Impensable.
Inaceptable.
Inconcebible.
¡Una verdadera vergüenza!
O bueno, al menos eso pensaba su madre de ella y de su pequeño desafío durante la noche del baile.
¿Cómo sabía Hinata Hyuuga aquello? Bueno, era fácil. Lo sabía porque su madre no hacía más que gritarle aquello desde hace casi una hora, tiempo en el que ella no le había respondido ni si quiera una vez, determinada a mantenerse en un silencio implacable.
Habia llegado a casa por la mañana, tras pasar la noche en casa de Kiba, con el traje del baile todavía puesto y los ojos rojos por el llanto. Sin embargo, su madre no cedió al verla, como ella hubiese esperado, ni la llenó de besos ni mucho menos de palabras reconfortantes.
Solo la observó atónita, como si no creyera que aquel muchacho desaliñado se trataba de su joven hija. Si Hinata había creído estar en problemas antes, se había equivocado por completo. Su doble vida simplemente le había explotado en el rostro, tal y como una bomba. Era imposible no salir lastimada de algo así, ella había sido demasiado ingenua al creerlo.
Y ahora, como castigo, Naruto no quería saber nada sobre ella… y su madre…
- ¡¿Qué crees que pensarán de ti si se enteran?! ¡Qué vergüenza, Hinata! ¡Qué vergüenza! ¡¿Cómo puedes hacerme pasar por esto?!
Silencio. Solo silencio. Esperando que todo terminará pronto. Estaba decidida a aguantar con ello sola.
El resto de su familia -Hanabi, Neji e incluso su padre-, solo observaban el desenlace. Hinata se preguntó también qué pensarían de su atuendo, qué pensarían de la forma en que ella gustaba de verse. Se preguntó cuál sería la opinión de su padre, aunque, por la mirada triste que le dirigía, Hinata no creía que estuviera orgulloso de ella.
- ¡¿Hinata, me estás escuchando?!
La voz de su madre la obligó a reaccionar. Alzó su vista hacia ella y la observó, tratando de transmitirle con la mirada que no era necesario seguir con aquel espectáculo, que era inútil, que nada de lo que le dijera podría hacerla desistir de su lucha…
Porque no había nada por lo que pelear ahora.
Era todo. Se había rendido de forma oficial.
Su silencio era otra forma de decirle que ella había ganado.
Pero al parecer su madre aún no comprendía aquello, o tal vez solo deseaba desahogarse.
- ¡Estoy seriamente considerando el enviarte al Internado Femenino de Konoha!
- ¡Basta ya!
Hinata se sorprendió.
El grito no vino de ella, como creyó inicialmente, sino que de otra persona.
Lentamente tanto su madre como ella, giraron la vista hacia el otro lado de la habitación, en donde Hanabi se encontraba de pie observándolas con ira. O bueno, más bien observando a su madre con ira.
- Hanabi Hyuuga, ¿tienes algo que opinar? -desafió su madre.
- Sí -decidió la pequeña, avanzando a ella-. ¡Onee-chan no ha hecho nada malo!
- Esta es una discusión entre tu hermana y yo. No te involucres.
- ¡Pero no es justo! ¡Onee-chan solo quería divertirse!
- ¡Esto no es divertido! -gritó su madre interrumpiéndola, mientras apuntaba hacia la ropa que Hinata aun llevaba-. ¡Me parece una broma de mal gusto! ¡Ella es una señorita, no un muchacho!
ESTÁS LEYENDO
¡Qué soy una chica!
RomanceA Hinata Hyuuga jamás le ha molestado ser confundida con un chico. Aunque deba escondérselo a su familia, se meta en problemas con sus amigos y se gane una que otra mirada reprobatoria la verdad es que no puede negar lo que es: una chica tomboy. Y l...