo.
- No me digas que aún te gustan esas cosas para niños.
Naruto infló sus mejillas, pero guardó silencio.
No pudo evitarlo.
Aunque a esa edad aquel oso debiera haberle parecido totalmente ridículo… en verdad lo había encontrado completamente tierno…
CONTINUARA…
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¡Qué soy una chica!
RomanceA Hinata Hyuuga jamás le ha molestado ser confundida con un chico. Aunque deba escondérselo a su familia, se meta en problemas con sus amigos y se gane una que otra mirada reprobatoria la verdad es que no puede negar lo que es: una chica tomboy. Y l...