Capítulo 3

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Hinata bostezó, exhausta.
Se restregó los ojos y continuó su camino a la escuela, deseando haber dormido un poco más. ¿Por qué la escuela debía empezar siempre tan temprano?
No vivía lejos de su preparatoria, por lo que podía ir a pie sin problema. También adoraba el tiempo de sobra que tenía, pues mientras su hermana acaparaba el baño para arreglarse perfectamente, ella y su primo podían disfrutar de un delicioso desayuno en vez de tener que comer apurados.
- Lo único bueno de llegar temprano es que podre ver a Naruto primero… -murmuró, aún aturdida por el sueño. De inmediato se detuvó, sonrojándose de golpe.
Miró alrededor, esperando encontrarse a algún compañero de escuela o de salón, pero para su suerte la calle se encontraba desierta a excepción de un par de chicos, que ahora la miraban…
Volvió a caminar, avergonzada. ¿Cómo podía pensar en algo así en voz alta?
Desde que Naruto se hubiera convertido en uno de sus amigos no se lo podía quitar de la mente. ¡Pensar en él como un posible novio hacia que su corazón latiera veloz!
Agradeció que al menos aún fuera temprano, ya que la escuela estaba a un par de calles.
- Pero que tenemos aquí…
Al comienzo le costó comprender que se dirigían a ella, hasta que alzó la vista solo para toparse con aquellos dos chicos que la habían observado segundos antes.
Instintivamente dio un paso atrás.
- ¿Qué…?
- ¿Esta cosa es un chico? -uno de ellos rió, burlesco, mientras se deshacía de su cigarrillo-. Camina como una chica…
- Mira como sostiene su estúpido bolso. Debe tener algo importante dentro.
- ¡No! -gritó ella, en cuanto el tipo se lo arrebató.
- ¿Qué harás, eh pequeño?
- Si cooperas no te lastimaremos -afirmó uno de los sujetos, mientras abría su mochila-. Solo entréganos tu celular y tu dinero.
Ella iba a replicar, pero pronto se dio cuenta de la gran desventaja: dos contra uno.
Nadie la ayudaría.
- ¡Hey, par de idiotas!
Hinata volteó a ver.
Como Naruto solía ser de aquellos chicos tímidos y silenciosos que caminaban siempre encorvados, a Hinata le costó comprender que aquel muchacho valiente y decidido que corría para rescatarla era su mismo compañero de clases.
- Oh demonios, vámonos de aquí -exclamó el muchacho frente a ella. Hinata sostuvo con fuerza la correa de su mochila, recuperándola-. ¡Dame eso!
- ¡No seas idiota, mocoso!
- Devuélveme mi bolso -exclamó ella, con firmeza. Sentía sus manos temblar pero no tenía miedo. No planeaba dejar que se lo quitaran.
- ¡Suéltalo!
- ¡Me largo!
Uno de los chicos escapó, pero el otro siguió forcejeando. Finalmente, frustrado por su robo fallido, la empujó.
Hinata cayó al suelo adolorida, mientras por el rabillo del ojo observaba al sujeto escapar. Naruto paso a su lado, veloz, tratando de darles alcance para atraparlo.
No lo consiguió.
- ¡Hina! -corrió de vuelta hasta donde ella se encontraba, visiblemente preocupado-. ¿Estás bien?
- S-Si… -respondió, con vergüenza, mientras rápidamente se ponía de pie. Su corazón latía apresurado solo de recordar como él se había enfrentado sin ningún temor a aquellos chicos.
- Diablos, eso ha estado cerca -respiró con fuerza, recuperando el aire. Y a continuación le miró, clavando sus fuertes ojos azules sobre ella-. Pero no te preocupes nunca, ¡yo te protegeré!
Ella le observó entusiasmada, mientras sentía su corazón latir acelerado.
- ¿E-En verdad?
- ¡Claro! -asintió, con calidez-. ¿He llegado a tiempo? ¿No te han robado nada?
- N-No.
De pronto se sintió avergonzada por haber tenido que ser rescatada. Naruto pareció notarlo, porque de inmediato le sonrió.
- No te sientas así, en verdad. A todos nos han intentado robar alguna vez.
Ella asintió, nerviosa.
- G-Gracias…
- Entonces, luego de esta emocionante mañana comienzo a extrañar lo aburrido -le sonrió con malicia-. ¿Qué te parece si buscamos a Sasuke y Kiba? Ellos son los expertos en el tema.
Hinata rió, encantada, y él sonrió al ver aquello.
Nunca se había enamorado antes, pero suponía que todas las señales que sufría indicaban que así era. Mariposas en el estomago, palmas sudorosas, nervios, etc, etc…
Si en verdad le gustaba Naruto, debía confirmarlo y hacer algo al respecto.
Y solo había alguien con quien podía hablarlo.

La casa de Sasuke era bonita.
A Hinata siempre le había gustado, sobretodo por el jardín tan bien cuidado.
Era un poco más pequeña que la suya, pintada de color azul y con un ambiente hogareño que se sentía a distancia. En la entrada varias campanillas sonaban siempre con cada movimiento del viento.
Junto a su casa había otra del mismo tamaño y forma (exactamente igual a la de Sasuke, pero pintada de rojo), que ahora se encontraba ocupada por la familia de Naruto. Solo pensar en que el chico estaba tan cerca se sentía nerviosa. Por suerte ese día su amigo ayudaría a sus padres a terminar de desempacar, por lo que sabía no estaría en casa de Sasuke.
Hinata entró. La puerta principal estaba cerrada, por lo que sin dudarlo giró hacia el jardín y avanzó decidida, como si aquella fuera su propia casa.
- ¿Hola? -llamó, ingresando por el ventanal del patio, dejando fuera los zapatos. La madre de Sasuke apareció desde la cocina con la cara y el delantal manchados de harina.
- ¡Hinata, bienvenida! -saludó, sonriendo automáticamente. De tratarse de un extraño cualquiera hubiera confundido a aquella sonriente mujer con la hermana mayor de Sasuke, ya que en verdad era realmente joven-. ¿Comiste algo?
- Aún no -aceptó, apenada-. ¿Sasuke está?
- Sí. En su cuarto. Sube, sube, te llevare algo de comer.
Aquella era la prueba irrefutable de que era miembro de la familia. Además de eso, la madre de Sasuke siempre había deseado tener una niña y por eso adoraba tanto a Hinata.
La joven sonrió y corrió escaleras arriba.
La puerta del cuarto de Sasuke era la primera a la izquierda (su amigo le había contado que Naruto había escogido el cuarto exactamente frente al suyo, por lo que ahora solían despertarse juntos en la mañana, por culpa de los despertadores). El segundo cuarto, el del fondo, le pertenecía a Itachi, el hermano mayor de Sasuke. Itachi no estudiaba ni trabajaba: en ese momento se hallaba de gira como guitarrista de la famosa banda de rock Akatsuki.
Hinata avanzó con calma hasta el cuarto de Sasuke, evocando con la memoria el lugar que había visitado tantas veces antes y preguntándose que tan desordenado estaría ahora.
Tocó, más por cortesía que por necesidad, y abrió la puerta.
- Sasuke, tengo algo que…
Se topó de frente con una chica.
De inmediato ambas dieron un paso atrás sorprendidas con la presencia de la otra. La joven frente a ella le ganaba por unos cuantos centímetros: era delgada y muy bonita.  Vestía el uniforme de otra preparatoria, más específicamente el uniforme de la Preparatoria Femenina de Konoha -escuela a la cual Hinata se había negado rotundamente a asistir-, y a primera vista se conseguía descifrar que era el tipo de chicas a la que cualquier cosa le podía quedar perfectamente. Casi como una modelo.
Además de eso imponía un fuerte aire de decisión y una mirada llena de voluntad, la cual se revelaba a través de sus ojos jade. Un toque justo de maquillaje se extendía por su rostro, tanto así que ni siquiera se conseguía notar y le daba un aire aún más elegante y sofisticado.
Lo único que resaltaba en ella… era su cabello rosa…
- ¡¿Sakura?! -gritó, sorprendida de que estuviera allí.
Justo tras ella Sasuke apareció.
- Oh, Hinata, ¿qué haces…?
No alcanzó a preguntar. El grito de Sakura lo interrumpió todo.
- ¡¿Hinata?! -exclamó, horrorizada-. ¡¡¿Pero qué te paso?!!
Ah, ahí estaba: la reina del drama.
Iba a responderle que se calmara cuando vio su propio reflejo en el espejo de la habitación y se dio cuenta del porqué de aquella reacción.
Su cabello corto y revuelto.
Claro… la última vez que se habían visto había sido durante vacaciones de verano, cuando aún conservaba su cabello largo…
- Agh… ¿c-cómo te lo explico?
No hubo necesidad de hacerlo. Sakura volteó hacia Sasuke, con la mirada en llamas.
- ¡¿Qué le has hecho a nuestra hija?!
Hinata suspiró. También había olvidado aquello.
Durante toda la secundaría Sakura se había considerado a si misma como la madre sustituta de Kiba: retándolo cuando se portaba mal, recordándole los deberes y comparándolo constantemente con Hinata; y por lo mismo, cuando Sasuke había llegado en el último año de secundaria y había tomado su papel como padre sustituto de Hinata… pues… ya se imaginan como había surgido la alocada familia.
- N-No le hecho nada -respondió el azabache, temeroso.
- ¡¿A no?! ¡¿Y cómo explicas esto? -y al decirlo apuntó directamente a… bueno, la joven.
- ¿Qué pasa con ella?
- Bueno, que de partida parece un él, no un ella.
Sasuke vio a Hinata directamente a los ojos, como si la viera por primera vez.
- Oh…
Hinata frunció el ceño, ofendida.
- ¿Solo puedes decir eso? -preguntaron a la vez.
- ¿Y qué se esperan? -reclamó. A continuación solo miró a Sakura-. No le puedo decir que usar cada día. Hinata odia todas esas cosas de niña.
- Claro que puedes decírselo. Eres su padre.
- A veces siento que enloqueceré por culpa de ustedes…
- Si, yo siento lo mismo -aceptó Sasuke, mirando con resentimiento hacia la joven de cabello rosa.
- Silencio Sasuke, has hecho suficiente -el muchacho la vio incrédulo, pero la joven hizo caso omiso de su mirada, como si solo se enfrentara a un niño haciendo una rabieta-. Más importante es, ¿para qué has venido, Hinata?
- Q-Quería pedirle un consejo a Sasuke -admitió, avergonzada.
- ¿Sobre qué?
- N-Nada importante. Solo un chico q-que me gusta…
Dijo lo último en un leve susurro, aunque por algún motivo decírselo a alguien más lo hizo real.
- ¡¿Quién?! -Sasuke frunció el ceño, indignado.
- ¡¿Un chico?! -Sakura casi chilló de la emoción. De inmediato tomó la mano de Hinata y la obligó a entrar al cuarto y tomar asiento-. ¡Dime quien es! ¡¿Dónde lo conociste?! ¡¿Es guapo?! ¡¿Mayor o menor?! ¡Solo dime que no es un chico de primer año, porque eso sería algo…! ¡Oh, oh! ¡¿Cómo se llama?!
Hinata suspiró, nerviosa. Tal vez aquello no era una buena…
Miró hacia la puerta, ya pensando en escapar.
- Ni lo pienses -ordenó Sasuke, amenazador-. ¿Quién. Rayos. Es.?
- N-No subas la voz -pidió, aterrada-. P-Podría oírnos…
- ¿Oírnos? No hay nadie más aquí -él se vio confundido un segundo-. El único que podría escucharnos sería…
Guardó silencio y volteó hacia la ventana de su cuarto que daba al cuarto de Naruto. Abrió la boca nuevamente y la cerró.
Hinata esperó los gritos mientras le asentía para confirmar sus sospechas.
- ¿Q-Qué te gusta… Naruto?
El pequeño tic en su ojo resultó hasta cómico. Pero bueno, al menos no estaba gritando…
- ¿Quién diablos es Naruto? -preguntó Sakura, cruzándose de brazos.
- Mí. Mejor. Amigo. -respondió el azabache, indignado, remarcando cada palabra con los dientes apretados.
- Oh bueno, eso lo soluciona y lo hace todo más fácil -Sakura sonrió-. Y bueno, este chico. Cuéntame algo más sobre él.
- Me salvo esta mañana, de no ser por él me hubieran robado mis cosas -explicó, nerviosa. Todo lo que había planeado decir se esfumó de su mente en un segundo. Inspiró fuerte para volver a comenzar-. S-Solo es un presentimiento, pero en verdad…
- No digas nada más, niña.
- ¿Ah?
Sakura la miró llena de decisión, justo antes de sonreírle como en los viejos tiempos.
- Hija mía, te lo juro aquí y ahora. Sea quien sea ese chico será tuyo.
CONTINUARA…

¡Qué soy una chica!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora