Las cortinas se abrieron de par en par dejando que la luz blanca, por la nieve, entrara por la ventana golpeando los ojos cerrados del rubio sobre la cama.
— Minki, despierta ya, mi querido sobrino. —Lo movió un poco mientras él se cubría la cara con las manos escuchando a su tía decir que ya debía levantarse o se haría tarde.
Ren se llevó una mano a la cabeza y la otra al estómago.
— No me siento bien tía.
— Ay, no, ¿por qué hoy? —Se acercó a la puerta y se asomó al pasillo. — ¡Kikio! ¡Kikio! —Una mujer mayor se acercó por las escaleras. —Dile a Haesoo que venga, mi sobrino no se siente bien.
— Sí, señora.
— ¿Qué te duele, pequeño?
— El estómago y, todo en mi cabeza da vueltas. Creo que voy a vomitar.
— No, no te preocupes, pequeño, ahorita que venga tu mamá que te revise, ¿te cayó mal la comida de ayer? —La puerta no tardó en abrirse y entró rápida y preocupada la madre del rubio.
— Minki, hijo, ¿qué te pasa? ¿Qué te duele?
— Dice que siente nauseas y le da vueltas su cabeza.
— Me siento mareado, mamá.
— Ay, mi niño, ¿por qué? A ver, déjame ver. —Puso su mano en la frente de su hijo. — No tienes fiebre. ¿Te duele algo?
— No, sólo estoy mareado… y todo parece moverse de un lado para otro.
— Te dije que cenaras algo ayer.
— No es por eso, mamá.
— ¿Y por qué más va a ser? —Su madre y su tía hicieron silencio un momento y se miraron alzando las cejas. — Ya sé qué tienes, mi niño. —Ren la miró curioso. — Estás nervioso. Es normal, hijo, vas a convertirte en esposo hoy, pero no te preocupes demasiado, ¿sí? Voy a prepararte un té para los nervios y te lo mando con tu desayuno. Ahorita le digo a Kikio que te lo suba. Mientras que tu tía y esa chica, Jin Ah, comiencen a arreglarte.
— Sí, mamá. —Haesoo salió de la habitación después de susurrarle algo a la señora Umi. — ¿Puedo bañarme antes de comenzar todo eso, tía?
— Mejor después, no quiero que te quede ni un rastro del tinte si no es en tu cabello.
— Sí, tía. —Tres golpes en la puerta atrajo la atención de ambos. — Adelante.
— Hola, buenos días.
— Buenos días. —Respondieron tía y sobrino.
— Tengo todo listo para comenzar, señora Umi.
— Bien. Arriba, pequeño, es hora de comenzar. —Con pocas ganas Ren se levantó de su cama y se dispuso hacer lo que su tía y Nana le mandaran.
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El anillo de mi dedo anular
Romansa" - Te casarías conmigo? -El silencio inundó la habitación, en partes sabía que debía decir que no... que debía rechazarlo porque ese anillo... esa pregunta debía ser para su hermana, no para él. Aunque... para ser sinceros... no le sorprendió...