— Alza bien las rodillas. —Ren resopló. — Anda, levántalas.
— Minhyun, no puedo ver nada. —Se quejó mientras su marido caminaba detrás.
— Deja de quejarte y avanza, yo te voy guiando.
— No veo nada y cuando no veo nada siento que... —Rió. — no veo nada. ¿Es necesario? —Se detuvo y Minhyun chocó con él. — Aguarda un momento, ¿y mi mochila?
— Eso no es importante ahora.
— No, no, tenemos que volver, yo no voy a ningún lado sin mi mochila. Vamos por mi mochila. —Comenzó a darse la vuelta a tientas por el lugar. — ¿Qué es esto? ¿Qué hay aquí?
(Coreano)
— Lo siento, perdone.(Japonés)
— ¿Perdón? Eso lo entendí, ¿perdón por qué?(Coreano)
— Disculpe. —Hizo una leve venia jalando a Ren consigo.(Japonés)
— Rennie, está bien.— No, no, quiero mi mochila, vamos, ¿qué es esto? Está plano y frío.
— Rennie, deja eso.
— ¿Qué es?
— El queso de la señora.
— ¿Señora? ¿Cuál señora? No vine a buscar señoras, quiero mi mochila. —Dio un paso y casi resbaló con el escalón, pero el mayor lo sostuvo antes de que cayera.
(Coreano)
— Perdone, él está un poco desorientado. —La mujer se retiró subiendo el resto de los escalones.(Japonés)
— Ahora, —Se incorporó completamente. — ¿dónde estamos? Sé que sería lo lógico, pero no reconozco absolutamente nada y... —Se giró para encarar a su marido y él lo abrazó.— Shh, ven.
— Ahh, Minhyun aún no tengo mi mochila y ahí tengo mis cosas más importantes.
— Alza bien las rodillas.
— ¡Uh! ¿A dónde me llevas?
— Tú sigue caminando, ya lo verás. Alza bien las rodillas.
— Ya voy. —Ren prácticamente arrastraba los pies contando y hallando los escalones, con sus manos tocaba todo lo que hubiera a sus lados tratando de adivinar qué era, de un lado sentía el muro o nada y en el otro sólo nada.
— ¿Aún estás molesto?
— No tiene caso...
— Sí lo tiene. Ren, si queremos volver a estar bien tenemos que arreglar eso. —El menor no dijo nada. — ¿Hablaste con el Vizconde?
— Hablé con mucha gente. De algunos todavía no memorizó nombres.
— Y, ¿cuándo te enojaste y por qué?
— Minhyun, —Se detuvo. — no quiero hablar de eso.
— Sólo quiero una respuesta. Sólo eso. No quisiste conocer Londres, pasamos ahí casi un mes.
— Sí, lo sé, también llevo un calendario.
— Estabas muy contento, ¿qué pasó? O ¿qué hice?
— Nada. Ya no importa. —Volvió a caminar.
— Bien, pero si no importa deberías olvidarlo. Vamos a olvidarnos de esas peleas y vamos a seguir felices, ¿te parece?
ESTÁS LEYENDO
El anillo de mi dedo anular
Romance" - Te casarías conmigo? -El silencio inundó la habitación, en partes sabía que debía decir que no... que debía rechazarlo porque ese anillo... esa pregunta debía ser para su hermana, no para él. Aunque... para ser sinceros... no le sorprendió...