— ¿Y qué si se lo dije? En partes es verdad. Desde que éramos niños siempre he sido más maduro. A mis cinco años, yo, ya era responsable de mis acciones y deberes, siempre he comprendido al cien por ciento los problemas y razones de todos y no se los reclamo, yo nunca les he dado problemas, y no quiero hacerlo. Aunque realmente me siento mal. Papá volvió a gritarme, y si lo hace, debe ser porqué yo estoy equivocado y debo disculparme. Sí. No hay mejor razón. Mamá y papá siempre están en lo correcto...
El timbre se escuchó por toda la casa, pues esta se encontraba en silencio. La ama de llaves cruzó la casa hasta la puerta y abrió.
Poco después llegó junto al rubio, quien, al ver al invitado, se puso de pie y se acomodó su ropa.
— Los señores Choi no se encuentran de momento, pero no deben tardar ya.
— De acuerdo. Gracias.
— Minki-sama, Hwang Minhyun-sama está aquí.
— Gracias, Akane. —Respondió el rubio mirando al más alto.
— ¿Le ofrezco algo? —Volvió a hablar la dama mirando a Minhyun.
—- Una taza de té verde estará bien, gracias. —La mujer hizo una venia y se retiró.
— Ven —Invitó Minki—, siéntate. —Minhyun sonrió y se sentó junto al menor. — Aún es un poco temprano. Casi acaban de dar las ocho.
— Lo sé, ¿recuerdas a mi manager?
— Sí.
— Bueno, te manda saludos, por cierto; él me vino a dejar, tenía unas cosas que hacer y se tuvo que ir desde temprano, entonces me trajo para asegurarse de que llegue bien.
— Mj. Ya veo.
— Y ¿no tuviste clases?
— Mis padres dijeron que no iré, sería sólo ir, poner un pie dentro y salir.
— Ya veo. ¿Estás aquí solo? —Miró alrededor.
— Sí. Mis hermanos fueron a la universidad y mis padres pasarán a la empresa, dicen que esperan llegar antes que el licenciado.
— Luces triste, ¿te pasa algo?
— ¿Se me nota mucho?
— Pues... si ignoramos tu semblante triste, tus ojitos llorosos y la expresión dolida de tu carita... no se notará mucho.
— Ah. —Suspiró frotándose los ojos. — Mi papá volvió a regañarme. —Soltó sintiendo sus ojos arder por el llanto contenido.
— ¿Qué? ¿Por qué? Ya son más de tres veces.
— Pero no seguidas. —Guardaron silencio un momento. — No importa, ya descubrí que él tiene razón.
— Puede ser, pero... ¿por qué te regañó esta vez?
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El anillo de mi dedo anular
Romansa" - Te casarías conmigo? -El silencio inundó la habitación, en partes sabía que debía decir que no... que debía rechazarlo porque ese anillo... esa pregunta debía ser para su hermana, no para él. Aunque... para ser sinceros... no le sorprendió...