Capítulo 37. Enfadado y herido

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- ¿Una... broma?

- Kiba me apostó a que no lo conseguiría -la sonrisa de Hinata lo desconcertó, como si todo lo sucedido hace dos días se hubiera tratado de solo una anécdota graciosa, de una tontería más entre amigos-. Lamento no habértelo explicado antes. Ayer estuve enfermo y Kiba quería asegurarse de que no te lo hubiera revelado sino hasta hoy, era parte del trato para conseguir el dinero. Bueno, hablamos después.

Y sin decir más dio media vuelta y se alejó.

Naruto en cambio se quedó allí, aún estático frente a la noticia, mientras observaba como Kiba a regañadientes sacaba veinte dólares y se los entregaba a un triunfante Hina, quien no hizo más que presumir ante el chico del cabello castaño. Sasuke, junto a ellos, les observaba sin saber que rayos estaba sucediendo, por lo que le dirigió una mirada a su mejor amigo, en búsqueda de una respuesta.

Solo que Naruto tampoco creía ser capaz de explicárselo… o de interpretar de alguna manera lo que en ese momento estaba sintiendo.

Pensaba que una noticia así debería causarle alivio, sobre todo considerando lo raro de toda la situación, pero en vez de eso una molestia incomoda se había instalado en su pecho.

No le costó entender el motivo de aquel sentir. Es más, era realmente obvio.

Usado. Se sentía usado.

Él lo había besado, por veinte dólares.

¿Pero realmente eso había sido todo? ¿Solo lo había besado por eso? ¿Por un poco de dinero?

“Claro que sí, ¿qué otro motivo habría tenido para hacerlo?”

Aquel pensamiento vino acompañado de dolor y decepción. Ahora el peso en su pecho era mucho mayor al que creía ser capaz de soportar. Las ganas de huir no tardaron en llegar.

Así que ni siquiera lo pensó. Solo dio media vuelta y se alejó del salón, esperando escapar de las preguntas o al menos pasar desapercibido para sus amigos. Aunque en verdad en ese momento no tenía tantas ganas de escapar, lo que verdaderamente deseaba era enfrentar a su amigo, exigirle una respuesta adecuada, una disculpa… y posiblemente darle un puñetazo en el rostro para arreglar las cosas.

“Estoy siendo un idiota”

El resto del día paso con bastante velocidad, como siempre sucedía cuando no había exámenes.

Para su mala suerte concentrarse en clases le fue imposible. Historia, ciencias y matemáticas se convirtieron de pronto en una mezcla incapaz de ser comprendida, y no tanto porque no deseara concentrarse, sino que porque lo único que tenía en la cabeza era el recuerdo del beso y las palabras de su amigo en respuesta a su pregunta.

Una broma

Una estúpida broma incentivada por dinero. Nada importante, ¿cierto? Tal vez algo que incluso se resolvería si se repartía a medias el dinero con el muchacho. Pero en ese mismo momento Naruto Namikaze se encontraba furioso y profundamente confundido.

Y no estaba seguro del porque sentía eso.

Aun así, a pesar de su silencio, sus amigos parecieron comprender que necesitaba espacio para digerir la noticia. De seguro creerían que estaba enfadado por lo sucedido, cosa que le aliviaba pues no deseaba que ellos notaran lo lastimado que en realidad se sentía.

Se refugió en uno de sus libros, escapando de la realidad momentáneamente y absortó en la historia. Lamentablemente, al final del día, el encuentro con los chicos fue inevitable.

Por primera vez en mucho tiempo deseó volver a ser aquel chico capaz de pasar inadvertido en toda ocasión.

Dio un suspiro al verlos en el pasillo, esperándolo para volver a casa, y mientras guardaba sus cosas trató de demorarse lo más posible, intentando aplazar aquel momento inevitable. Casi cinco minutos más tarde ya no tenía excusas validas, por lo que partió al encuentro.

¡Qué soy una chica!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora