Capítulo 28. A Hinata Hyuuga... ¡¿le gustan los chicos?!

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- ¡Uno, dos, tres!

La pesada caja cayó al suelo, levantando polvo en el aire.

Hinata sonrió junto a Neji, felices por el esfuerzo realizado. Hanabi en cambio mantenía una continúa expresión de asco atravesando su rostro, mientras los observaba desde una posición que ella consideraba segura.

- ¿No hay arañas, cierto? -preguntó, observándolos tras la puerta corrediza de cristal que daba acceso a la casa.

Su primo mayor le sonrió con burla, mientras comenzaba a abrir la caja que contenía las partes de la piscina que ese día armarían.

- ¿Quién sabe? La caja lleva mucho tiempo en la bodega.

Hinata le dirigió una mirada de regaño mientras que Hanabi comenzaba a murmurar "¡Asco, asco, asco!", pero omitió todos sus comentarios. Su primo abrió la caja y lentamente comenzó a sacar las partes, mientras que ella revisaba las instrucciones cuidadosamente para comenzar a armar la estructura básica.

A medida que la primavera se acercaba más calor hacía durante los días. Tal y como el invierno había llegado ahora se marchaba forzando a Hinata a abandonar parte de su ya de por si limitado guardarropa. Sí, le gustaba usar ropa de chicos, pero la ropa femenina podía ser más fresca durante esa época.

Por suerte aquel día su primo le había prestado un poco de su ropa de verano, incluyendo una pequeña chaqueta sin mangas que ayudaba a disimular su pecho. Aún así, Hinata sabía que se quedaba sin tiempo.

Mientras Neji luchaba para unir dos piezas -que su prima estaba segura no iban juntas-, un montón de pequeñas risas femeninas atrajeron la atención de Hinata, quien sin dudarlo volteó buscando el origen de las mismas. En la casa de sus vecinos pudo observar, en una de los cuartos del segundo piso, a dos jóvenes espiándolos a través de la ventana. no comprendió, hasta que por el rabillo del ojo observó a su primo quitarse la camisa.

Casi rió al ver los leves sonrojos que se acumulaban en los rostros e las jóvenes sólo por ver al muchacho sin camiseta. Justo entonces su mirada se topó con una de las chicas, quien la miraba fijamente como si esperara que ella imitara al muchacho y se quitara la camiseta que llevaba.

Avergonzada desvió la vista y caminó hacia la casa, buscando ocultarse. Eso de fingir ser un chico a veces se salía de control.

En primer lugar realmente no sentía que fuera atractiva en ningún sentido, pero en más de alguna ocasión recordaba como algunas chicas se le quedaban mirando en la calle.

"Es porque tienes esa aura de chico dulce que nos fascina" -decía Sakura emocionada, cada vez que tocaban el tema.

"Es porque se dan cuenta de que soy una chica! -objetaba ella, avergonzada.

No podía evitar preguntarse en qué pensarían otras jóvenes al verla. De seguro se mostrarían horrorizadas ante la idea de una chica tan poco femenina, una chica que no usaba lo que correspondía… una chica que en el fondo escogía ser como un chico. Que espanto, ¿no? Era incluso gracioso.

Al menos su madre lo pensaba de esa manera y de seguro tenía razón.

- Hinata, ¿no tienes algo más… lindo, que usar?

La presencia de su madre, con una jarra de limonada en su mano, le provocó un respingo. Neji por fin se había rendido con las piezas y había caminado directo a ellas para servirse un vaso por su trabajo duro.

Hinata sonrió, omitiendo por completo lo que en verdad deseaba decir.

- He pensando en que no quería que nada de mi ropa se ensuciara -explicó, mintiendo sin culpa-, ya que iba a ayudar a Neji no convenía que utilizara vestidos.

¡Qué soy una chica!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora