LXXV

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Cuando las manecillas del reloj marcaron las seis, entre las sábanas claras de la cama, Minhyun con su cabello rubio despeinado se asomó al escuchar la voz de Sang Hun llamarle por sexta vez.

— Ahhg, mi cabeza.

— Buen día, Minhyun. ¿Cómo te sientes?

— Bueno, me duele la cabeza y tengo la sensación de que estuve por hacer algo muy estúpido ayer.

— Pues, no sé si era o no era estúpido, pero sí sé que llamaste a Minki después de decir que le confesarías un secreto.

— Pues, no sé si era o no era estúpido, pero sí sé que llamaste a Minki después de decir que le confesarías un secreto

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— Dime que no lo hice. ¡Hyung, por lo que más quieras dime que no le dije! Porque antes de perder la conciencia lo último que estaba en mi mente no era nada bueno. ¡Hyung! ¡Dime que no se lo dije!

— Cálmate, Minhyun. No le dijiste nada porque te dije que era hora de irnos y te quité el teléfono.

— ¡Hyung! Te adoro. Me salvaste de algo terrible.

— Me imagino que sí. Toma, bebe esto. —Le acercó un vaso con un líquido color terracota y bastante espeso.

— ¿Qué es esto?

— La señora Shoma dice que te aliviará la resaca. —Minhyun tomó el vaso y le dio un trago.

 —Minhyun tomó el vaso y le dio un trago

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— ¡Ahhg! Creo que estoy muriendo.

— No exageres, solamente está agrio. Tómatelo.

— ¿Cómo quieres que me tome esta cosa?

— No lo sé, pero hazlo, ¿no querrás tener una horrible resaca durante la ceremonia o sí?

— Claro que no. —Se apretó la nariz y dio otro trago. — ¿Y a todo esto, qué hora es? Tampoco quiero llegar tarde.

— Descuida, son las seis apenas.

— Y ¿a qué hora llegamos aquí?

— Eran casi las doce, pero despreocúpate, dormiste todo el camino.

— Mmm. Sí que me despreocupé. —Volvió a apretar su nariz y bebió todo aquel líquido. — ¡Ugg! Ya está.

— Bien, ahora descansa hasta las siete. Vendré a verte para entonces, también vendrán tus padres y Kahi.

El anillo de mi dedo anularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora